Capitulo 27: Corazón.

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Capítulo27: Corazón.


Hugo estaba seguro de algo; en cuanto viera a Pablo iba a encestarle un puño en la cara. Cuando se había asegurado de hacerlo, no tenía idea de que lo iba a ver después de varios días y de que iba a ser en una reunión con el team de Santo Domingo en un restaurante de la zona.

Por más que quería romper su mandíbula al verlo, tuvo que contenerse. No podía dar una imagen desagradable en frente del team. Y por más que quisiera, Pablo era parte de su plan ahora.

Así que tuvo que soportarlo. Mientras pasaba el tiempo, mientras más hablaban, Hugo contenía su rabia y esta menguaba... entendió al final que se vería mal que él hiciera eso.

El solo hecho de haber hecho pública esa carta debe ser suficiente castigo para el propio Pablo. Había dejado en evidencia su infantilidad y sus ganas de joder a su novia. Por lo tanto, al finalizar la reunión en donde quedaron invitados para una carrera en Santo Domingo, —la primera que verían en vivo en un autódromo de la capital—, Hugo ignoró a Pablo.

Salió del restaurante, se despidió de Sebastián y quienes lo acompañaban en una Ford, y se dirigió a su auto.

Lo único que le impidió cumplir su cometido fue la voz de Pablo que lo llamó cuando abría ya la puerta para subirse.

—¿Tienes la cara de hablarme, Portorreal?

Pablo, sin miedo, se acercó a Hugo, parándose casi frente a él. —Debes estar feliz de lo que hiciste con Eloise.

Hugo se tuvo hasta que reír de semejante acusación. —¿Pero de verdad?, ¿tienes la cara para decirme eso? ¿Tú crees que yo voy a querer circular una carta donde mi novia ofrece acostarse con un imbécil? —Hugo se tocó la sien—. Estás de remate.

—No sé a qué eres capaz de llegar con tal de alejarla de mí.

—Hay que ser muy cara dura, Portorreal. —Hugo negó para sí mismo—. La carta la tenías tú, y se la diste a tu novia, yo no sé para qué, si solo demostraron que los dos son unos infantiles del carajo, utilizando una cosa de una cría de catorce años para humillarla a sus veinte, cuando ya es prácticamente una adulta. ¿No le ves lo ilógico?

—Por eso, es absurdo. —Pablo admitió—. Que Eloise haya hecho eso es absurdo, te lo repito, pero si lo hizo, es por tu culpa, es lo que quiero que se te meta en la cabeza, la hiciste sentir insegura, haciéndole ver cosas que no son reales.

—¿Qué no son reales? —Hugo le preguntó—. ¿Qué no es real que te quieres coger a Marina?

Pablo ignoró completamente su insinuación. —No quiero pelear, seguro piensas eso. Yo quiero que sepas que aunque tengas la culpa, Eloise lamenta haberse comportado así y le pide disculpas a los dos.

—A mí no me pidan disculpas, sino a Marina.

—Eloise le pedirá disculpas, en cuanto se vean.

—La última vez Marina le quería brincar encima, no querrás que ella te malogre a tu gatita —le dijo burlón.

—Respétala. No le digas así... —Pablo infirió.

—Como digas Portorreal, como digas. —Se subió en su auto y cerró la puerta, marchándose a toda velocidad.

Pablo se quedó en la acera unos segundos con las manos en los bolsillos. El clima estaba muy suave para estar yéndose la primavera. Pensó en la reunión que acababan de tener. Esa invitación había sido muy tentadora. Ese mismo día, Toro también lo había invitado a una carrera en la carretera aledaña al campo de los padres de Juan Mateo. Así que no sabía bien que decidir aun.

El regreso de MarinaOnde histórias criam vida. Descubra agora