10 - Pesadillas

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No entendí qué demonios había pasado. Desde un principio pareció mostrar interés en mí, ¿por qué de repente me dejó de lado?

Mantuvimos el silencio todo el camino, pues cada uno pensaba en sus cosas. Al entrar en el hotel escuchamos risas en la cocina y tanto Claudia como yo nos miramos con el ceño fruncido. No nos hizo falta asomarnos para saber que era Vivianne con el chico nuevo, pues su voz aterciopelada era inconfundible. Apreté la mandíbula y eché el aire pesadamente por la nariz ante una mirada inquisitiva de Claudia.

Tiré de la pequeña y la llevé al piso superior. Iba a meterme en el dormitorio con ella cuando tiró de mi mano frenándome frente a mi puerta.

— ¿No dijiste que era mejor que durmiéramos separados? — Frunció el ceño, mostrando confusión.

— Oh, bueno... Como dijiste antes que Vivianne no te gustaba, pensé que... —

— Estaré bien, Jared. No te preocupes por mí. — Me interrumpió. — Conmigo en la habitación no creo que se atreva a llevárselo a la cama. — Me guiñó un ojo. Estaba claro que Claudia quería sabotearla. Sonreí divertido y negué con la cabeza.

— No tienes por qué hacerlo, princesa. Si no quieres volver a su habitación, lo comprenderé. — Claudia negó.

— De verdad, estaré bien. Pero, hazme un favor: no te fíes de ella, no es lo que aparenta. Te prometo que te lo demostraré, Jared. — Asentí algo confundido.

— Como quieras, pequeña. De todas formas ya sabes dónde encontrarme. Si necesitas algo sólo tienes que venir a buscarme. — Mientras hablaba, me agaché frente a la niña y le posé una mano en la cara para acariciarle la mejilla. Ella sonrió y asintió.

— Claro. Descuida. Aunque soy bastante mayorcita para cuidarme solita. — Me sacó la lengua, gesto que me hizo reír.

— Bueno, bueno. — Levanté las manos mostrando las palmas. — Confío en tí, mujerzuela. — Sonreímos los dos y nos abrazamos. — Buenas noches, peque... —

— Buenas noches, Jared. Que descanses. — Nos despedimos y esperé a que Claudia se perdiera de mi vista para entrar en mi habitación y cerrar la puerta tras de mí.

Había sido un día bastante raro. Me sentía frustrado por lo que había ocurrido, pues no sabía de qué forma podría llevar la situación. Lo que estaba claro es que necesitaba dormir y olvidarme de todo, aunque el mundo de los sueños no es que se portara bien conmigo. Llegaba un punto que no sabía cual era peor castigo, si vivir lo que estaba viviendo o soñar lo que soñaba. Fuera como fuere, me desnudé para ponerme el pijama y meterme en la cama.

Por supuesto, dormido no me fui mucho mejor: volví a soñar con Eva, el pececillo, el incendio, con todo. Cuanto peor era mi día, más dura era la pesadilla y eso se notaba en las ojeras que tenía aquella mañana. Fuí al baño como cada día a asearme un poco y traté de calmar mis ojeras con un poco de agua fría, no sirviendo de nada mi esfuerzo, además de que realmente tenía mala cara.

— Tengo que empezar a buscar una forma de salir de aquí... — Pensé en alto.

Salí del baño y me dirigí a la cocina, encontrándome a Vivianne con aquel tipo y Claudia, la cual me miró con carilla de circunstancias dado el percal que se me presentaba. Me acerqué a la pequeña y le dejé un beso en la cabeza.

— Buenos días, por saludar de alguna forma... — Ambos alzaron la mirada: Vivianne con una sonrisa divertida y el otro con gesto escéptico.

— Tienes mala cara, Jared. ¿Mala noche? — Parece que la pelirroja se preocupó por mí. Su mirada cálida hizo que tuviera que recoger ciertas partes que se me habían caído al suelo. Carraspeé ante una incrédula Claudia.

Entre el bien y el malWhere stories live. Discover now