Capítulo 11 | Sanando heridas. (Pt1)

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Bajo la mirada hacia la nueva montaña de papeles que había en su escritorio, y restregó su cien, intentando relajarse, no soportaba la presión que sus padres le daban y eso que se quedaba una semana más. Quería que ya volvieran a Francia, y no regresaran, no podía con ellos allí. La puerta de su oficina se abrió de par en par, mostrándole a una sonriente Marisse Belanger. Esperaba que no fuera para indicarle algo nuevo que hacer o peor, decirle la última moda de Francia. Eso no lo toleraría, y con el alivio en el alma, tendría que sacarla de su oficina.

-Eres maravillosa, Noelle.

Marisse parecía otra persona; jamás la había escuchado decir tal cosa. ¿Se estaba volviendo loca?

-¿Y ahora que hice? -pregunto, frunciendo el ceño. ¿Quién la entendía? Deseaba que la tierra la tragara y la escupiera lejos de ella.

-Has cerrado trato con Michael Andreatos de dos millones, estoy muy orgullosa de ti. -se acercó a darle unas palmaditas en el hombro poco afectivas y se alejó, sentándose al frente de ella.

Noelle no sabía qué hacer, ni menos que decir. Nunca sabía qué hacer con ella.

-¿Cómo lo sabes?

Ella bufo.

-Las noticias corre muy rápido por Manhattan, Noelle.

-Oh, ya veo... -se recostó de su asiento y asintió, dándose por vencida. Descartando de que el mismísimo Andreatos le hubiera contado de su contrato.

-¿Y cuéntame? ¿Cómo lo hiciste?

Sabía que iba a preguntar lo mismo, así que la frenó de golpe.

-Marisse...

La miro fijamente y sonrió.

-Deberías decirme mama.

Noelle impaciente, ignoro su comentario y suspiro.

-La verdad es que no quiero hablar de esto contigo y si te das cuenta... -señalo el escritorio suyo, en donde se encontraba la multitud de papeles-, tengo muchísimo trabajo. ¿Por qué no vas al spa? Vi que tenían buenas ofertas, Alice puede ayudarte con eso.

La estudio durante unos minutos y asintió, satisfecha.

-Andreatos parece un buen partido, querida, si no estás interesada en Clarence... -comenzó a decir y se detuvo cuando la habitación fue interrumpida por Cristal. Cuando la vio su sonrisa se agrando y mordió el interior de su mejilla, eso le colmaba la paciencia. No tenía nada en contra de su hermana, pero... ¿Por qué demonios la trataban así?

-Y tú, princesa, ¿Qué haces aquí?

Se acercó a ella y beso su mejilla, cariñosamente. Algo que la pelirroja sintió como un pinchazo en el pecho.

-Pues trabajando... -contesto dándole una sonrisa y sin poder entender que hacia allí, se atrevió a preguntar- ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías ido a Francia ayer.

Ella rio como si le hubieran hecho un chiste y miro a Noelle esperando que la ayudara, la cual se encogió de hombros. Haciendo entender que no podía ayudarla.

-Aplacé el viaje, princesa... -respondió sonriéndole-. ¿Por qué no almorzamos juntas?

Cristal miro a su hermana mayor y negó. Puesto habían planeado almorzar juntas en la tarde antes de la reunión de inversionistas, pero su madre parecía no querer comprenderlo.

-Elle y yo, vamos a almorzar juntas.

Su madre comenzó a hacer un ademan con la mano, como prohibiéndole algo.

Forbidden © ( En edición 2023)Where stories live. Discover now