09 - Cambio de perspectiva.

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Claudia

Subí las escaleras con calma, cabizbaja. No entendía qué diablos acababa de pasar. ¿Por qué le había besado? ¿Por qué me había rechazado? Estaba harta de ver por las calles a niñas casadas a mi edad, casi con hijos ya. Sin embargo, Jared me había rechazado por ser mucho más pequeña que él. No lo entiendo. Quizá es que simplemente esté destinada al rechazo eterno, como han hecho mis padres y todos conmigo siempre.

Mi padre era un borracho que no se quería ni a sí mismo y mi madre... Mi madre simplemente era una puta más de la calle, literalmente, porque era su trabajo. El único que siempre me entendió y nunca me apartó de su lado fue Rick. ¿Qué será de él?

Me senté en el escritorio al entrar en la habitación y cogí una hoja de papel y mis colores y empecé a dibujar. Intenté plasmar en el dibujo cómo me sentía: usé colores que expresaran mi tristeza, un corazón roto declararía cómo estaba en ese momento y como he estado prácticamente desde que nací.

Escuché cómo la puerta de la habitación se abrió. Estaba segura que era Jared; siquiera hacía falta girarme para saber que era él, simplemente lo sentía. Se puso a mi lado de cuclillas y me acarició la cabeza. Su tacto me puso nerviosa e hizo que me saliera del trazo, pero creo que no se dio siquiera cuenta.

—Claudia, lo de antes... Sabes que no está bien, ¿verdad? Ha sido un completo error —paré de dibujar, sin querer mirarlo. Otra vez venía a machacarme y recordarme que me había rechazado. Maldito seas, Jared... Resoplé y le miré.

—¿Y por qué no? ¿Sólo porque eres mayor que yo? He venido a por ti, Jared. De alguna forma estamos conectados, estoy segura. Noté la forma especial en la que me abrazabas anoche mientras dormíamos. ¿Es que me vas a decir que no me has echado de menos en todo este tiempo? —de mis ojos empezaron a brotar lágrimas conforme salían mis palabras. Él se limitó a fruncir el ceño y alzar su mano para hacerme callar.

—Precisamente por eso, porque soy mayor que tú, Claudia. Te veo y me acuerdo de mi sobrina, princesa... ¿Que te abrazo de forma especial? Puede ser. Pero sólo porque necesito protegerte. Claro que siento esa conexión, ¡y te quiero! Pero no de la forma que tú a mí. Y por supuesto que te he echado de menos; aun estando viviendo esta pesadilla, no hubo un sólo instante en el que no me acordara de ti y me preguntara si estarías bien.

Sus palabras me estaban haciendo daño. No sólo me había rechazado en la cocina, sino que venía a recordármelo y tratar de excusarse. Espera... ¿Qué acaba de decir? ¿Me ha echado de menos? Una sonrisa se dibujó en mi cara con esas simples palabras y acabé abrazándome a él; simplemente lo necesitaba. Él respondió a mi abrazo quedándose en silencio.

—Claudia. Lo mejor es que durmamos en habitaciones separadas —me separé de él y lo miré con el ceño fruncido—. No quiero que nada te lleve a la confusión y, además, creo que si te quedas con otra mujer, os entenderéis mejor. Hay necesidades femeninas que un hombre no llega a comprender —torció el morro. Yo ladeé la cabeza. Algo me decía en mi instinto que me haría quedarme con esa pelirroja.

—¿Vas a volver a distanciarte de mí? ¿Después de todo lo que he pasado para estar contigo? ¡No puedes hacerme esto, Jared! —una vez más me hizo callar, esta vez poniéndome las manos sobre los hombros y negando con la cabeza.

—No, preciosa... No voy a distanciarme. Sólo vamos a dormir separados, eso es todo. El resto del tiempo podemos estar juntos, te lo prometo —me sonrió de forma dulce y yo asintí de acuerdo con lo que había dicho Jared. Luego alzó el dedo a modo de advertencia—. Pero mañana te quedarás con Marion. Vivianne y yo saldremos a dar una vuelta —eso sí que dolió, me dio una punzada en el estómago. Seguramente lo hice notar en mi rostro.

Entre el bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora