Veintitrés.

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23.
3 de febrero del 2016.

           

Abroché el último botón de mi camisa y volteé a verla. Los ojitos de Blair me veían con ternura y suspiré, embobado por tanto amor. Sonreí, aún sin poder creer que ella, realmente, estaba viva. Me sonrió de vuelta, arrullando su cuerpo contra las sábanas, buscando el calor que yo le había quitado cuando me salí de la cama. La sonrisa se borró de mi rostro, a medida que la culpabilidad crecía dentro de mí. Caminé hasta la cama, sentándome en el colchón

—No te quiero dejar sola —Susurré, rozando, torpemente, mi nariz contra su cuello—, te acabo de hacer el amor.

—Tienes que ir... lo entiendo. —Balbuceó, sin embargo, no lograba ocultar del todo aquella sensación de miedo cargaba en su rostro.

—Te amo. —Afirmé, en un intento de matar todas las preguntas que surgían en su cabecita.

—Lo-lo sé —Musitó—. Ahora lo sé. También te amo.

Mi boca aprisionó a la suya, en un apasionado beso. Sus manos se aferraron a mi espalda y me ahogué, al recordar que lo único que me separaba de la desnudez de su cuerpo era la delgada sábana con la que se cubría.

—Diablos, a la mierda Julia, pu-puedo decirle mañana. —Farfullé entre sus labios y se rio, con ganas.

—¡Norman, no! —Me regañó, apartándose de mí.

—Está bien, lo sé —Asumí, frustrado y se rio—. Pero después de eso, estaremos juntos, ¿sí? Serás mi novia y te irás a vivir conmigo. No hay peros, Blair. —Bromeé, sin embargo, su reacción no fue la que esperaba.

—Norman —Murmuró, con seriedad—... yo... ¿por-por qué elegiste estar con Julia en vez de estar conmigo en un comienzo?

Parpadeó, nerviosa, y me quedé en silencio, pues no sabía cómo explicarle los caos mentales que invadían mi cabeza.

—Te lo explicaré, preciosa —Prometí—, pero primero necesito terminar las cosas con Julia, ¿está bien, bebé? —Asintió, obediente, y sonreí—. Te amo desde hace tanto, preciosa, sólo quiero que tengas eso en cuenta, ¿ya? —Respiré con pesadez y la miré—. Tengo que irme. Vendré mañana por la mañana. —Le avisé y sonrió.

—No hagas ruido al salir, Normie, mis padres no saben que estás acá.

Asentí y besé por última vez sus labios, anhelando que ya fuese mañana para poder volver a sentirlos.

—Hey —Le escuché decir, cuando ya me dirigía a la salida de su habitación y volteé—, ¿cómo me encontraste?

—Tengo mis contactos —Le guiñé un ojo y rio—. Te amo.

No me cansaba de decirlo.

***

—Espero que tengas una muy buena excusa, Norman Mark Reedus, ¡porque está vez si te has pasado de la raya!

Apenas entré al departamento, la voz de Julia se hizo presente en el lugar. Caminé hasta la sala de estar y ahí estaba ella; sentada en el sofá, sujetando una copa de vino casi vacía y una cara llena de molestia que era capaz de asustar hasta el mismísimo diablo. Suspiré, con desgano, pues sabía que lo que vendría a continuación no sería lindo, todo lo contrario, sólo empeoraría las cosas. Julia no merecía estar con alguien como yo, que no la amaba, pero, tampoco merecía que rompiera su corazón, como estaba a punto de hacerlo.

—Tenemos que hablar. —Dije, tratando de mantener la calma. Claro estaba que a ella no tenía interés en aquello. De todos modos, se quedó en silencio, cruzada de brazos y lista para escuchar mi explicación—. Es... es sobre Blair. —Suspiré y rodó los ojos, con evidente desagrado.

—¡Siempre es sobre Blair, maldita sea! —Se quejó, poniéndose de pie y sacudiendo los brazos, con ganas—. ¡Blair esto, Blair aquello! ¡Por la mierda, Norman, Blair está muerta!

—No entiendes... —Murmuré, conteniéndome en mis adentros.

—A ver, ¡¿puedes explicarme qué mierda no entiendo?! —Chilló—. ¡¿Que no lo ves?! ¡Está muerta, Norman! ¡muerta! —Repitió—. Así que dime, ¡qué mierda debo entender, si ella está...!

—¡Blair está viva! —Grité, fuerte, logrando que, por fin, se callara.

Su rostro se empalideció y, podría asegurar que, su cuerpo empezó a temblar. Se afirmó contra la pared y la copa de vino se cayó de sus manos, todo producto de la impresión. Y aunque pensé que seguiría gritando, de manera caótica, la situación sólo le permitió tartamudear una pregunta.

—¿Qu-qué?

Miss Nothing - Norman Reedus.Where stories live. Discover now