21 - Desesperación.

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Angustia es lo que sentí en mi pecho desde el primer momento en el que aparecieron aquellos dos seres. Y la cosa no mejoró cuando Claudia tomó su decisión y fue castigada de esa manera. Mi pequeña... Una vez más era el culpable de su condena; la razón por la que estaba atrapada en la ciudad y por la que nunca volvería a la normalidad. Si yo salía, ella se quedaría. No. Jamás la abandonaré. Ella se ha quedado aquí por mí, y yo me quedaré aquí por ella. A no ser que encuentre una forma de que salgamos los dos.

Mi estado angustioso no mejoró cuando aquel ser la levantó haciéndola flotar y la destrozó de esa forma haciéndola chillar, sangrar y llorar. La forma en la que la dejó caer sobre la piedra... Nadie, salvo yo, se preocupó de ella cuando estaba tirada sin apenas poder respirar. Me acerqué a ella, quería saber cómo estaba. Quería abrazarla y protegerla contra mi pecho, pero no veía el tocarla como una opción. La veía tan frágil...

Todo cambió cuando se despidió de mí de aquella forma y dejó de respirar; su corazón sin pulso. Grité un "NO" bien sonoro y la cogí en brazos como pude, empapándome la ropa y la piel que tenía al descubierto de sangre, y dirigiéndome hacia la casa de Marion y Nicole. Corrí todo lo rápido que pude con mi pequeña en mis brazos, cuan muñequita de trapo. Claudia yacía en mis brazos con los ojos cerrados y la tez tranquila, ensangrentada y prácticamente desnuda. Su cuerpo había cambiado, era más grande, pesaba más... ¿Qué le habían hecho?

Cuando llegué a la puerta de las dos amigas, grité un sonoro "Marion" y, cuando me abrió, su rostro mostró terror.

— ¡¿Jared?! ¡Qué ha pasado! — Mirando a la pequeña.

— El Juicio... Era a Claudia... A mi pequeña... — Contesté con lágrimas en los ojos. — Le han dado a elegir si salir o quedarse y... Creo que puedes adivinar cuál fue su elección... — Se llevó una mano a la boca y pude escuchar los tacones de Nicole bajando a toda velocidad por las escaleras.

— ¡Por Dios! ¿Qué ha...? — Agrandó los ojos cuando vio el cuerpo de Claudia y me miró. — ¡No te quedes ahí! ¡Pasa, pasa! — Me hizo gestos con la mano para que entrara.

— Sí, Jared. Déjala sobre el sofá... — Comentó Marion. Esperé a que pusieran un par de sábanas blancas sobre el mueble para dejar con sumo cuidado a la pequeña. Nicole me apartó con suavidad para que dejara espacio a su amiga y ví como le puso los dedos en el cuello, luego en la muñeca. También pegó la oreja a su pecho. — Está... muerta... — Sentenció la rubia. Me miró con cara de circunstancias a Nicole y ésta última me agarró del brazo y me arrastró fuera de la casa.

— Marion se ocupará de esto. Bajo ningún concepto entres en la casa, Jared. ¿Entendido? — Me miró fijamente a los ojos. Yo tenía la mirada clavada en la puerta, tratando de atravesarla para poder ver qué sucedía dentro, hasta que la mujer me cogió de la mandíbula y tiró de mi cara obligándome a mirarla. — Jared. ¿Te has enterado? — Insistió. Asentí.

Nicole me dejó en la entrada de la casa, con la ropa machada de sangre y cerrándome la puerta en las narices. Su siguiente movimiento fue cerrar todas las cortinas de la casa para que no se pudiera ver qué iba a suceder ahí dentro. Tocaba esperar. Me senté en las escaleras abrazándome las piernas mientras hundía mi cabeza entre mis rodillas y ahí me quedé.

No sé cuánto tiempo transcurrió. De lo único que era consciente fue que de vez en cuando me quedaba dormido y alguien salía de la casa para dejarme algo de comer y beber. En una de las ocasiones, una nota con una petición: "Jared, ve al hotel a descansar, por favor. Aquí no estás haciendo nada y te estás destrozando." Pero no le eché cuenta. Hasta que no tuviera noticias de Claudia, no me movería de allí.

Una de las veces que me quedé dormido y me desperté, no lo hice donde me quedé. Estaba sobre una cama, cómoda. ¿Me habían llevado al hotel? Miré a mi alrededor y pude comprobar que no. Era una casa bien luminosa, con el sonido de las olas de fondo. Me erguí y pude comprobar que me encontraba en la casa donde había estado en la luna de miel con mi mujer. ¿Cómo era eso posible? Quizá Izak me había convencido para volver a beber y estaba alucinando. Me miré en un espejo que había sobre un tocador en la habitación y pude comprobar que tenía barba de varios días y la ropa hecha un desastre: la ropa que llevaba en Innsmouth.

Entre el bien y el malNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ