Capitulo 28: Puro juego.

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Capítulo 28: Puro juego. 



En todo el camino, Hugo, durmió recostado de las piernas de Marina. Si no hubiese pasado toda la noche y madrugada molestándola, entonces no tuviera tanto sueño atrasado.

Marina cerraba los ojos mientras el bus ya se desplazaba dentro de la ciudad capital. El led del celular de Hugo le llamó la atención, se veía a través de sus jeans. Tomó el celular del bolsillo de él y lo desbloqueó, deslizando el dedo en la pantalla. Entró en la notificación de Instagram. La gente seguía dando me gusta a su cover y tenía cerca de dos mil reproducciones.

Era demasiado.

Entró a los comentarios, después de que ella comentara aclarando quien era, otras personas comentaban cosas que no eran de interés para ella, pero solo le llamó la atención el comentario de una chica: otoñoiris.

Le sonaba conocido el user, ella comentó una cara con la boca en línea recta. A Marina le chocó ese comentario. Entró a su perfil y vio las fotos de la chica. No sabía de donde era, subía paisajes y fotos de ella. Era rubia, de tez clara y ojos marrones. Entró a su buzón de mensajes, para preguntar por qué utilizó esa cara, pero al entrar, vio que ya había una conversación. Habían hablado antes. Lo último era que ella le daba su número, hablaban sobre que se escribirían por WhatsApp. Marina frunció el ceño, salió de Instagram y fue a WhatsApp, pero estaba protegido con contraseña.

—Aquí nos quedamos. —Pablo se había levantado de su asiento, se detuvo frente al asiento de ellos dos, el bus se había detenido por igual. Él miraba a Marina con el celular en la mano.

Marina topó a Hugo. —Aquí nos quedamos. —Le susurró.

Hugo se levantó, mirando a Marina y después a Pablo. Se descuajó de pie. Abrió bien los ojos después de un par de segundos de dejar pasar el letargo. Marina guardó el celular de Hugo en sus pantalones y le siguió afuera.

Sebastián los esperaba en la entrada de la estación. Los iba a llevar en seguida al autódromo y guardaría sus cosas en el baúl del auto.

Cuando llegaron los cuatro, ya había varias personas allí. Algunos carros corrían en la pista.

—Hoy la gente lo toma para correr, o entrenar, es común ver muchos hijos de papi y mami.

—Qué bueno que nosotros también somos hijos de papi y mami. —Hugo comentó al lado de Marina. Marina tenía el celular de Hugo todavía, y no había dejado de pensar en los mensajes. Tal vez debería buscar ayuda para poder leerlos.

Se alejó un poco de la conversación, y se pegó de las vallas que dividían el área verde y la pista a un área segura. Veía los carros desde allí pensativa.

—¡Marina! —Escuchó la voz de Hugo—. Ven. —Le dijo cuando ella volteó, ahora él estaba más alejado de ella, entrando por un pequeño gacebo hacia la entrada de la pista. Caminó hasta él y vio a Pablo a su lado.

—Demos una vuelta. —Señalaba un auto.

—¿De quién es? —Preguntó Marina.

—Un amigo de Sebastián. —Pablo le respondió cerca de ella—. Estoy llegando a creer que Sebastián tiene muchos amigos.

Hugo se había subido al auto.

—Y yo creo que estas en lo cierto. —Marina le respondió—. Y que es extraño que estés aquí solo.

El regreso de MarinaWhere stories live. Discover now