Prólogo...

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Narrador Omnisciente...

-¡Géminis! ¡Estas hermosa! -exclamó Jill con una gran sonrisa.

-Ese vestido te favorece. -dijo Karina. -Sabía que te quedaría perfecto.

-Aún no puedo creer que le dijeras que sí. -comentó Yoselyn. -Teniendo en cuenta que no eras una chica de mostrar sentimientos.

-Lo amo. -respondió Géminis mientras se miraba en el espejo.

-¿Ya estás lista? -preguntó Cassandra, quien había entrado por la puerta de la habitación. -Leonardo esta que lo comen los nervios.

Géminis soltó una risilla. -¿En serio?

Cassandra asintió. -Demasiado.

-Es de mala suerte ver al novio antes de la Boda. -reprendió Karina a Cassandra.

Cassandra rodó los ojos. -Eso solo en las bodas, Kari.

-¡Por eso! -exclamó esta última. -Ahora vas a tener mala suerte para tu boda.

-Que graciosa. -dijo Cassandra sarcástica. -¿Lista, Géminis?

Géminis asintió. -Sí.

Casandra abrió la puerta y, seguida de Jill, Karina y Yoselyn, salieron. Enfrente de la habitación estaba la de Leonardo, donde se encontraban Luke, Troy, Luther, Ed y West.

Cuando las chicas salieron, todos los chicos ya estaban afuera, todos excepto Leonardo que tenía que estar ya en el altar.

-Wow...Géminis...estás...Wow. -balbuceó Troy.

Géminis rió. -Gracias, Troy.

-Bueno, ¿qué estamos esperando? ¡Tienes que ir a casarte, mujer! -exclamó Jill sonriendo.

Géminis, a pesar de estar harta de Jill, sonrío y salió corriendo por el pasillo que la llevaba al salón.

-Bueno, es hora. -dijo Cassandra con una sonrisa.

(...)

-Leonardo Grayson, ¿aceptas a Géminis como tú legítima esposa? -preguntó el sacerdote.

-Acepto. -respondió Leonardo sin quitarle la mirada a Géminis.

-Géminis Russell, ¿aceptas a Leonardo como tú legítimo esposo?

-Acepto. -respondió Géminis de la misma manera que Leonardo.

-Entonces, por el poder que se me concede, los declaro marido y...

-Yo me opongo. -interrumpió una voz ronca y masculina. Todos miraron hacia atrás, de dónde provenía la voz.

Cassandra, que estaba parada detrás de Géminis, soltó un jadeo de sorpresa al reconocer al chico que estaba parado en la entrada. Y al parecer no fue la única, ya que los chicos estaban tensos y con las manos en puño.

-Lo lamento, caballero. Esa parte ya ha pasado. Su objeción no es válida. -dijo el sacerdote de manera amable.

-Yo también lo lamento, señor. -respondió.

-¿Qué cosa? -preguntó el sacerdote.

No hubo respuesta. En lugar de eso una daga en llamas fue directo al pecho del sacerdote. Un quejido salió de su boca, y la sala se llevo de grititos y jadeos de sorpresa y horro.

-Bueno, me encanta saber que hubo una boda y no me invitaron. -comenzó mientras caminaba por la alfombra.

Leonardo se interpuso entre Géminis, protegiéndola. -Aléjate.

Revenge © |B#3|Where stories live. Discover now