28 - Miedo a flor de piel.

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— Te amo... — Susurró dulcemente, mirando hacia el rostro de la persona que tenía delante, justo antes de marcharse.

[...]

-- Nicole --

Me había quedado completamente en shock después de lo que acababa de pasar. No podía apartar mis ojos de la cara de terror de Marion mientras notaba como los ojos que nos rodeaban estaban posados nerviosos sobre mi amiga y yo. Mi corazón estaba tan acelerado que creía notar cómo trataba salir de mi pecho a la fuerza, mientras mi respiración estaba totalmente desbocada.

Parpadeé un par de veces saliendo de mi burbuja y andé rápidamente hacia Marion, tomándola de la mano y tirando de ella hacia nuestra casa, llevándola a trompicones mientras nos alejábamos de aquellos ojos, los cuales aún notaba clavados en nuestras nucas. Cuando llegamos a la casa, cerré la puerta a nuestras espaldas y solté a mi querida amiga para cerrar todas las cortinas, comenzando a andar de un lado para otro nerviosa, con las manos en la cintura.

— No puede ser, no puede ser, no puede ser... — Repetía una y otra vez mientras Marion me seguía con la mirada yendo de lado a lado. — No entiendo... ¿Por qué está Jane aquí? ¿Qué coño quiere ahora...? — Escuché a mi amiga sisear mientras se acercaba a mí.

— Nicole... — Tomó mi mano entre las suyas y me miró directa a los ojos. — Relájate, por favor... — Me obligó a pararme delante suya posándome una de sus manos en mi cintura, manteniéndome agarrada mi mano con la otra. — Alterándote así no vamos a solucionar nada, querida... — Me ofreció una leve sonrisa. — Ya sabes que no he sido nunca santo de devoción de Jane... Habrá encontrado la manera de deshacerse de mí y ya está... —

— ¡¿"Y ya está"?! — Exclamé. — ¿Cómo puedes estar tan tranquila, Marion? ¡Quiere matarte! — Me deshice de su agarre, empujándola para apartarla de mí y clavé mi vista en su único ojo. — ¿Y si lo consigue? ¿Y si te mata? — Mis ojos empezaron a empañarse, por lo que me giré, dándole la espalda a mi amiga. — ¿Qué voy a hacer yo sin ti, Marion? — Una lágrima se escapó de uno de mis ojos, descendiendo por mi mejilla.

— ¡No, Nicole! — Se acercó a mí y me abrazó por la espalda, rodeando mi cintura con sus brazos y apoyando su cabeza sobre uno de mis hombros. — Confío en que encontraremos una solución... Confío en que, sobre todo tú, harás lo que esté en tu mano para encontrarla... — suspiró. Me giré para mirarla de nuevo, manteniendo ella su agarre.

— ¿Y si no lo consigo? ¿Y si no puedo ponerle solución a esto? ¿Qué será de nosotras...? — Marion me ofreció una sonrisa dulce y alzó una de sus manos para secarme las lágrimas.

— No te subestimes, mi queridísima Nicole... Confío en ti. Sé que serás capaz de conseguirlo... Así que, por favor... No seas negativa y te comas la cabeza, ¿vale? Te necesito al cien por cien en esto... Eres la única que puede pararla, y lo sabes... — Asentí.

— Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para protegerte... Para salvarnos a las dos... — La sonrisa de Marion se mantenía en sus labios cosa que, dada la situación, no entendía.

— Lo sé, Nicole. Siempre haces lo que sea para protegerme... — Marion acortó las distancias conmigo, posando ahoras las dos manos sobre mis mejillas. A mí se me cortó la respiración. — Y siempre consigues lo que te propones... — Susurró antes de posar sus labios sobre los míos.

Era un beso sencillo, sincero, inocente. No había intromisión de músculos húmedos manteniendo una lucha encarnizada entre ellos, tampoco ningún baile que profundizara ese beso más allá de un simple contacto: sus labios junto a los míos. Me retiré pocos milímetros después de unos segundos para poder recobrar sentido y tomar aire y fue cuando vi su mirada desorbitada, con su ojo como un plato y las mejillas encendidas.

Entre el bien y el malWhere stories live. Discover now