Capítulo #52

712 82 11
                                    

—Cassandra.

Aceleré mi paso.

—Cassandra.

A este punto parecía estar corriendo, sin embargo eso no evitó que me alcanzara.

—Cassandra, detente. —tomó mi brazo y me giró. —Necesitamos hablar.

—No podemos hablar, Demian. —murmuré entré dientes. —No aquí.

—¿Crees que no lo sé? —respondió en voz baja. —Si no fuera importante no vendría a buscarte.

—No podemos arriesgarnos a que nos vean juntos, Demian. Empezarán a sospechar. —advertí.

—Es importante.

Suspiré. —Espero que lo sea.

Demian me tomó de la mano y me guió con rapidez a una de las habitaciones de la casa de Nelson.

La casa era más o menos parecida al recinto, solo que un poco más pequeña y sin jardín. Tenía, aproximadamente y según lo que dijo Nelson, unas 8 habitaciones. Solo 6 estaban ocupadas.

—Por aquí. —murmuró subiendo por una delgada escalera.

—¿A donde crees que vas? —susurré. —¡Demian!

—¡No grites! ¡Solo sube!

Solté un suspiro y subí por las escaleras, rezando internamente que nadie nos descubriera. Al entrar a la habitación, que parecía ser el ático, me sorprendió ver una laptop encima de un intento de escritorio.

—¿Qué es esto, Demian? —pregunté confundida.

—Mi laptop. —respondió acercándose a ella. —Debo enseñarte algo.

—Aún no entiendo que... —el aparato se encendió, dejándome ver un rostro muy familiar. —¿Géminis?

—Hola, Cassandra.

(...)


JILL

Entré a la habitación con un poco de nerviosismo y observé al chico que yacía en la camilla del hospital.

—Sobrevivirá. —comentó una voz a mi espalda.

Me mordí el labio. —Eso espero.

—Está en buenas manos, Jill. —puso su mano en mi hombro, intentando darme ánimos. —Se recuperará.

Suspiré. —Es solo qué... esperaba poder hacer más.

—Hiciste lo que pudiste. En realidad, lo salvaste.

Me di la vuelta. —¿Hablas en serio? —pregunté sorprendida.

—Todo lo que hiciste esos días, tratar de sanarlo, lo ayudaron a sobrevivir todo este tiempo. —respondió.

—Wow...

—No veo porque te sorprendes. —sonrío de lado. —A tu lado cualquiera está a salvo.

—Ya hablamos de esto, Troy. No vamos a...

—No, Jill. Suficiente. —interrumpió. —No entiendo porque debemos seguir siendo amigos, pretender que no hay nada entre nosotros.

—Yo no pretendo.

—Creí que habíamos olvidado eso. —dio un paso hacia mi. —Te conté la verdad, te expliqué todo.

Tragué duro. —Lo sé, y te perdoné.

—¿Entonces por qué no podemos estar juntos? —tomó mi mano, haciendo que la calidez de su tacto me desarmara poco a poco. —¿Por qué me rechazas?

Revenge © |B#3|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora