Ocho.

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8.
9 de julio del 2015.

Entré al departamento y, aunque ya estaba completamente familiarizada con este, no pude evitar sentir cierta incomodidad. Julia me sonrió y caminó desde la sala de estar hacia la cocina como si estuviera en su propia casa. Norman la siguió, no sin antes mirarme, con cierta preocupación en sus ojos. Encorvé mis labios, débilmente, en un intento de demostrarle al actor que todo estaba perfectamente.

Julia, Norman y yo nos habíamos encontrado en el supermercado que estaba a un par de manzanas de nuestro edificio. No sabía si era simplemente por cortesía, o en un intento de que conociera más a la mujer que había robado su corazón, pero, el actor había insistido en invitarme a almorzar con ellos, en su departamento. Por las mismas razones, me vi obligada a aceptar.

Dejé mi bolso en uno de los sillones y seguí los pasos de la muchacha y Norman, dispuesta a ayudar a cocinar aquella pasta que los tres habíamos acordado. Entré a la habitación y eludí ver cómo Julia repartía besos en el rostro de mi mejor amigo, concentrándome en preparar una ensalada para acompañar nuestro almuerzo.

Me sorprendía lo conversadora que Julia Newman podía ser, puesto que, basándome en las antiguas conquistas del actor, imaginé que la pelirroja sería tan quisquillosa y selectiva como ellas. Un punto a su favor, supuse, puesto que, me parecía imposible odiar a una mujer tan sociable y amable como estaba demostrando ser.

-Mierda, he olvidado el orégano -Norman se quejó, mientras revolvía la salsa que preparaba.

-Oh, yo tengo orégano en mi cocina. Iré por él. -Ofrecí, con una sonrisa, dejando a la pareja sola en la cocina.

Caminé por el corredor, y abrí la puerta para salir, justo cuando recordé que no llevaba las llaves conmigo. Volví a cerrar la puerta y retrocedí, dirigiéndome hacia la sala de estar, donde había dejado mi bolso. Tomé las llaves y pretendía, ahora sí, ir hasta mi departamento, mas me detuve junto a la entrada de la cocina, cuando escuché a la voz de Julia hablar de mí.

Asomé mi rostro, sólo un poco, para poder admirar la situación. No sabía que me arrepentiría tanto de aquello.

-¿Es necesario que se quede a comer? -Le preguntó a Norman, abrazándole por detrás, mientras este continuaba revolviendo la salsa.

-No tiene una buena relación con sus padres y su único hermano está muerto -Susurró el actor, concentrado en su preparación-. No tiene a nadie, sólo a mí.

-Pobre chica -Comentó la modelo, descansando su mejilla en la fuerte espalda de Reedus-. Aunque, pareciera que está enamorada de ti, ¿eh?, ¿tengo que preocuparme de aquello? -Escuché una pequeña risita de Norman y sentí mi corazón detenerse-. ¡Te estás riendo, sabes que le gustas! ¿Acaso también te gusta? -Su novia continúo bromeando y me sentí más patética que nunca.

-Claro que no -Suspiró-. Sólo siento, ya sabes... lástima por ella.

Escuchar esas palabras sólo provocó que las llaves se cayeran, de manera involuntaria, de mis manos. Las expresiones faciales de Norman y Julia se transformaron en unas de susto, al ver que había escuchado toda la conversación. Mi vista comenzó a nublarse y sentí mi labio temblar, en una extraña mezcla de ira y tristeza.

Di unos pasos rápidos hasta el sillón, con otro par siguiéndome, tomé mi bolso y volteé, para encontrarme a Reedus, viéndome con arrepentimiento.

-Blair -Musitó, con evidente nerviosismo en su voz. Sus ojos parecían agobiados, pero no podía confiarme de ellos, no más-, no es...

-No -Mascullé, antes de que pudiera disculparse-. No es necesario. Ya entendí.  ¿Lastima? -Cuestioné y solté una carcajada, camuflando el dolor que sentía en ese instante-. ¡No necesito tu jodida lástima, Norman!

-Déjame explicártelo... -Susurró muy despacio, como si no quisiera que Julia escuchase.

Negué con la cabeza, velozmente, mientras ya sentía algunas lágrimas deslizarse por mis mejillas. Di un respiro y, antes de pasar por su lado, le dejé claro que, gracias a él, nuestra amistad había llegado a su fin. Para siempre.

-Ándate a la mierda, Norman.

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Escribir esto me causó mucha tristeza </3

Miss Nothing - Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora