Capítulo 7: Los perdedores odiados.

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Capítulo 7: Los perdedores odiados.



Marina le dio las llaves de la camioneta de Hugo a Reynaldo para que condujera hacia donde Pablo se había metido a buscar a Hugo. Eva iba con ellos, en la cabina, estaban los tres metidos, juntos.

—Es que nunca me lo voy a tragar, ¡ganó un maldito verde! —Se quejó Eva con los brazos cruzados. Marina miraba por la ventana mientras la camioneta se movía por todas partes. Era tarde, como las ocho y media.

Hugo estaba tirado en la acera, herido, y con la franela de Pablo amarrada en su pierna lastimada para que no se siguiera desangrando. A un lado de él, estaba Pablo, con la motocicleta parqueada y con las manos en la cabeza.

Estaba en shock. Acababa de perder doscientos cincuenta.

Vio las luces de la camioneta acercarse. Se detuvo casi frente a ellos. Primero se bajó Coco y corrió hacia Hugo, abrazándole y preguntándole si todo estaba bien. Pablo caminó hacia Reynaldo.

—¿Y mi carro?

—Está bien, un amigo lo llevó a mi casa.

—Bien, ven para que vayamos a buscar la moto. Y para que me ayudes a subir al tipo este en la camioneta, no te imaginas el drama que me ha costado traerlo hasta aquí. Se queja más que una nena.

Reynaldo se bajó de la camioneta y vio a Coco con Hugo.

—Demonios, tiene una rama atravesándole la pierna. —Tuvo una cara de disgusto—. ¿Qué te sucedió?

Hugo ignoró, cerró los ojos y siguió recostándose de Marina, quien todavía lo abrazaba. Se mordía la lengua para no quejarse del dolor.

—Es lo que pasa cuando intentas hacer trampa. Intentó engañarnos a todos y...

—Basta. ¿Se van a poner a discutir nimiedades o nos llevaran a un bendito hospital? Está herido, no es tiempo de discursos moralistas. —Marina dijo con veneno.

—Esta niña, ¡puedes dar las gracias, por venir a buscarlo! —Pablo le dirigió la palabra.

—¡Me importa muy poco que hayas venido a buscarlo y después planes malévolamente que se desangre aquí! Si no te ha mandado a callar debes estar seguro que está al desmayarse. Si inicias una buena acción, ¡termínala!

Pablo se quedó observándola. Se molestó. Esa niña... era increíble. ¿Cómo se atrevía a hablarle así después de que él perdiera la carrera por ir a buscar a su novio herido? Decidió no responderle. Reynaldo y Pablo subieron a Hugo a la parte de atrás de la camioneta, con cuidado de no mover mucho su pierna herida, Marina se sentó junto a él, y siguió acariciando su cabeza que estaba recostada en sus piernas. Eva seguía sin salir, echando chispas de lo molesta que estaba.

Decidieron que era mejor buscar la otra motocicleta o sino corrían el riesgo de que alguien se la llevara. Pablo se llevó a Reynaldo en la motocicleta hasta el lugar del accidente, después volvieron los dos cada uno en una. Decidieron subirlas detrás de la camioneta justo al lado de Hugo y Marina.

Pablo se subió para sostenerlas, por si ocurrían imprevistos. Se puso de espaldas a Hugo y a Coco para no ver sus extremas muestras de cariño. Hugo estaba muy tranquilo. Parecía que de tanto dolor se había anestesiado. No se daba cuenta que había perdido, sería la falta de sangre.

En el camino al Hospital que quedaba casi al otro lado de la ciudad, o al menos, donde Hugo tenía seguro médico, dejaron una de las motocicletas donde el Patrocinador. La otra seguía ahí atrás cuando los paramédicos sacaron a Hugo de detrás de la camioneta.

El regreso de MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora