Dieciocho.

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18.
25 de enero del 2016.

           

El despertador sonó a la misma hora de siempre y aunque ya no había ningún rastro de sueño en mí, mantuve mis ojos cerrados, con fuerza y ganas de no querer abrirlos nunca más. De todos modos, tuve que hacerlo, pues la voz de Julia, a mi lado, me obligó a verle.

—Buenos días, mi amor. —Murmuró, posando con suavidad sus labios sobre mi mejilla.

Me costaba entender que, después de todo, ella siguiera conmigo. Quizás era por lástima o quizás era porque realmente me amaba, pero, fuese cual fuese la razón, me entristecía no poder retribuir ese cariño que me entregaba, de la misma manera. Julia merecía a alguien que la amase de verdad, y ella bien sabía que yo no podía hacerlo. No después de todo lo que había sucedido.

Mojé mi rostro con una abundante cantidad de agua y me miré en el espejo que estaba justo sobre el lavabo, con detención. No importaba que hubiese dormido más de ocho horas, las oscuras ojeras que adornaban mi cara, desde ya hace un tiempo, continuaban ahí, justo en su lugar. Mi aspecto era demacrado y apagado; no mentía cuando decía que Blair se había llevado su vida junto con la mía.

Me vestí rápidamente y tomé las llaves de mi motocicleta, que estaban junto a la mesita de noche, al lado de mi cama. Mi novia entró a la habitación, aún a en pijamas, justo cuando yo ya estaba saliendo de esta.

—Voy a preparar el desayuno, Norm. —Escuché a Julia llamar mi atención, mas no me detuve.

—Tengo que salir. —Me excusé.

—¿Otra vez? —Cuestionó, algo molesta, llevándose las manos a la cintura. Asentí, sin mirarle o darle mucha importancia a su enojo—. ¿Siempre será así? —Volvió a preguntar y me quedé callado, sin saber qué responderle—, ¿siempre se interpondrá entre nosotros? —Musitó, obviamente refiriéndose a Blair, cabizbajo.

La culpa no tardó en aparecer y sacudí la cabeza, frustrado. Di unos rápidos pasos hasta Newman, para después abrazarla, en un intento de explicarle que, en verdad, lo sentía. Y no mentía, en serio no lo hacía; simplemente, el vacío en mi alma era algo más grande que yo.

—Lo estoy intentando. —Prometí, despidiéndome, antes de dejar un beso en su frente y asintió, dándome una sonrisa fingida.

Conduje a gran velocidad, tratando de ahuyentar aquellos tormentosos pensamientos que no me dejaban en paz y sólo me detuve cuando había llegado a mi destino. El cementerio de Marble.

No me costó encontrarle, pues le visitaba cada maldito día de estos cuatro malditos meses.

Blair Sophia Scott Dean
1987 - 2016
Hija, hermana y amiga.

Me arrodillé frente a su tumba, justo como lo hacía cada vez que venía. Me parecía increíble pensar que ya eran cuatro eternos meses desde su partida. Y es que, para mí, se sentía como si sólo hubiese sucedido ayer.

—Mi amor —Susurré y, luego de eso, solté un ahogado respiro. Me era imposible pensar en ella sin soltar una que otra lágrima—, te extraño tanto —Lloriqueé y escondí el rostro en la palma de mis manos—. No sabes cuánto, cuánto, cuánto te extraño, bebé. —Mis sollozos eran audibles y ahogantes, muestra evidente de la agonía que estaba viviendo.

Y sin importar cuánto llorase, no lograba hallar consuelo alguno.

—Prometo que haré justicia por ti, mi amor.

***

—Dijiste que me amabas.

—Le he pedido a Julia que sea mi esposa. Blair... esto es lo mejor para ti.

—Gra-Gracias Norman, me has dejado muy claro lo que tengo que hacer.

Los recuerdos de aquella última conversación se reproducían en mi cabeza, en una mezcla de ansiedad y miedo. Sentimientos que acababan de acrecentarse, sólo con una noticia.

Volví a releer aquella hoja que me habían entregado, sin poder asimilar aun lo que estaba sucediendo. Parecía un maldito sueño, sin embargo, no lo era. La policía había dado con el paradero de Paul Fields y, no sólo eso, sino que, además, estaba listo para ser enjuiciado. Por tráfico y contrabando de drogas, por el homicidio no intencional de Craig, por el homicidio de Gareth y... claro, por el intento frustrado de asesinarme a mí.

—¿Es-esto significa que...? —Balbuceé, bajando la carpeta que sostenía, de manera que quien se encontraba frente a mí lograra divisar mi expresión llena de confusión.

Miré a papá confundida, parpadeante, mientras él asentía con una gran sonrisa en sus labios.

—Es hora de volver a New York, Blair.

Miss Nothing - Norman Reedus.Where stories live. Discover now