Veinticuatro.

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24.
4 de febrero del 2016.

           

Era un poco más de las una de la madrugada y el silencio inundaba la sala de estar. Norman observó a Julia, con nerviosismo, luego de ayudarle a sentarse en el sofá. Le había impactado la noticia de Blair, a la modelo, que casi se desmaya ahí mismo.

—¿Quieres un vaso de agua, algo? —Le preguntó y ella negó, moviendo la cabeza con rapidez.

Y es que si bien Reedus no lograba comprender por qué la mujer lucía tan pálida y nerviosa, Julia sí. Ella sabía a la perfección por qué había reaccionado así. Mierda, maldijo en su interior, inclusive arrepintiéndose de aquella estupidez que había hecho hace unos meses. Para ser más exactos, el quince de septiembre del año anterior.

Sus intentos de pasar una agradable noche con Norman y sus amigos se había visto esfumada, apenas entraron a la zona VIP del aquel club de Manhattan, pues, no tardó mucho en darse cuenta de que Blair también estaba allí, sólo unas mesas más allá. Su novio tampoco se demoró en hacerlo, y Julia notó cómo los ojos del actor no se despegaban de aquella muchacha que vivía en el mismo edificio que él.

Julia sabía que Blair era una interferencia en su relación con Norman. Mucho antes de conocerla, de hecho, y sólo por ver cómo se le iluminaba al rostro a Reedus cuando hablaba de ella, entendió que esa mujer tenía importancia en la vida del actor. Es por eso que cuando la oportunidad de deshacerse de ella apareció, la tomó, sin siquiera pensar en las consecuencias.

La joven Scott se paró de su asiento y caminó en dirección al baño. Sólo unos segundos después y de manera poco sutil, Norman hizo lo mismo. Julia no dijo nada, aunque sabía que su novio, probablemente, había ido tras esa mujer que tanto desagrado le estaba causando. Ella tenía una idea mejor.

Se puso de pie y caminó hasta la mesa donde Blair se encontraba hace unos segundos. Su plan no era más que alertar al muchacho que parecía ser su novio, creyendo que con esto lograría mantenerla alejada de Norman. Sin embargo, se equivocaba, pues aquel hombre no era su novio; era Paul Fields, y acababa de enterarse de que su supuesta amiga, Bonnie Clarkson, era una muchacha llamada Blair Scott.

—Así que tú eres el novio de Blair Scott —Julia llamó la atención de Paul con facilidad—. Deberías cuidarla un poco más, porque anda de mojigata con mi novio.

—¿Conoces a Blair? —Le preguntó Fields, interesado. La pelirroja asintió y, antes de que pudiese decir algo, Paul volvió a hablar—. Y veo que no te agrada, ¿o me equivoco? —Volvió a asentir—. Entonces, bombón, quiero que me digas todo lo que sabes de ella. Yo te voy a ayudar.

—¿Hablas en serio? —La mujer preguntó, atónita. No pensé que sería tan fácil.

—Créeme que hablo en serio. Esa perra es historia, voy a deshacerme de ella.

Y aunque sabía que quizás aquella medida era muy extrema, no lo era tanto como el amor que guardaba por Norman y, cegada por los celos y la obsesión por el actor, esa noche, aceptó llevar acabo aquel plan.

Las cosas habían salido bien. Blair estaba muerta, o eso creía. Norman no estaba en las mejores condiciones emocionales, pero, sabía que con un poco de tiempo estaría bien. Ella permanecería a su lado y el recuerdo de Scott quedaría en el pasado. Así debía ser.

Pero ahora que acaba de enterarse de la buena nueva, sentía miedo. Más miedo que nunca. Miedo de ir a la cárcel. Miedo de perder a Norman. Pero, hasta ese instante, ignoraba el hecho de que ya era tarde, ya lo había perdido, hace mucho. Ahora, sólo estaba comprobándolo.

—Julia yo... debo ser sincero contigo —La voz de Norman le hizo volver a la realidad, e inclinó la cabeza hacia un lado, con confusión, al mismo tiempo él que se sentaba en el sillón, junto a ella—. Yo... yo amo a Blai...

—Po-podemos arreglarlo —Le interrumpió, sin siquiera interesarle cómo continuaría aquel discurso—. Sólo déjame intentarlo y... yo sé que puedo hacer que me ames.

Norman negó, con tristeza ante la ausencia de resignación de su, ahora, ex novia. No podía engañarse más, quería enfrentar la verdad de una vez por todas, y esa verdad era que él amaba a Blair Scott.

—Siempre la he amado, Julia, siempre ha sido ella. Sé que he sido un imbécil, por estar todo este tiempo ilusionándote, pero no lo he hecho adrede... es sólo que yo... yo pensé que pondría olvidarla... Pero no puedo, en verdad no puedo. Cuando creí que estaba muerta sentí que yo también había muerto y... diablos, ahora que me he enterado que está viva... yo no puedo seguir fingiendo lo que siento. Quiero estar con ella.

Escuchó aquella frase retumbar en su cabeza y, en silencio, asintió.

Mas, en su interior más profundo, aún se negaba a la idea de perder al hombre que amaba.

Miss Nothing - Norman Reedus.Where stories live. Discover now