21 - Recuerda.

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―Señora Melieni, no llevamos ni un día como marido y mujer, sonría un poco.

―No puedo sonreír cuando me muero de hambre. ―Me quejé.

―Parece que por las mañanas tenemos a toda una gruñona.

Besó mi frente y dejó de abrazarme para colocarse una bata, para así salir de la alcoba. Pocos minutos después llegó acompañado por dos doncellas, las cuales portaban una bandeja de comida cada una. Las depositaron sobre la mesa y fui casi a la carrera a sentarme para comenzar a devorar cada uno de los alimentos.

― ¿Señor Melieni, desea que arreglemos la alcoba ahora o más tarde? ―Cuestionó una de ellas a Oniel.

Me fijé que la otra sirvienta estaba curioseando la escena, tanto mi aspecto, como el de mi esposo y el de la cama... Qué extraña situación.

―No, ya las llamaré cuando se dispense.

Ambas se retiraron con premura del lugar, pero no sin antes volver a echar un vistazo cotilla a todo.

―Malditas chismosas. ―Gruñí exasperada.

―No las puedes culpar. Ellas fueron las que te desvistieron anoche, cuando te traje borracha. ―Comentó burlón mientras se sentaba a mi lado en la mesa. ―Sentirán curiosidad por saber si se ha consumado el matrimonio.

No pude evitar escupir el zumo del interior de mi boca hacía la dirección de Oniel. Lo empapé entero.

― ¡Lo siento! ―Me lamenté muerta de vergüenza.

―Vaya, no sabía que necesitara un baño con tanta urgencia. ―Se carcajeó. ―Hay otras maneras más sutiles, esposa. Sin embargo, es muy tierno verte con la cara colorada.

Sonreí por su broma, pero no pude evitar ponerme más roja ante sus palabras. Con una servilleta le limpié con suavidad el líquido que chorreaba por su mandíbula.

―Me preguntaba... Si nosotros... anoche... ― ¡No sabía cómo preguntarlo!

Me miró intensamente, haciendo que me derritiese y algo se encendió en ese instante en mi interior. No sabía que hacía que reaccionase de esta manera.

―No, Eilenor, cuando eso ocurra, lo sabrás. ―Contestó con una sonrisa de suficiencia.

― ¿Por qué? ―Cuestioné curiosa.

―Tendrás que esperar para averiguarlo, mi pequeña mujer. ¿Podrás?

Fruncí el ceño confundida por sus palabras. ¿A qué se refería con eso de esperar? Lo que tenía entendido era que el matrimonio se consumaba la noche de bodas...

― ¿Esperar?

―Veo que no te gusta la idea, esposa. ―Alzó una ceja, sonriendo. ―Tan solo hasta que recuerdes...

―No entiendo, Oniel... ―Contesté. Su nombre en mis labios se sentía extraño. ―Creí que la consumación era algo de la noche de bodas...

―Ay, mi pequeña impaciente... ―Suspiró mientras acariciaba mi pómulo.

―No es eso, pero me contrarían tus palabras. Es diferente a lo que creí que ocurriría.

Se levantó de la silla, tendió su mano para que la agarrase y al alzarme, me cogió en sus fuertes brazos. Nos llevó hasta la cama y ahí me posó con delicadeza sobre ésta. Oniel se sentó sobre el borde, contemplándome con ojos vivaces y brillantes. Sostuvo uno de mis tobillos, tomándome por sorpresa, y lo apartó hacía un extremo del lecho, dejando mis piernas abiertas.

― ¿Ves esa tela blanca sobre la que estás tumbada? ―Me preguntó. ―Sería la prueba de que el matrimonio se ha cerrado. Esto era lo que las criadas miraban tanto cuando han entrado.

―Oh. ―Ahora comprendía sus ojos curiosos.

Abrió un cajón de la mesita de noche y de ahí sacó un pequeño cuchillo. Con el afilado objeto se hizo un corte en la palma de una de sus manos, dejando que cayese un poco de sangre sobre la tela... Cerró la mano en un puño para cortar la hemorragia y con una venda corta que salió del mismo cajón, se tapó la herida.

―No quiero que nadie cuestione nuestro matrimonio. Eres mi mujer tanto como yo tu esposo.

A continuación se acercó a toda prisa hasta donde estaba parada en la cama, aun sorprendida por sus actos, plantó sus tentadores labios en los míos hambrientos. Un dulce cosquilleó trepó por mi estómago, me sentía en las nubes. Con su mano sana comenzó a tantear por mis pechos, acariciando exigente una de las cimas, fruncida orgullosa sobre éste.

Gemí entusiasta por las atenciones recibidas, pero deseaba más... no sabía que exactamente. Subió la mano, recibiendo un quejido por mi parte, y la apoyó sobre mi rostro con delicadeza. Separó nuestros labios y miró mis ojos fijamente.

―No pares... ―Susurré.

―Primero quiero que recuerdes. ―Replicó mientras colocaba su frente sobre la mía.

― ¿Qué debo recordar?

―Tantas cosas... ―Suspiró quedamente.

Se incorporó para después vestirse. Una vez finalizó con su tarea, volteó para observarme, aun medio tumbada sobre las almohadas, aturdida.

» Escúchame, pequeña, ahora debes de desnudarte y colocarte mi bata. ―Me la tendió y la cogí sin comprender. ―En unos minutos llegaran unas sirvientas para acomodar la habitación, les pediré que te traigan una bañera para que te relajes. ¿Has entendido?

―Creo que sí... ―Repliqué no muy segura.

―Debe de parecer que hemos consumado el enlace, por ello te pido que hagas eso, mi pequeña mujer. ―Aclaró.

―Ah... ¿Por qué te marchas?

―Para dejarte un poco de intimidad. ―Sonrió. ―No tardaré en regresar. Te lo prometo.

Me incorporé en el suelo con la bata de él entre mis brazos. Se acercó hasta donde estaba y besó mi frente cariñosamente.

» Pronto comprenderás mis decisiones.

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Un besazo!! 😘

Pd: buscarme en tap como coldsweet 😉

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang