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El martes en la escuela fue igual que el lunes, a excepción de la pesada de Hilary, sólo que esta vez, todos se la pasaban mirandolos y susurrando cosas. Esto ponía a Félix realmente incómodo, pero como a Marc parecía no importarle Félix no decía nada.

Antes de que Marc llegará a casa de Félix, todo ya estaba listo, todos estaban arreglados y la comida se encontraba lista. En la escuela, Félix le había dicho que se fuera un poco formal, no le dijo el motivo pero Marc no preguntó más de una vez.
A las 8 en punto el timbre sonó.

—Marc, pasa —dijo Félix después de abrir la puerta.

Félix pasó a Marc a la sala, donde estaban todos sentados. Para ese entonces, Marc ya sospechaba que estaba pasando.

—Mamá, papá, Lea —agarró a Marc de la mano— les presento a Marc, si, sé que ya lo conocían, pero esta vez se los presentó como mi novio.

—Muchas felicidades —dijo la mamá de Félix.

—Lo mismo digo hijo —habló ahora su papá— me alegra que sea Marc y no otra persona —Le sonrió a Marc y le dio una palmada en el hombro.

Marc no podía decir nada, se sentía una vez más como la persona más horrible de todo el mundo, ¿qué iba a pasar después del plan? No lo sabía, tampoco era capaz de humillar a Félix en público.

La cena transcurrió normal, todos hablando bien y comiendo. Cuando terminaron tal y como la otra vez, Marc y Félix se quedaron solos en la cocina.

—Gracias Félix —dijo Marc después de un rato en silencio.

—No hay de que, a pesar de que has venido sólo unas cuantas veces puedo jurar que te adoran —Marc rió.

—Sabes, esto no viene al tema pero sigo con la duda, si te molesta dime y no vuelvo a preguntar —Félix asintió— ¿Qué es lo que pasa con ese tipo Sam?

Félix se quedó callado unos segundos, pensando en si era conveniente contarle a Marc todo lo que pasó con Sam.

—Está bien, te contaré, pero no aquí ¿Si?

Marc y Félix salieron al patio trasero de la casa y se acostaron en el pasto.

Todo empezó como hace casi un año...

Félix se encontraba comprando un café, afuera estaba nevando y hacía bastante frío. Félix se sentó en una de las mesas a tomar su café, y cuando acabó llamó a una mesera para pagar el café.

—Disculpe, ¿me trae la cuenta? Por favor.

Alguien ya pago por usted —Félix la miro confundido.

—¿Quién?

—El chico de la mesa de allá —señaló una mesa que estaba frente a la de él.

En dicha mesa se encontraba un chico rubio, con ojos de un color esmeralda que podían verse desde donde Félix estaba. Este, al ver que hablaban de él, le sonrió a Félix y lo saludo con la mano, luego se paró y se dirigió a la mesa de Félix.

Disculpa, ¿te conozco? —preguntó Félix en cuanto el chico ya estaba en su mesa, este rió.

—Mi nombre es Sam.

Félix —dijo, aún confundido— ¿Por qué pagaste por mi?

Retos y Apuestas |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora