"Buenos días, dormilona."

"Dinah, por favor, no vuelvas a hacer eso." 

"No tendría que venir a asegurarme de que no te caíste por las escaleras y moriste en el acto si contestaras mis llamadas." La polinesia se adueñó de una manzana roja que había en un bol, en el centro de la isla. "Estuve toda la noche llamando y jamás encendiste el teléfono siquiera, ahora te encuentro de lo más contenta, moviendo el trasero mientras haces..." Se asomó por encima de mi hombro y se relamió los labios al ver los buñuelos. "Huelen bien." Le dio un mordisco a la fruta. 

Apagué el fuego y serví los esponjosos buñuelos en un plato, cubriéndolos con algunas servilletas para que absorbieran el aceite. Tenía que sacar a Dinah rápido, antes de que pudiera leer en mi cara que le estaba ocultando algo. 

"Esa camiseta no es tuya." Actúa normal, actúa normal.  

"¿D-de qué hablas? Claro que es mía." Achicó los ojos, viéndome de arriba a abajo. Afortunadamente aquella camiseta me llegaba casi hasta las rodillas, por lo que no podría ver mis bragas. 

"Por supuesto que no. Mira, te queda por la mitad de los muslos, tú no usas ropa grande. Esa más bien es-" 

"¡Mi padre! E-es de mi padre, sí." Alzó una ceja, no muy convencida. "Creo que ya deberías ir, tengo que..." Piensa rápido. "Ducharme." Ding, ding, punto para Cabello. Y es que en realidad, sí tenía que hacerlo. "Ya, se me hace tarde." 

"¿Para qué?" Cuestionó confundida. Lo mejor sería mantener la boca cerrada y arrastrarla fuera. 

"¡Eso no importa!" Posé mis manos en sus hombros y la giré, empujándola. 

"Bien, me iré, pero esto no se queda así. Lo que sea que esté ocurriendo, voy a enterarme de ello y-" 

"Camz, ¿vuelves a la cama o..?" Apreté los párpados al escuchar aquella voz ronca. Estaba perdida, ahora nunca me quitaría a Dinah de encima. La ojiverde se paralizó en medio de las escaleras, observándonos a ella y a mí. Llevaba sólo un par de bóxers junto con un top deportivo y pude ver los engranajes girando como locos en el cerebro de la más alta, hasta que fue capaz de unir puntos y volteó el cuello para mirarme con la boca y ojos bien abiertos. 

"Oh. Mi dios." Murmuró. "Ustedes dos..." Nos apuntó. Las mejillas de Lauren iban tornándose del color de un tomate y agaché la cabeza, vencida. "¿Estaban..? Bueno, eso explica la camiseta." 

"Dinah, ya, sólo..." Negué despaciosamente, preguntándome cómo haría para verla a los ojos. "Luego hablamos." 

"Oh, sí, claro que hablaremos luego." Dijo mientras caminaba hacia la puerta. "Quiero detalles, ¿me oyes?" Abrió la puerta y dio media vuelta para tocar la punta de mi nariz con su índice. "No te librarás tan fácil de mí, Chancho. Y tú," Señaló a Lauren, quien permanecía parada en el último escalón. "Dime que usaste protección." 

Ay diosito.

"S-sí usé..." Susurró la jugadora de softball desde su sitio.

"Perfecto entonces, pueden continuar con lo suyo." Sonrió cordialmente a ambas y emprendió camino hacia su coche. "Las veré el lunes." Entró al vehículo y bajó la ventanilla para agitar la mano, dando una vuelta en U que probablemente no estaba permitida en esa calle, pero Dinah era Dinah.

Cerré la puerta y recargué la espalda contra la misma, tomando una gran bocanada de aire y soltándola. Lauren se acercó a mí rascándose la nuca.

"Uh, lo siento, no sabía que alguien vendría." Las comisuras de mis labios se extendieron levemente hacia arriba. 

"Está bien, no fue tu culpa." La miré a los ojos, ahora descansados y sin bolsas por debajo. "Preparé buñuelos, ¿quieres?" El rostro se le iluminó y sus manos me tomaron de la cintura para atraerme a su cuerpo. Liberé una risita cuando besó rápidamente mi cuello y después mis labios con más detenimiento. "Tienes sabor a menta." Dije con el ceño fruncido y asintió.

Sweet Hell (Camren G!P)Where stories live. Discover now