—Entonces ¿qué sugieres? Sin Karamatsu-niisan, el negocio se cae. Es una parte vital de...

— ¿Puedes dejar de pensar por un momento en el negocio, y pensar en nuestra familia, Choromatsu? —reprendió el de rojo, viendo al tercero con coraje. Lo traía ya harto con ese sermón del negocio.

—Pero... —definitivamente nunca le había hablado así. Con que así de serio era el asunto del sacrificio como para hacer perder los estribos tan fácil al primogénito— Tiene razón, aniki. Hay que velar por el bien de nuestros hermanos. Trataré de investigar la forma de traer a Karamatsu-niisan de vuelta...

—Primero, trata de averiguar cómo hacer esas mierdas funcionar de nuevo. Ve si Ichimatsu te puede ayudar, él tuvo bastante contacto con esos espejos —le ordenó Osomatsu, a lo que el de camisa verde asintió y se fue.

Se dirigió de nuevo a la habitación de los espejos, en donde Ichimatsu se encontraba viéndolos fijamente. Como un gato esperando a que le abrieran, se encontraba sentado frente a los espejos, tan concentrado en ellos que no se percató de la llegada del tercer hermano.

—Ichimatsu, ¿qué haces aquí? —al preguntar, el cuarto hermano se sobresaltó.

—Nada, sólo me preguntaba si podía hacer una conexión como la última vez. Me había quedado viéndolos de esta manera, pero parece haber perdido su efecto.

— ¿Te les quedaste viendo de esa manera? —preguntó Choromatsu, sentándose al lado de su hermano.

—Sí, pero como te digo, ya no parece pasar nada. Por más que me esfuerzo por ver algo, no da resultados.

—Sea lo que sea, hay que encontrar la forma de contactar a Karamatsu-niisan, porque...

—Adivino, Osomatsu-niisan está presionando con lo del sacrificio —Ichi dijo, volteando a ver a su hermano mayor.

—Algo así. Presiona con encontrar una forma alternativa para no tener que mandar a nadie al infierno —le replicó Choromatsu.

—Hay que encontrar un modo, debe existir... aunque, los demonios son tramposos. Tal vez pedirle un favor a algún dios nos pueda servir, pero...

—Ya fue Tanabata. De haber sabido de esto, hubiéramos aprovechado la oportunidad para pedirle a Tentei ese favor. En lugar de estar buscando como idiotas por todo Japón —Choromatsu se sentía torpe e idiota por ello, aunque no existían razones reales para hacerlo.

—Ey, Choromatsu-niisan. No te sientas de esa forma. Hicimos lo que pudimos, sólo que no supimos lo que estaba pasando realmente hasta muy tarde. Eso no es culpa nuestra. A cualquiera le hubiera pasado.

—Pero somos los Matsuno. Una de las bandas más peligrosas de todo Japón, si no es que la más peligrosa. Nosotros dominamos Tokio, Shibuya, y demás. Un error así para nosotros es mucho más que eso.

Ichimatsu posó su mano en el hombro de Choromatsu para calmarlo, pues se estaba alterando demasiado por ese pensamiento.

—Seguimos siendo humanos, y cometemos errores como cualquier humano. Si fuéramos perfectos, Karamatsu-niisan no hubiera sido teletransportado. Si fuéramos perfectos, no lo hubieran violado el primer mes que estuvimos aquí. Si fuéramos perfectos, ni siquiera estaríamos en este lugar. Así que relájate, ¿quieres?

Choromatsu no le dijo nada al respecto. Era una persona que no gustaba de recordar el pasado, y por ello le molestó que le recordara el incidente del primer mes.

—Está bien. No me preocuparé más. Pero, aun así, hay que encontrar cómo comunicarnos. Me gustaría hablar con él otra vez.

Ichimatsu asintió también al escuchar eso. Todos querían comunicarse con Karamatsu, y no era algo inesperado. A fin de cuentas, él había sido el hermano mayor durante los ocho años que Osomatsu desapareció. Sentían que le debían tanto, que el no tenerlo con ellos en ese momento era como si él hubiera muerto y todos guardaran luto. El pesar se respiraba todos los días en ese lugar, y Atsushi solo no podía con todos los encargos y negocios de los demás.

Era un hecho, el sistema perfecto de los Matsuno se desmoronaba.

En la plaza del pueblo, los dos Karamatsus estaban descansando bajo un árbol. El doctor le recomendó a Kara-chan que descansara lo más posible y evitara el estrés, cosa que gracias a Karamatsu-san lograba hacer, claro que el estrés y los sentimientos incómodos volvían cada vez que algo en el ambiente les recordaba a Ichimatsu.

Y de hecho era lo que ocurrió en ese momento, al escuchar de repente entre la hierba una camada de gatitos recién nacidos, que al parecer fueron abandonados por su madre.

—Ichimatsu decía, que las gatas suelen abandonar a sus crías cuando éstas no tienen oportunidades de sobrevivir a su lado —empezó a explicar Kara-chan—, así que, para evitarse el dolor de verlos morir, los abandonan.

—Eso es triste —replicó Karamatsu-san—. Pero, creo que es la forma de amar de algunos, ignorar para evitar el dolor.

—Como mis hermanos, ¿no?

—Sí, como ellos. Pero, es un "te lo dije". Ellos te quieren, y por eso ahora están resueltos a no dejarte ir por nada en el mundo. Y eso es un alivio.

Kara-chan iba a seguir la conversación, pero desistió de ello, pues si seguían en ese tema, nuevamente Ichimatsu surgiría en la conversación, e inevitablemente recordaría la última visión que tuvo de él antes de que éste muriera, y lloraría. Y odiaba llorar de esa forma.

—Por cierto, hay algo que te quiero dar —dijo el yakuza, metiendo la mano en el bolsillo de su saco, para luego sacar un pequeño anillo con una turquesa de imitiación —debía serlo para lo barato que salió siendo la piedra que es—, poniéndola en el dedo de Kara-chan, el cual temblaba poco al ver semejante regalo.

—Karamatsu-san... ¿Por qué me das esto? —preguntó el otro, un poco tembloroso mientras el yakuza le colocaba el anillo.

— ¿Recuerdas la plática del otro día? Digamos, que esto es como mi recordatorio personal de ello —dijo acercando la mano del otro para besar la gema.

—Recuerdo también, que dijiste que querías que huyera contigo. Creo que sería un buen momento para hacerlo.

Karamatsu-san lo miró, alegre de su decisión, y abrazándolo con fuerza le dio un beso en la boca. El primer beso desde el Tanabata. Y lo bueno es que, esta vez, fue correspondido.

[BL] Reflejo Desconocido [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora