XXVI. You're Perfect To Me

Mulai dari awal
                                    

(...)

Tras la entrega oficial de las llaves de mi nuevo lugar en la ciudad, pude llevar mis maletas al departamento e instalarme. Posterior a eso, y sin darme tiempo siquiera para almorzar, me fui directamente a ver a Alyssa. De forma que, una vez más, me encontraba llamando a la puerta, impaciente por verla.

Las manos me sudaban. ¿Iría a funcionar? Y, de no ser así, ¿Qué mierda sucedería después?

Muy a favor de mi suerte, no tuve mucho tiempo más para darle rienda suelta a mis nervios, pues antes de darme cuenta, la puerta ya se había abierto, y tenía entre mis brazos a esa rubia que me enloquecía en cada una de las acepciones de la palabra.

-Perdóname... Soy una estúpida -dijo contra mi pecho. Sonreí con amargura. Se estaba disculpando por algo que realmente no lamentaba. ¿Por qué mierda me hacía eso?, ¿Por qué se empeñaba tanto en tratar de engañarme? Toda la ingenuidad y ceguera que alguna vez había tenido, se había esfumado.

-Shh.... Tranquila -murmuré, acariciándole el cabello. Besé su frente y me dedicó una sonrisa, para luego separarnos y adentrarnos al interior del sitio.

¿Y?, ¿Acaso eso era todo?, ¿Borrón y cuenta nueva? No, no iba a dejar que se saliera con la suya.

-Odio decirlo, preciosa... Pero una vez más, tengo que hablar contigo -anuncié, con determinación.

-De qué se trata ahora... -su voz sonaba agotada, como si no quisiera enfrentarme.

-Quiero que comas, Alyssa. Quiero que vuelvas a comer y que dejes de vomitar -mi voz no sonaba a una petición, sino que más bien a una orden. Necesitaba hablarle así, que comprendiera que esto iba muy en serio, que a diferencia de lo que ella creía, todo iba muy en serio.

-De ninguna manera -replicó, tan tajantemente como yo.

Solté un suspiro, buscando la calma que parecía querer escaparse de mis manos. Nos encontrábamos ambos de pie en le living, observándonos fijamente uno al otro.

-Respóndeme, preciosa... ¿Cuánto quieres pesar?

Ella pareció sorprenderse un poco con mi atrevimiento, mas se mantuvo firme. Era jodidamente terca, pero yo podía ser más terco si quería.

-Treinta y cinco kilos.

Palidecí.

¿Treinta y cinco kilos? Treinta y cinco kilos era una cifra jodidamente enferma.

-Cuánto pesas... -volví a hablar, intentando no emitir comentarios al respecto.

-Cuarenta y cinco -respondió en un hilo de voz.

La observé de arriba abajo. No, ella no pesaba cuarenta y cinco kilos. La delgadez extrema de su rostro no me permitía creerle.

-La verdad, Alyssa.

-C-cuarenta -el mundo se me vino abajo frente a esa confesión-... ¡Pero no es suficiente!, ¡Sigo estando gorda, Niall! Incluso me lo han dicho en mi propio trabajo -agregó, frente a la mirada que le había dedicado.

-¿De qué hablas? -no podían ser tan hijos de puta en su trabajo como para jugar con su cuerpo de esa forma. No así.

-Anna me dijo que no iría al desfile de Paris porque no podían mostrar a una modelo con mis problemas de peso.

Bajé la mirada, tratando de resistir. Cada segundo hablando con ella me hacía sentir peor y peor.

-¿No crees que se refería a tu delgadez? -inquirí.

-Obviamente, no -negó.

-Piénsalo así... Cuando modelaste, ella estaba orgullosísima. ¿Qué crees que cambió desde ese entonces? -tenía sentido, ¿No? Anna no parecía una mujer que quería hacer enloquecer a sus modelos. Al contrario, había sido muy considerado de su parte lo que había hecho.

-Basta -me pidió, suplicante.

Sin contenerme, me acerqué hacia ella, tomando su rostro entre mis manos. Necesitaba que sintiera el sentimiento tras cada palabra que le iba a decir, que pudiese entenderme con toda claridad, sin paredes entre nosotros que pudiesen interrumpirnos.

-Aly... Si tu supieras lo mucho que he tenido que ver desde que te fuiste... La cantidad de chicas que he conocido -ella frunció el ceño, con desaprobación. Aún no llegaba a mi punto- ¿Sabes lo que se siente cuando una chica de quince años te dice "gracias, me salvaste la vida" y te enseña las cicatrices de los cortes de sus brazos?, ¿O cuando una chica que estaba al borde del suicidio te confiesa que gracias a ti no cometió una locura? -era cierto, cada puta palabra era cierta-. Permíteme hacer eso contigo, permíteme salvarte.

-No quiero que me salven -murmuró al cabo de un rato.

"No, no lo quieres, pero lo necesitas con desesperación."

Solté su rostro y llevé las manos a mis bolsillos. No podía con ella, así que no me quedaba más que probar con el último recurso.

-En ese caso... Te lo voy a dejar así, Alyssa. Si realmente me amas lo harás por mí y volverás a comer, porque yo no voy a estar contigo si sigues con esta porquería -wow, hasta yo estaba impactado con el rumbo que estaba tomando todo esto.

-¿Qué? -preguntó, estupefacta.

-Mira... -al menos merecía una última explicación antes de darme su veredicto-. No lo estás viendo como es... No te das cuenta. Tú no ves lo que yo veo, estás demasiado cegada con esta obsesión por tu peso como para darte cuenta de lo hermosa que eres, de lo perfecta que eres para mí. Estás aproximándote a ser nada más que huesos, un esqueleto andante y yo no quiero eso para ti, no quiero verte morir de esta forma tan lenta y horrorosa. Lo único que me importa es tu salud, porque te amo... Pero si no me dejas otra opción...

-¡De acuerdo, de acuerdo! -chilló, silenciándome-. Dejaré de hacerlo... Dejaré de vomitar y volveré a comer... -la expresión de su rostro, el sufrimiento con el que aceptaba mi petición, fue lo único que hizo contener la enorme sonrisa que amenazaba con salir. Lo había logrado.

- Y que conste que no lo hago por mi, Nialler. Lo hago por ti.

No era lo que esperaba, pero había funcionado. Gracias a Dios, la estrategia de Harry había dado justo en el blanco.

Little Things » Niall HoranTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang