-Hermosas -dio unos aplausos y nos miro- ahora vayan cada una a la habitación de siempre y esperen paciente a sus hombres de esta noche.

Agarré la mano de mi mejor amiga y caminamos a la habitación, llegamos a su puerta y la quedé mirando.

-Tranquila, mañana será otro día y lo peor habrá pasado.

La abrace unos segundos y luego me fui a la habitación que me tocaba. Me encantaría consolarla de mejor forma, con mejores palabras, pero no encontraba como darle esperanza si ni yo la tenía en estos momentos.

La habitación estaba iluminada por una tenue luz, el suelo estaba cubierto por pétalos de rosas y en una mesa había champagne y dos copas, todo decorado como si fuera una bella noche con tu novio, pero ésto estaba tan lejos de ser una noche feliz. Había cigarrillos y un encendedor también, no sabía si era para quien venía, pero estaba tan nerviosa que no me importaba si recibía un regaño por robar uno.

Encendí el cigarro y segundos después solté el humo viendo como la habitación se llenaba de éste en segundos, haciéndose más espesa con el pasar de lo minutos. Apagué el cigarro en el cenicero y segundos después la puerta sonó, indicándome que ya había llegado.

Abrí la puerta con media sonrisa y detrás de ésta había un chico de piel pálida, cabello negro y unos intensos ojos verdes, que me miraban de arriba abajo con una sonrisa petulante en sus labios. Entró a la habitación y sacó la chaqueta que cargaba dejándola en una de las sillas. Mis manos sudaban al ver lo grande que era.

Saco una pipa de su bolsillo y la encendió rápidamente mientras la habitación se llenaba nuevamente de un humo espeso, era tabaco puro. Estiró su mano hacia mi y la tomé con el miedo corriendo por mis venas, me pegó a él y comenzó a besar mi cuello mientras soltaba el humo de sus labios a medida que llegaba hasta mi boca. Su beso era amargo y me daba asco besarlo por el sabor a tabaco tan fuerte que tenía.

-Veo que eres algo tímida -beso mi cuello mientras me mantenía rígida en mi sitio- tranquila muñeca, que yo no muerdo a no ser que me lo pidas.

Miré sus ojos esperando encontrar una pizca de compasión por mi, pero todo en él era frialdad y deseo por acostarte conmigo.

Me hizo tragar una pastilla mientras apretaba mis mejillas obligandome a tragarla, abrió mi boca para ver que ya no estaba y luego me soltó, le pregunté varias veces lo que me estaba dando pero al quinto intento de saber su mano golpeó mi mejilla dejándome tirada en la cama con la mejilla ardiendo y palpitando.

-Lo que te he dado te hará gozar de ésta noche como nunca. Me pedirás más y más y yo estaré feliz de dártelo toda la noche cuantas veces me lo pidas.

Sus palabras me daban un asco terrible.

Me hizo beber champagne con él hasta que el efecto de la pastilla comenzara hacer efecto, y cuando sentí mi corazón más acelerado de lo normal lo supe. Comenzaba​ a tener mucho calor en mi entrepierna, y me encontraba demasiado excitada. No sabía que me había dado de tomar, pero me sentía horriblemente necesitada. Era como si hubiese fuego en la habitación y todo lo que necesitaba para calmarlo era una buena follada.

Comenzó a acercarse a mi, y a pesar de la excitación que tenía, no quería que me tocara por nada del mundo, no lo quería cerca de mí aunque lo necesitara en estos momentos.

-¿Que me diste?, ¿Por qué me siento así? -el calor en mi zona no bajaba y sentir sus manos sobre mis piernas aumentaba todo el calor sobre mi cuerpo.

-Se llama "yumbina", es una linda pastillita que me hará más fácil el trabajo -comenzó a besar mi cuello y cada beso que dejaba en mi piel me hacía querer gritar. No me podía controlar- se siente bien, ¿Verdad?.

Dollhouse (Terminada - SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora