07 - Emociones y secretos

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Nuestros labios llevaban juntos en aquel baile suave varios largos segundos, hasta que por fin reaccioné y me aparté de ella como si quemara, pero manteniéndola agarrada y sentada sobre mis piernas. No sabía por qué lo había hecho ni la razón que la había llevado a ello. La miré a los ojos aún con el desconcierto inundando mi rostro y desvié la mirada hacia Vivianne, la cual me miraba entre horrorizada, asqueada e inquisitiva. Parpadeé un par de veces y carraspeé, mirando a Claudia con seriedad.

—Claudia. Lo que has hecho no está bien. Eres muy pequeña aún...

—¿Por qué no está bien? —me interrumpió—. Soy una mujer, tú un hombre. Tampoco soy tan pequeña, tengo 11 años ya... —fruncí el ceño. ¿11 años? Parecía mucho más pequeña. Pero, aún así...

—No, Claudia. Soy demasiado mayor para ti. ¡Podría ser tu padre! —agarré a la pequeña por la cintura y la bajé de mis piernas, soltándola en el suelo con delicadeza—. No quiero que vuelva a ocurrir, Claudia... ¿Me has oído? —ella asintió con tristeza.

—Me voy al dormitorio a dibujar un rato —sentenció con cierta reticencia.

Desapareció por la puerta de la cocina y escuché cómo sus zapatitos golpeaban la madera de las escaleras, recorriéndolas hacia arriba. Una vez me aseguré de que verdaderamente se había ido, miré a Vivianne con gesto de disculpa.

—No sé qué ha podido pasar, Vivianne. Siento que hayas tenido que presenciar esto —me apreté los lagrimales con los dedos índice y corazón y noté como la chica me posaba una mano en el hombro y apretaba ligeramente.

—No te preocupes, Jared. Es una niña confundida —suspiró—. Está claro que le atraes y me parece bastante normal. Eres un hombre muy atractivo y apuesto —sonrió con las mejillas ligeramente coloradas. Le devolví la sonrisa, con ternura—. Aunque parezca que lo sea, pero no es tan niña, aunque bien es cierto que la diferencia de edad es abismal y es lo raro de la situación —tomé la mano que tenía sobre mi hombro y la acuné entre las mías.

—Lo verdaderamente raro es que no le he dado ni una sola señal, además de que casi la considero mi hija —resoplé—. Tengo que ponerle solución a esto. Quizá... Lo mejor será que duerma en otra habitación, aunque sea cerca mía para mantenerla vigilada. Espero que esto no se interponga en nuestra cita —ella me ofreció una sonrisa dulce y negó con la cabeza.

—Claro que no, Jared. No es culpa tuya. Y, en cuanto a Claudia, quizá podría encargarme yo de ella, ya sabes que entre mujeres nos entendemos mejor —rió—. Hablaremos con Marion para que se quede con ella mientras estamos en el cine —asentí.

—Entonces hablaré con la pequeña y le diré que lo mejor es que se mude contigo... Nos evitaremos problemas —ella asintió—. ¿Te parece que nos veamos mañana sobre esta hora en la entrada del hotel? — sonreí. Ella volvió a asentir y se levantó.

—Allí nos veremos entonces —se inclinó sobre mí y me besó la mejilla.

La seguí con la mirada hasta que desapareció de mi vista y luego me levanté yo, yéndome a mi habitación. Llamé un par de veces a la puerta y me asomé con cuidado por si Claudia "no estaba visible", pero al verla en el escritorio dibujando me acerqué a ella y me puse en cuclillas a su lado, mirando el folio. Eran dibujos con colores apagados, de una niña agarrando un corazón el cual estaba hecho añicos. Realmente sorprendente su habilidad con el trazado, pero bastante tenebroso y oscuro para su edad. Le posé una mano en la cabeza acariciándole los rizos y suspiré.

—Claudia, lo de antes... Sabes que no está bien, ¿verdad? Ha sido un completo error —ella paró de dibujar, con la mirada fija en la hoja aún y resopló, mirándome por fin.

Entre el bien y el malOù les histoires vivent. Découvrez maintenant