Torikago

841 116 35
                                    

La distancia al paraíso, la distancia al cielo

Una fría lluvia cae

Como si recogiera el calor de la mano que solía sostener

Torikago, Tsuki Amano

Bastó lo que oyó para que entrara como si se tratara de una redada. Pateó la puerta, rompiendo el seguro de la misma en el acto. No había duda de que Reika e Ichimatsu se asustaran, hasta ver a Karamatsu-san en la entrada.

—Ichimatsu, ¿qué demonios crees que haces? —le dijo Kara-san, a lo que el de morado volteó la vista lejos de él.

— ¿Qué parece? Voy a salvar a mi hermano...

— ¿Dando tu vida, tu alma por él? No tienes que hacerlo, yo daré la mía para que él viva.

— ¡No, eso no lo puedo permitir! ¿Eres idiota o qué? Si tú mueres, Karamatsu-niisan se va a sentir fatal, y no va a dejar de llorarte por todos los días que le resten de vida. En cambio, si yo muero, sé que nadie llorará por mí...

Fue interrumpido por la mano del yakuza, que había impactado cerrada en su rostro, tirándolo al suelo.

—Tú eres el único idiota aquí. Él es tu hermano, te quiere demasiado como para aguantar toda tu mierda durante tantos años. Por si no te has dado cuenta, todos tus hermanos te procuran más que a los demás. Se preocupan demasiado por ti, ¡No les puedes hacer esto!

Ichimatsu no dijo nada. Reika se quedó viendo la escena sin saber qué rayos hacer. Ichimatsu se fue levantando del suelo poco a poco, con algunas lágrimas escapándose de sus ojos. No sabía ya si era por el dolor del puñetazo, o por el miedo que tenía sobre el sacrificio.

—No puedo dejar que los demás se arriesguen. Tanto el alma que se ofrece, como el alma del que la ofrenda pertenecerán al infierno. No podría dejar que ni tú ni mis hermanos se arriesguen a volverse algún ente demoniaco. Así que yo mismo ofrendo mi propia alma. De esa forma nadie estará en peligro, ni siquiera Hashimoto-san —dijo señalando a la idol.

—Reika, ¿cómo aceptaste a ayudarlo? —le dijo Karamatsu-san a la chica.

—Es que, él estaba tan preocupado... No supe cómo decirle que no.

—Nyaa-chan, será mejor que empecemos...

— ¡Que no! No van a empezar nada —Karamatsu lo trató de detener, pero esta vez fue Ichi el que le metió el golpe.

— ¡Deja de preocuparte por mí! ¿No ves que soy basura? Incluso cuando creo que ese demonio difícilmente quiera mi alma, estoy dispuesta a sacrificarla, con tal de que Kusomatsu siga viviendo. Él tiene mucho que dar, y te necesita a ti tanto como tú a él.

Karamatsu-san se quedó en silencio. ¿De verdad tanto se odiaba Ichimatsu, y tanto quería a Kara-chan, que estaba dispuesto a pasar una eternidad sin descanso con tal de salvarlo? Ya no sabía qué hacer. Lo único que se le ocurrió en ese momento fue sentarse a pensar, mandando un mensaje de texto a Todomatsu. Una vez que el sexto leyó el mensaje, fue de inmediato por todos, esperando llegar a tiempo antes de que fuera tarde.

Ichi fue por Nyaa-chan, pidiéndole empezar con el ritual. Sin embargo, Kara-san trató de detenerlo por última vez. Fue por última, ya que Ichi lo sorprendió inyectándole un sedante que se había robado del hospital.

—Lo siento, pero no puedo dejar que me impidas hacer esto. Cuida a Karamatsu-niisan por mí —le dijo el cuarto con la voz entrecortada, mientras que el yakuza caía al suelo, antes de entrar en un profundo sueño—. Ahora sí, Hashimoto-san. Podemos empezar.

[BL] Reflejo Desconocido [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora