Cariño

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Todavía tenían un día solos. Los demás posiblemente llegarían en la noche o hasta la mañana siguiente. El ambiente de paz que se respiraba en la casa contentaba a Karamatsu-san, mientras veía en el periódico local alguna vacante de lo que fuera, mientras tuviera una paga decente. Kara-san se dedicaba sólo a observarlo. Le parecía increíble la personalidad de su contraparte, tan centrado y serio. No le gustaba perder el tiempo con tonterías, y muy perseverante.

Con una pluma, Kara-san encerraba en un círculo los trabajos que le interesaban. Kara-chan estaba tan absorto en su mente que le sorprendió cuando el yakuza le habló.

— ¿Tienes estudios profesionales? ¿O hasta qué grado estudiaste? —le preguntó volteando a verlo—. Necesito esa información para saber qué puestos puedo desempeñar.

—E-estudié... vaya, cómo decirlo —agachó la cabeza. Sus estudios eran algo de lo que no le gustaba hablar mucho.

—No me digas que abandonaste la escuela, o que ya no estudiaste la universidad. ¿Es esa la razón por la que tú no...?

—Administración de empresas —soltó Kara-chan de repente, antes de que el otro terminara de hablar.

— ¿Administración de empresas? O sea, ¿asististe a la universidad?

Kara-chan asintió —Sí, pero detesto esa carrera. No es lo mío realmente. Así que trato de encontrar un trabajo que se adecúe a lo que yo busco.

— ¿Y qué es lo que buscas?

—No lo sé realmente. Bueno, me gusta mucho cocinar, pero eso nadie lo sabe afuera de ésta casa. Además, me he hecho de cierta reputación, y esa reputación no es compatible con la cocina.

Karamatsu-san se le quedó viendo. Era tonto lo que Kara-chan decía, pero no tan descabellado, a fin de cuentas. De hecho, si él hubiera tenido la oportunidad de dedicarse a otra cosa alejada del ambiente de la mafia, no le hubiera importado pasar igualmente un par de años sin nada qué hacer.

—Bueno, anda. Ven. Termina el desayuno y vamos a buscar un trabajo —Karamatsu-san se levantó llevando su plato a lavar. En algún momento mientras lavaba su plato y su vaso, se topó con Matsuzo, con quien siempre platicaba de forma animada. Le tenía un trato y un cariño como si fuera su padre en verdad. Cuando Kara-chan terminó, se le acercó al yakuza.

—Veo que te llevas muy bien con papá.

—Sí, es que me trae muchos recuerdos de mi padre.

— ¿Hace mucho que no ves a tu papá?

—... sí. Hace mucho. Años, realmente sin verlo —Kara-san le sonrió. Kara-chan conocía a la perfección esa sonrisa. Era la misma sonrisa que él ponía cuando algo no estaba bien.

Le sostuvo la mano, mirando a sus ojos. —Karamatsu... si algo no está bien, o necesitas que alguien te escuche, puedes contar conmigo siempre que quieras.

Karamatsu-san estaba nuevamente al borde de romperse, pero se pasó la otra mano por el cabello mientras apretaba la mano del otro —No tienes qué preocuparte. Todo está bien. Ahora, andando, no vamos a volver a esta casa sin que al menos yo haya conseguido un trabajo.

Kara-chan asintió, y salieron juntos. Estuvieron caminando durante un par de horas, pero finalmente el cometido del yakuza se logró. Obtuvo un trabajo de medio tiempo, unas seis horas mínimas, en la recepción de un abogado como archivista. Iba a empezar a la mañana siguiente, por lo que no había ningún problema en volver a la casa ahora, no sin antes pasar a comer algo, por cortesía del Karamatsu original.

— ¿Cómo pudiste conseguir trabajo el primer día? Nosotros hemos llevado ya tres años buscando uno sin resultados —preguntó Kara-chan, empezando a comer una rebanada de short cake que había ordenado para sí.

[BL] Reflejo Desconocido [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora