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c u a t r o

El amiguito de Jongin.

Poco a poco, estábamos adaptándonos a nuestra nueva forma de vida, una que implicaba más responsabilidades; las tareas y labures de la universidad hacían que la escuela pareciese una convención vacacional, si antes Yifan se quejaba de que la profesora de arte no comprendía sus dibujos, la de Economía le decía que no comprendía su letra. Todos estábamos pasando por esa transición dolorosa de niños a adultos. Pinky llegó la segunda semana de clases con dolor de cabeza porque estaba leyendo Teoría del Pensamiento y yo no estaba muy distinto a ella.

Aquí la única persona que estaba caminando por la pradera era Jongin.

—¡Buenos días, ¿cómo amanecen, compañeros?!

Jongin incluso me besó sonoramente delante de los demás, y luego se echó sobre mis piernas mientras permanecíamos sentados en el césped del jardín. Todos teníamos cara de circunstancia, el pobre Luhan estaba que se colgaba de un árbol de tomate porque fue rechazo en el equipo de fútbol. «Nadie cree que soy buen jugador, dicen que mejor vaya a jugar con barbies. ¡Ni porque soy de Los Chinos, pues!». Pero Jongin era otra historia, Jongin estaba en su reino, en su habitad natural.

El primer día de clases logró destacar en la presentación, la clase de danza no fue como la de psicología en la que la profesora decía, «digan su nombre y una breve reseña de sus vidas» no, a Jongin lo mandaron a bailar, y por supuesto, como era de esperarse, mi bebé fue la sensación del bloque. En menos tiempo del imaginado, era uno de los alumnos más queridos de todos los profesores, y profesoras, el consentido pues.

—No sé qué tiene de buenos —respondió Soojung, porque hasta a ella le había pegado la mala suerte de la primera semana de clases, pero a diferencia de nosotros que pensábamos que eso era la ley de la vida, ella decía que fue culpa de la posición en la que estaba Neptuno el primer día de clases y no ayudo que Yixing secundara esa extraña teoría.

—Lo tiene todo —respondió efusivo mi bebé contento—. Hoy por fin la clase estará completa con toda la matricula y podremos adentrarnos en la teoría y práctica de las unidades de estudios.

—Wow, qué divertido —siseó Sehun, obvio, con sarcasmo.

Aún cuando todos estábamos abatidos, sin saber exactamente qué nos deparaba el destino, estaba feliz por Jongin en muchos aspectos. Era la primera vez que mostraba interés de verdad en sus estudios, aquí no había Química, o Física que le persiguiera, por lo que estaba cómodo en cada lugar donde tenía que ver clases, emocionado con sus unidades de estudios incluso si eran teóricas. Esto me hacía sentir que él realmente iba a destacar, además de darme la oportunidad de siempre pescarlo con ánimos para hacer cositas sucias en su habitación o en la mía.

Siempre estaba de buen humor, por lo que treparme encima de él se convertía en tarea fácil cuando estaba tan contento como para dejarme morderle una oreja o hacerle chupetes en lugares pocos visibles sólo para regodearme de que esa morena piel había sido marcada por mí. Y no se crean, él también me hacía unas cuantas marquitas, un poquito por aquí y otro poco por allá.

—Claro que es divertido —aludió, y aproveché a besarle la frente, amaba que me sonriera luego de hacerlo.

Al cabo de un rato sonó nuestro timbre de aviso para la primera clase. A pesar de las diferentes cargas horarias, en los diferentes campus, habían campanas de alerta. Aquí no había nadie que nos acosara por faltar a las clases, sin embargo ya era un nivel de responsabilidad más avanzado. Debíamos movernos como vacas al matadero, menos Jongin, él más bien era el fiel pastor, arreándonos.

Nos tuvimos que separar en el camino que dividía su campus del mío; odiaba esta parte del día, a veces pasábamos horas largas y tediosas sin vernos, a veces él salía tan tarde que ya no podía esperarlo y viceversa, los mensajes no compensaban nada, ni siquiera las imágenes de sus pucheros que solía enviarme. Yo siempre tenía necesidad de estar a su lado y sabía que a él le pasaba igual sin embargo, con la universidad habían llegado los cambios.