Capitulo 6: Enemigo hospitalario.

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Capítulo 6:Enemigos hospitalarios.



Había un foro para los seguidores de las carreras clandestinas de Toro. En el foro, los espectadores en sus casas podían opinar y apostar entre sí. Era una comunidad interactiva, el genio detrás de todo ese sistema era un amigo personal del Toro. Estaban, sin darse cuenta, creando una empresa que les produciría mucho dinero.

Hugo se preparaba. El Toro había conseguido unos trajes todo terreno para los cinco concursantes. Se lo estaba colocando mientras Marina le tomaba una foto y la subía al Instagram personal de él.

Era él, el usual chico misterioso y malo de la escuela. Misterioso porque carecía de amigos, malo, bueno, si contaba el hecho de que le lanzó una silla encima a un profesor. En su defensa, el profesor era irritante. En la escuela de los verdes, estaba este profesor mediocre, que todos odiaban, se metía con todos y los llamaba basura. Los pasaba con el promedio en seis y siempre buscaba una forma de humillarlos.

Hugo se sentaba a la esquina del fondo, usaba siempre sus gafas negras y un jacket de piel encima de su uniforme. El jacket, no era parte de un atuendo o de una imagen. Moría de frio, era muy delgado en esa época, y alto, no retenía bien el calor. Seguía siendo atractivo con ese jacket, algunas chicas suspiraban por él, pero no se atrevían a buscarle.

Todo en su apariencia era una mentira, pero reforzaba su cara de chico malo. Sus verdaderos amigos estaban en el taller, y jugando tenis en el polideportivo de la ciudad. Allí, a diferencia del colegio, el calor del ambiente y la familiaridad, ya no era el chico misterioso y malo, era Hugo, el flaco bonito experto en llamar la atención y con las chicas muertas por él.

Eran dos personalidades distintas, y era la misma persona.

Más de ocho años después, con veinticinco años, seguía siendo el mismo Hugo, amigable con sus amigos y reservado con todo el resto. Podía lanzarle una silla si lo molestaban como hizo ese profesor. También es el mismo que haría recolectas por todos los barrios de clase baja y media para reunir dinero para la operación de una niña de su equipo de tenis.

Sus padres eran medios hippies, los sábados no salían de su casa, trabajaban todos los demás días. Trabajan mucho, para mantener el estilo de vida de media que llevaban. Trataban de darle sus necesidades a Hugo, pero como quiera él se fue de casa.

Ellos todavía estaban heridos por su decisión. No lograban saber porque él los abandonó.

Él los quiere. Simplemente necesitaba ser libre e independiente. Tenía veinticinco años, no tenía mucho más que hacer.

Su cuenta de Instagram, tenía mil seguidores. Al parecer sus ex compañeros del colegio y sus amigos del tenis les gustaban muchos sus fotos. El misterioso Hugo había crecido y es, a diferencia de otros niños atractivos en su juventud, el doble de lo que era antes.

Dejó abajo el celular. Llegaron un par de notificaciones. Marina negó. No podía con las redes sociales, demasiados desconocidos podían decir o hacer cosas hirientes. Pero a Hugo no le importaba, le gustaba la atención que tenía.

Eran las seis de la tarde. Había poca claridad, las nubes estaban disipadas pero parecía que el sol no tenía ganas de calentarlos.

Juan Mateo, el dichoso hijo de padres de la clase alta, una vez más prestó su hogar, o uno de ellos, esta vez, la casa de campo que tenían cerca de donde sería la carrera. La pantalla estaba montada y había sillas, neveritas con hielo y cervezas en lata, y además un asador para hacer hamburguesas y alitas a la parrilla.

El regreso de MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora