Capítulo #3

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Una semana después

-¿Quieres comer, Cass? -pregunto Jill sentándose a mi lado.

Negué con la cabeza. -No quiero hacer, Jill.

-¡Pero si no has comido! -exclamó Géminis desde la cocina.

Suspiré. -No quiero, Géminis.

-Qué estés con el humor hasta el suelo por lo que paso con Luke no va hacer que no comas mi estupenda sopa. -dijo Géminis llegando con un tazón en las manos.

-No, chicas. En serio, no tengo hambre. -dije alejándome de Géminis.

-Iré arriba a llamar a Troy. -dijo Jill en un suspiro.

-Seguiré intentando para que coma.

-No lo haré.

Mi amiga rodó los ojos y se sentó en el otro sillón de la estancia. Sabia que Géminis estaba cansada de estar intentando que comiera, que estaba cansada de cocinar comida que me negaba a comer, pero simplemente no tenía ganas de comer.

Exactamente hace una semana había tenido una discusión con Luke y nos habíamos distanciado. Dos días después de todo lo que pasó, Luke salió del hospital y desde ese día no volvimos a hablarnos. Cada vez que nos reuníamos con los chicos -que en la semana habían sido tres ocasiones- nuestras miradas nunca se cruzaban y tratábamos de nunca hablar o cruzar, ni siquiera podíamos estar solos en el lugar. La semana pasada había sido dura para mi, ya que al no cruzar palabra o miradas el ambiente se tornaba tenso e incómodo y eso no ayudaba con los chicos. Era muy incómodo y doloroso para mi, porque no lograba averiguar que era lo que pasaría con nosotros ahora.

Y ahora no era con lo que quería lidiar. Solo quería quedarme en casa, acurrucada en mi sofá viendo la televisión, sumergida en mis pensamientos. Pero mis amigas no me dejaban seguir mi plan, porque en sonido de la puerta abrirse y azotar con la pared me hizo entender que no en sumergiría en mis pensamientos.

-¡Ya llegué, perras! -exclamaron desde el umbral de la puerta principal.

-Karina. -dije en un suspiro. -Que alegría verte.

-Oh, perra desgraciada, ¿así es como recibes a tu amiga?

-Karina...

-Este estado te esta afectando realmente, nena. -dijo poniendo sus manos en sus caderas.

-No ha querido comer. -comentó Géminis con la boca llena. Al parecer alguien si estaba disfrutando de la comida.

-Eso explica el mal humor. -dijo Karina. -Comete un snickers.

-Karina, cállate. -dije no muy divertida por su chiste.

Mi amiga rodó los ojos antes de sentarse a mi lado.

-Vamos, Cass, deja ese humor y sonríe. -dijo mirándome suplicante. -Vamos al club y hay que divertirnos.

-No quiero ir. -respondí. -Entiendan eso, por favor, chicas.

-No es una sugerencia, Cassy. Es una orden. -dijo Jill bajando las escaleras.

En su mano derecha tenía cuatro vestidos; uno azul eléctrico, uno negro, uno plata y el último de un color rosa chillón. Mientras que en la otra mano, de forma ágil, llevaba cajas de zapatos.

Miré a mis amigas alternativamente. -¿Ustedes...?

-Te vamos a llevar al club al que siempre íbamos y te vas a divertir. -dijo Karina sonriendo ampliamente. -Y no te puedes negar.

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