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El día fue aburrido, Félix se la pasó acostado en su habitación todo el día. Marc no había regresado y Félix empezaba a preocuparse pues pasaba ya la media noche y la preocupación no lo dejaba dormir. Cuando dio la 1:15, Félix había pensado que tal vez Marc había decidido simplemente marcharse, pero la puerta se abrió.

—¿Félix?, ¿sigues despierto? —Dijo Marc tocándole el hombro, Félix se quejó.

—Estas muy frío.

—Lo siento —quitó su mano.

—No hay problema —se levantó y se sentó al lado de Marc— ¿todo bien?

—Si, ya pensé bien las cosas —decía sin mirar a Félix— no quiero que esto termine tan fácil, ¿sabes? —pausa— te juro que conté los días desde que te fuiste para volver a verte.

—Marc, yo tampoco quiero que las cosas acaben así —busco la mirada de Marc— nunca había querido a nadie como te he querido a ti, me haces sentir de una manera que no puedo explicar.

—Félix, te amo —dijo Marc mientras se acercaba a él, Félix se puso rojo.

—Yo... yo también te amo —Los nervios podían notarse en su voz.

Marc acortó la distancia entre sus labios, dándole un beso desesperado al tiempo que metía sus manos por debajo de la playera de Félix, haciéndolo estremecer con su tacto. En un movimiento rápido Marc quitó la camisa de Félix y empezo a besar su pecho y abdomen.

—Solo venía por unas cosas... —habló Tristan al tiempo que abría la puerta— lo... lo siento, no quería interrumpir.

—No hay problema —dijo Félix tratando de recuperar el ritmo de su respiración.

—Tomaré mis cosas y me iré de nuevo.

Marc sólo volteo los ojos, después de unos minutos en los que Tristan estaba buscando quien sabe que, Marc y Félix pudieron quedarse solos de nuevo.

—¿Dónde estábamos? —dijo Félix mientras se acercaba a Marc.

—Lo siento bebé, será otro día —le dio un pequeño beso en la frente— estoy cansado.

—Hace un rato no parecía —se quejó Félix.

—Ya, tranquilo —rió enternecido por el puchero que Félix hacía inconscientemente— será luego.

Marc se quito la playera y se acostó en la cama, agarrando a Félix por la cintura y abrazandolo para después caer dormido.

Mientras tanto Tristan y Owen se encontraban acostados cada quien en una cama.

—Tristan —Owen llamó su atención.

—¿Qué pasa Owen? —contestó.

—¿Cómo supiste que te gustaba Félix? —preguntó un poco nervioso.

—Me sentía muy bien estando con él, simplemente lo supe —pausa— claro, después de dudarlo un poco —sonrió.

—Oh, entiendo...

—¿Por qué?, ¿te gusta alguien? —preguntó Tristan curioso.

—Si —dijo— no, mierda no —se apresuró a decir— estúpido problema de sinceridad —Tristan rió.

—¿Quién es?, ¿es linda?

—Muy lindo —pausa— ah, joder  —Tristan abrió los ojos como platos.

—¿Lindo?

—Olvidalo —dijo rápido.

—En serio tienes un problema de sinceridad, ¿no?

Retos y Apuestas |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora