s i e t e

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Lo que es bueno para ti, es bueno para mí.

—Ustedes no me quieren ver enojado, espero sus trabajos en mi mesa en el día que estipulé, de lo contrario...

El profesor Huang era por mucho uno de los profesores más estrictos de mi carrera. El hombre bajito era chino, y moreno, y daba mucho miedo enojado (lo que sucedía siempre). El trabajo de miles de páginas acerca del Sentido de Pertenencia debía estar el viernes puntual sobre su mesa, lo que significaba que yo debía madrugar estos días porque este era prácticamente un trabajo de un día para otro porque «Así desarrollan la capacidad de trabajar bajo presión». La cosa era que Huang nos odiaba a todos, lo sabíamos por cómo miraba al salón entero, como queriendo desaparecerlo de la faz de la tierra.

—¿Quieres reunirte mañana para hacer el trabajo juntos? —me preguntó Pinky, haciendo ojitos, porque ella sabía que bien podía ayudarle para organizar las miles de ideas que le saltaban en la cabeza.

Asentí con una sonrisa, era mejor hacer este trabajo en compañía porque así no me quedaba dormido a mitad de camino, y Pinky preparaba un buen café, sus tazas estaban justo detrás de las tazas de café de Minseok. El resto de la clase me dediqué a tomar apuntes de lo cómo podía escribir en mi súper trabajo, de hecho, esta tarea me venía como anillo al dedo porque quería olvidarme un poco (o mucho) de todas las cosas que me habían sucedido recientemente.

Yo rompí con Jongin, pero él no lo sabía, y parecía que no le importaba.

Quería pasar desapercibido, que tampoco me importara eso, pero la decisión la tomé ayer. Me fui sin decir nada más y desde entonces él no se había dignado a enviar ni un mensaje, ni una señal de humo, yo podría estar secuestrado, siendo violado por una cantidad exagerada de negros neoyorquinos y él, bien gracias. Odiaba como de la noche a la mañana, mi relación de ensueño, aquella por la que me había esforzado, se perdiera así como así. Odiaba el sentimiento que crecía en mi pecho acerca de que Jongin no me quería, que nunca lo había hecho, que sólo fue una emoción que ya se había esfumado de su corazón.

Tenía planeado hundirme en libros y libros para hacer el mejor trabajo posible en mi casa, sólo así podía dejar atrás este pesar que desafortunadamente no quería abandonar mi cuerpo, y mi alma. Por más que Pinky lo intentara, con sus chistes, con los chismes de Joonmyun y Yifan, nada había borrado el paso de los segundos, y el hecho de que mi ex no estaba haciendo nada para dejar de ser mi ex y convertirse nuevamente en mi actual. Me estaba volviendo loco, la cabeza me daba vueltas con tantas ideas de cómo sacrificar a Jongin, y ofrecerle su morena sangre a todos los dioses paganos que conocía, nunca iba a encontrar a otro novio igual que yo, nadie le iba a chupar cada extensión del cuerpo como yo lo hacía.

Joder, se había acabado y ni siquiera lo habíamos hecho en todo su regla. Ahora me iba quedar con la duda de cómo se sentía él dentro de mí, o yo dentro de él, hasta cierto punto, las posiciones actualmente ya no me importaban.

—Y eso ha sido todo por hoy, clase —anunció el profesor Huang, con su medio metro de maldad y haciéndonos temblar en nuestros lugares por las amenazas que imprimían las palabras que no decía—. Espero lleguen vivos al día de mañana.

El hombre empezó a recoger sus cosas, siendo esperado por su hijo en la puerta, que era igual de temible que él. El hijo del profesor Huang no se parecía a él, para empezar, el chico era alto, mucho más alto de lo que yo era, me sacaba muchas cabezas, además era guapo, era el típico chico malo de universidad que gritaba peligro por todos lados, el perfil de cualquier protagonista de Wattpad. Lo que sabíamos del chico era prácticamente nada, no estudiaba en la universidad, pero siempre acompañaba a su padre al finalizar sus clases, además lo había visto merodear sospechosamente el campus de Artes pero nunca le presté atención, él me parecía taaan extraño.

Razones Por Las Que En Serio Te Amo → KaiSoo/Top!SooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora