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—Hola, Félix —habló una voz detrás suyo, una voz muy apenas conocida para él.

—Sam —contestó, casi en un susurro. Su cara no expresaba más que sorpresa.

—¿Cómo estás? —preguntó seguido de una pequeña risa, una risa que sonaba demasiado dulce— Desde hace tiempo no sé nada de ti, me preguntaba si podíamos hablar un poco.

—¿Me esperas un segundo? —sin esperar respuesta, Félix tomo el teléfono en el que todavía transcurría su llamada con Tiana, para seguido hablar con los nervios haciendo su voz temblar— Tiana, es Sam —susurró.

—¿Qué quiere? —cuestionó con un tono de voz que Félix no escuchaba a menudo.

—No lo sé —seguía susurrando, los nervios no le permitían hablar más fuerte.

—Pon los dos teléfonos en altavoz —exigió, ella sabía lo que hacía.

Félix, actuando a causa de los nervios no pudo hacer más que obedecer órdenes de su mejor amiga.

—Sam —llamó, para captar su atención.

—Tiana, es encantador escuchar de ti, pero ¿me dejarías hablar con Félix? —a veces Sam podía ser sorprendente, después de lo que hizo, ¿se atrevía a hablar de tal manera?

—Félix es mi amigo Sam, y no quiero que vengas a hacerle más daño del que ya le has hecho —para ese entonces Tiana estaba bastante enojada, no hacía falta más que escuchar su voz para ponerse roja del puro coraje.

—¿Puedo hablar con Félix? —repitió, con aquel tono dulce que le quedaba incluso extraño para aquella horrible persona que en realidad era.

—Si me entero de que Félix ha llorado por culos tuya una vez más, sabes de lo que soy capaz de hacer —advirtió por último para después colgar.

—¿Félix? —ignoró el comentario de Tiana— ¿sigues ahí?

—Sam, realmente no quiero hacer esto y te lo pediré de la mejor manera, ¿podrías dejar de buscarme?—contestó después de haber dado un suspiro y armarse de valor.

—Yo solo quería saber si algún día nos podíamos ver —ahora más que nada, se escuchaba triste, cosa que hizo a Félix sentirse un poco culpable a pesar de que no tenía ni la más mínima razón por la cual sentirse así.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Sam?

—Lo que quiero no puede hablarse por teléfono.

—¿Esperas que acepte salir contigo? —ahora más que nervioso, Félix estaba molesto.

—Por favor Félix, te juro que no haré nada.

—No Sam, no insistas —colgó— Maldita sea, maldita sea —dijo para sí mismo mientras sus ojos se cristalizaban.

El simple hecho de volver a escuchar la voz de Sam ya era lo suficientemente aterrador, el hecho de siquiera pensar en encontrarse con él le provocaba algo mucho más grande que temor, ni siquiera podía encontrar la palabra adecuada para describirlo.

El resto de la noche no fue nada bueno, Félix ni siquiera podía dormir pues los recuerdos de Sam rondaban por su cabeza sin cesar. A pesar de que le costó bastante, al final logró dormir un poco.

Al día siguiente, Félix se sorprendió al ver que Marc no se encontraba en la parada del autobús, aunque al mismo tiempo se sentía aliviado.
Unos cuantos segundos después de que el pensamiento hubiera cruzado por su mente, un auto paró frente a él.

—Sube Félix, yo te llevo —dijo Marc con aquella sonrisa deslumbrante, después de haber bajado la ventanilla del auto.

Félix dio un suspiro, ¿era buena idea? Odiaba el autobús, pero estar solo con Marc en su auto tampoco sonaba como algo muy tentador.
Al final Félix terminó accediendo, le costaba un poco decir que no.

—Pensé que estaba descompuesto —habló tras haber puesto su cinturón de seguridad, refiriéndose al carro.

—Nada grave, ya funciona de nuevo —mintió, ya que claramente el auto estuvo siempre en perfectas condiciones.

Los 5 minutos de camino restantes fueron silenciosos, sólo con la música de fondo que provenía de la radio. Félix no sabía que decir y a pesar de que Marc siempre quisiera decir algo, no sabía como empezar la conversación.

—Gracias por traerme —habló Félix, un tanto apenado después de que Marc tomara su lugar en el estacionamiento de la escuela.

—No es nada, cuando quieras puedo traerte —sonrió, al tiempo que apagaba el auto y volteaba a verlo.

—Si... gracias —repitió, en un momento muy incómodo.

—Cómo sea —se aclaró la garganta— ¿harás algo hoy?

—No lo creo, ¿por qué? —preguntó, tratando de evitar a toda costa la mirada de Marc.

—¿Te gustaría salir? La verdad es que yo tampoco tengo mucho que hacer —soltó una pequeña risa.

—Claro —dijo después de haber pensado en los pros y contras.

El hecho de que Félix haya aceptado salir con Marc, era solamente para despejarse un poco ya que Tiana no estaba y no tenía nadie más con quien pudiese salir. Y obviamente Sam no era una opción.

El resto del día transcurrió tranquilo aunque Félix se la pasó solo. Cuando Tiana no estaba, el día no tenía mucho sentido.

Justo cuando la última clase del día había terminado, Félix se encontraba ordenando sus cosas y guardando lo necesario para poder hacer tarea en casa. Todo parecía normal, el día había sido aburrido pero no malo y por suerte había logrado no pensar en lo sucedido la noche anterior, hasta que aquella sensación de tranquilidad se vio destruida por una voz que llamaba su nombre, una voz que no creía y no quería escuchar tan pronto. Sam.

Retos y Apuestas |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now