Capítulo 06 | Mentiras Verdaderas

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—No hay ni un puto día que no piense en ti.

Esa confesión creaba sensaciones en el cuerpo de Noelle, que jamás sintió, al menos, no de esa forma. Gabriel había sido algo lento y respetuoso al principio, pero aquel que la apretujaba contra la puerta del Jeep Commander era muchísimo más atractivo que el recatado y serio Gabriel Ainsworth que conoció.

El deseo de que estuvieran solos, se agrando en la atmosfera que habían creado, no aguantaba un poco más. Todo paso tan rápido que no se puso a pensar que estaban siendo la miradita de todas las personas que pasaban. ¿Qué pasaría si los vieran así? No era seguro.

Su cerebro quería mandar el mensaje de alejarlo, pero su corazón quería que la apretujarlo más contra ella. Que fueran a un lugar privado para que estuvieran juntos. Gabriel hacia que la antigua Noelle saliera de su cauce, y si lo hacía, lo lamentaría.

La falta de aire fue como una bomba de tiempo y se alejó de ella no sin antes morder su labio inferior, capturarlo entre sus dientes y juguetear con el mismo durante un rato. Ese hombre si podía arrancar suspiros si seguía de esa forma. El mayor de los Ainsworth se le quedo mirando fascinado, nunca había visto a una mujer tan sensual como ella. ¿Cómo era que todavía estaba soltera? Y no es que fuera a pensar en eso en aquel momento, pero si necesitaba saciar sus ganas de ella. Meterla entre sus sábanas y no dejarla escapar.

Noto que esta se alejaba un poco y lucia algo distante, el sonido de su teléfono hizo que la pequeña burbuja que ambos tuvieron, estallara de un golpe. ¿El beso había sido en vano?

—Debo irme en seguida, ¿te importaría llevarme?

Eso era música para sus oídos, no podía negarse a semejante oferta. No quería alejarse de ella por el momento.

—Con gusto, bonita.


El camino a la casa de Noelle fue tenso y era por lo que había pasado una hora antes. Si hubiera sido otro momento, de seguro hubiera avanzado un poco más, pero las circunstancias no estaban de su parte. Tampoco quería que se sintiera algo incomoda, así que comenzó a buscar entre las nieblas que ella misma creaba en su cabeza, intento conseguir algo que fuera valido para captar su atención.

—Uhm, siento lo que paso hace rato, no pude controlarme...

Noelle aparto la mirada de su teléfono, y miro a Gabriel, quien apretaba el volante con algo de fuerza. Estaba segura que se contenía, y pese a ello, no pudo evitar dejar escapar una risita coqueta. Se detuvieron justo en el semáforo rojo.

—Pero a mí me gusto... —confeso, con rapidez.

Gabriel sintió un calor recorrer su cuerpo y ladeo el rostro para mirarla, su cabello rojizo lucia perfectamente con su piel bronceada. Se quitó el cinturón para acercarse a ella, y tomo su barbilla entre sus dedos para acercarla.

—¿Te gusto? —murmuro cerca de sus labios antes de rozarlos y suspiro pasando su lengua entre los contrarios, deseo por tenerlos junto a él. De inmediato escucharon las bocinas de los autos que estaban atrás—, ¡Maldición!

Lo vio alejarse rápido y colocarse el cinturón, para poner el auto en marcha en dirección a donde habían acordado.

Cristal se encontraba con los brazos cruzados y Alexander dando varias vueltas a su alrededor. El pelinegro se giró a encararla y trago saliva, el rojo terracota le quedaba muy bien acentuado a su cuerpo, traía un traje ajustado que le hacía volver loco. Sus piernas lucían hermosa desde aquel otro punto de la habitación. Se apresuró a rodear sus ojos e ignorarlo de la misma forma que él lo hizo con ella. Unos varios días atrás. No era que fuera vengativa, pero su día no había ido del todo bien y esa escena que le estaba montando Alexander no le parecía agradable.

Forbidden © ( En edición 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora