Capítulo 15 | Planes imperfectos.

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—¡Hola! Eres... —la escucho dudosa y sonrió mostrando todos sus dientes—, la chica que llamo hace unas horas. ¡Eres preciosa!

Todavía estaba allí, entre la confusión y la incertidumbre.

Una pequeña de al menos cuatro o cinco años, la miraba fijamente preguntándose quien era la extraña pelirroja que tocaba su puerta. Noelle también se preguntó lo mismo y rápido recordó la llamada que tuvo por teléfono cuando una vocecita cantarina le hablo al otro extremo. Era muy hermosa, tenía el cabello rojizo, los ojos claros, aunque no distinguía muy bien el color porque le impedía al sol mira sus ojos, y era blanca, aunque no tanto, ya que de seguro había tomado algo de sol en algunas vacaciones.

Era hermosa. Juraría que sintió como su cabeza dio vueltas y se sostuvo del umbral de la puerta. Debía controlarse. Sentía algo extraño correr por su interior, era como un presentimiento o la misma sensación que sintió cuando Louise murió.

—¡Oh! —dio un golpecito suave en su frente y asintió, dejando escapar una risita suave—. Si, ella soy yo... aunque la preciosa aquí eres tú.

La niña negó.

—¡Eres preciosa! —menciono de forma divertida y luego agrego—. ¿Vienes a ver a papa?

Trago saliva.

—¿Clarence es tu papa? —casi pregunto en un hilo de voz y la pequeña asintió, dándole otra sonrisa tierna.

—¿Quién mas podrí...?

Una silueta hizo que la niña diera un brusco paso hacia atrás y a continuación salió una mujer de cabello oscuro, mejillas rosadas de seguro por el arduo trabajo que tenía en la cocina y se estampo en donde segundos antes se encontraba la pequeña. No debía tener mas de cuarenta años, a excepción de que tenía líneas de expresión en la comisura de sus labios.

—¿Algo en que la pueda ayudar señorita? —pregunto la mujer, frunciendo el ceño en su dirección y dándole un vistazo rápido al auto de Alexander que se encontraba a escasos centímetros de la casa.

Noelle bajo la mirada hacia su mano y le extendió la tarjeta de Clarence que le entrego aquel día que se habían visto, el encuentro poco fortuito que habían tenido después de tanto. La mujer tardo unos segundos en leer lo que decía la tarjeta y sin ninguna expresión, hizo un ademan con la mano. Poco amable.

—El señor Evanson no esta en casa... Se encuentra haciendo unos negocios en la ciudad, yo le diré que vino a verle —dijo dando unos pasos hacia atrás al nivel de su puerta y comenzó a empujarla haciendo que Noelle retrocediera hasta llegar al porche—. Espero tenga buen día.

—Pero si ni sabe...

La puerta se abrió al frente de sus narices y la pelirroja recupero la compostura en pocos minutos. Su mirada fue hacia una de las ventanas de la casa, en donde la pequeña la miraba de forma triste y despidiéndose de ella. Ya que no lo había podido hacer de no haber llegado esa mujer a detenerla.

Cuando subió al auto todo fue silencio. Inclusive el camino a casa, el silencio comenzaba a incomodar a Alexander hasta que, sin poder evitarlo más, pensó en algo que decir. Pero la curiosidad le gano.

—Espero que no suene demasiado entrometido, pero... —comenzó a decir mientras conducía hacia la empresa— ¿de quien era esa casa? ¿y por que tuvimos que ir allí?

Noelle salió de sus pensamientos y ladeo el rostro a mirar a su acompañante.

—Negocios.

—Perdóname, pero eso que acabo de ver, no pareció negocios. ¿Algo malo esta pasando?

Forbidden © ( En edición 2023)Where stories live. Discover now