-¿Me ayudarás? -pregunté, ilusionada con no tener que comerme todo eso yo sola.

-No, nena, esto es solo para ti.

Solté un suspiro y, una vez más, terminé masticando y tragando mi propia tortura. No sentía hambre, realmente no lo hacía. Tenía el estómago cerrado, y la ansiedad que me surgía cuando daba el primer mordisco, había desaparecido. Era como si no lo soportara, como si mi cuerpo no pudiese resistir más.

-¿Quieres? Están muy buenas -mentí. El pan no era más que una masa sin sabor en mi boca.

Él negó con la cabeza, frente a mi mediocre intento de engañarlo.

-Si están tan buenas, estoy seguro de que tú podrás acabarlas.

Media hora. Exactamente media hora le tomó comer ese par de tostadas, perdonando aquellos croissants que finalmente Niall se los había comido. Era gracioso, porque el esfuerzo parecía haber valido la pena una vez que recibí mi beso de felicitaciones por parte de mi novio.

*** Punto de vista de Niall ***

Durante la siguiente hora tuve que encargarme de distraer a mi chica de sus deseos por salir corriendo al baño. Fue al rededor de una hora reteniéndola en la cama, llenándola de besos y distrayéndola con cualquier tema de conversación que se me viniera a la cabeza. Necesitaba que aguantara, no podíamos comenzar el día con el pie izquierdo. Teníamos una nueva oportunidad para cambiar el rumbo de las cosas, no era como si pudieramos desperdiciarla.

Finalmente, al cabo de un rato que me pareció suficiente, le permití ir a ducharse para que saliéramos. Esa tarde quería mostrarle mi departamento, pero principalmente, encargarme de que comiera todo lo que necesitaba. Estaba dispuesto a ayudarla, y no permitiría que se saltara ninguna sola comida.

Obedientemente, Aly se duchó y se vistió. Ese día llevaba unos jeans que parecían ser un par de tallas más grandes que la suya, y un polerón que le quedaba como un verdadero vestido sobre ella. Sonreí con amargura frente a su delgada figura. A pesar de que los rasgos de su hermosura se perdieran en su delgadez, seguía siendo bellísima.

Tan solo esperaba que recuperara su peso pronto.

(...)

Tras enseñarle mi departamento, salimos a caminar por las calles de la ciudad buscando algún restaurante que nos agradara a ambos. Cuando ya llevábamos más de media hora caminando sin encontrar nada que le gustara a mi chica, descubrí lo que estaba haciendo.

-Aly... Tarde o temprano entraremos a uno de estos lugares, ya deja de quejarte -le pedí, agotado. Cada sitio tenía un "pero", no había nada que la convenciera, y esto era porque simplemente la idea de comer no la convencía.

Ella guardó silencio, molesta.

-Nena... Sé que es difícil... -le dije, en un suspiro, cogiéndola de la mano-... Aún así, es un esfuerzo que tienes que hacer.

-Cómo sea -dijo, zafándose de mi agarre, y entrando al primer lugar que encontró. Un pequeño restaurante en la esquina que se encontraba prácticamente vacío.

Seguí a mi rubia a paso acelerado, tomando asiento frente a ella en una de las mesas junto a los ventanales que daban a la calle. Rápidamente llegó una pelirroja a atendernos. Observé a Aly antes de realizar el pedido y comprender que dejaba la decisión del menú en mis manos. Dos latas de Coca Cola y para ambos, carne con arroz. Un plato extremadamente sencillo, pero suficiente.

Permanecimos en silencio. Sabía que ella estaba enojada, y odiaba que estuviera así, mas no le daría la razón. Alyssa quería que cediera ante sus caprichos y no lo haría. Me había hecho una promesa, y por lo tanto tenía que cumplirla.

Cuando llegaron nuestros platos fue que sentí que Aly había dejado de ignorarme. Su mirada pareció perderse un instante en el trozo de carne, para luego observarme a mí con un rostro de cachorro abandonado bajo la lluvia.

-Olvídalo, Alyssa. Te lo comes todo -ordené autoritariamente, viendo como la decepción la inundaba.

Mierda. Vaya que era difícil negarle sus peticiones.

Tratando de ignorar los momentos de tensión, empecé a contarle un par de anécdotas de la banda, sin recibir comentarios a cambio. Sin embargo, esto no fue molestia alguna cuando me percaté de que el motivo por el cual no me respondía era porque estaba muy concentrada comiendo.

-Ni pienses que aceptaré un postre -advirtió, dejando el tenedor y el cuchillo en el plato vacío. No pude evitar sonreír y asentirle. Después de todo, ya había comido lo suficiente. De cierto modo, a esas alturas del día empezaba a creer que mi plan si podía funcionar.

Y quizás fue porque me adelanté demasiado a las buenas noticias, pero mi sensación de triunfo sobre su enfermedad no iba a durar mucho tiempo, ya que, una vez que pagamos la cuenta y salimos del pequeño local, Aly de inmediato sugirió la idea de regresar a su departamento. Y yo, estúpida e ingenuamente, accedí.

Lo lamentable sucedió una vez que abrimos la puerta, y ella salió corriendo para encerrarse en el baño a vomitar.

Traté de alcanzarla, pero había sido demasiado tarde. Todos mis intentos por ayudarla habían llegado demasiado tarde.

Molesto, resignado y decepcionado, salí de ese lugar, sabiendo que no tenía nada que hacer ahí. Que lo quisiera o no, Aly estaba jodida, y no tenía vuelta atrás.

Little Things » Niall HoranWhere stories live. Discover now