v e i n t e | f i n a l

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Razón diez; porque ahora que lo veo,
no necesito razones para amarte como lo hago.

—Señora Chang, oígame con suma atención, ¿de acuerdo? —Dios mío, a mí no me pagaban lo suficiente para esto—. Usted no está siendo seguida por una horda de extraterrestre que creen que eliminándola a usted, se acaba la raza humana; su esposo, no es un reptil, y eso que sale de su boca en las noches cuando duerme no es ácido galáctico, sólo es baba.

La señora Chang, así con todos los millones que le chorreaban del bolsillo, tembló y se sentó en la sala de recepción en donde pacientemente, tenía que esperar a ser atendida. De todos los pacientes, ella era la más neurótica y dejaba bien en claro porque estaba siendo tratada por problemas psicológicos, el resto sólo eran chicas de catorce a quince años que se creían únicas y especiales sólo por escuchar a Melanie Martínez y cortarse.

—De acuerdo, Hyemin-ssi es tu turno.

Hyemin ni siquiera me vio, nunca lo hacía, de todas ella era la que me caía mejor porque no hablaba más que con el jefe, se expresaba con él aunque en resumidas cuentas tampoco es que era la gran cosa, ella sólo expresaba sus sentimientos y emociones en su totalidad a través de dibujos bastante perturbadores.

—El Dr. Choi está esperándote —le dije con una media sonrisa.

—Lo que sea —respondió ella, tan linda. «Cuando crezca quiero ser como tú».

Una vez que Hyemin se sentó en frente del Dr, me propuse entonces a tomar lugar a un costado de la habitación, saqué mi libro de notas y como en todas las citas que tenía el Dr. Choi, me dediqué a observar la labor de un verdadero psicólogo, a aprender e idealizar que algún día yo tendría mi propio consultorio, y ayudaría a gente como la señora Chang, que a pesar de parecer loca, en realidad padecía de severos trastornos de personalidad que le hacían creer que era una Súper Heroína.

Vainas de loco.

La consulta de Hyemin se llevó dos horas, la chica como siempre alegaba que no necesitaba ayuda, y que su «arte raro» era incomprendido. En algún momento llegué a pensar que sólo era una chica que gustaba del silencio y de expresarse a través de trazos, pero entonces Choi tocó una fibra sensible para ella y descubrimos que, en efecto, tenía un trauma, algo relacionado con la convivencia y socializar debido a multiples desprecios cuando eran más joven.

—Me alegra que poco a poco te vayas abriendo a mí, Hyemin-ssi.

—Suenas como un pervertido —le dijo ella, pero a pesar de lo áspero de su comentario, el fantasma de una sonrisa se dibujó en sus labios finos.

—Lástima que me gusten los hombres.

Me eché a reír porque cuánta razón tenía, a Choi Minho sí que le venía los hombres, lejos del título de psicólogo, las gafas y la mirada de compresión para con sus pacientes, el tipo era todo un mujeriego, yo lo sabía, mis amigos lo sabían, pero más importante...

Jongin lo sabía. Oh vaya que lo hacía.

Cuando conseguí realizar mis pasantía en un consultorio de verdad gracias a Pinky, el primero en felicitarme fue él, lo hizo con un ramo de flores y un kit con lápices y libretas que iba a necesitar, fue un amor de persona. Me acompañó en mi primer día, pero no más se dio cuenta que mi jefe me había guiñado el ojo todo coqueto él, a Jongin se le cruzaron los dos nombres con el apellido. Me hizo una escena en el baño diciéndome que debía dejarle en claro a mi jefe que tenía dueño.

Al principio pensé que íbamos a bautizar el baño, pero me salió con su «Que no me entere que ese Minjú se te encima, porque ay Kyungsoo, me vas a conocer. Es que si me llego a dar cuenta que el tipo se está haciendo ilusiones contigo le voy a dar hasta en el subconsciente». Para callarlo apliqué la vieja técnica de «Cállate y besame».

Razones Por Las Que En Serio Te Amo → KaiSoo/Top!SooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora