He llegado.

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Pov Christian

El auto avanza por las calles de Nueva York lentamente y dejo mi teléfono para no ponerme ansioso. Hace exactamente veinte minutos que he llegado a la ciudad y se me hacen eternas las calles que conducen al apartamento que conozco tanto. 

- Señor hemos llegado.- Anuncia Taylor aparcando en un estacionamiento subterráneo. 

- Gracias Taylor. Relájate mañana, cualquier cosa te estaré llamando.- ordeno mientras saco la maleta y me despido para poder ir hasta el elevador y finalmente encontrarme con mi mujer y mi hijo. 

Los números parecen burlarse de mi haciendo pasar lentamente la luz por cada uno de ellos hasta llegar al piso catorce. ¿Como puede un niño vivir aquí? cómo desearía poder darles una casa en la costa de Seattle, mirando al Sound y un embarcadero donde podríamos ir con mi yate para salir cada vez que se nos antojara. Un prado para que juegue, una piscina para cuando sienta calor y una habitación para los miles de juguetes que estoy dispuesto a comprarle. Puedo y quiero dárselo, pero Ana no lo permite.

Finalmente llego al piso donde viven y me dirijo a la puerta numero tres, la que espera solitaria al final del pasillo y que corresponde al apartamento más grande. Espero y no toco la puerta, simplemente envío el mensaje que tuve preparado desde que aterricé y me metí al auto. 

"He llegado."

Espero apenas un minuto, lo he contado, hasta que siento como la llave lentamente gira y se abre despacio la puerta revelando a la hermosa mujer que espera del otro lado. Está hermosa a pesar de sus ojeras y cabello algo despeinado, con una camiseta vieja y un pantalón largo que usa como pijama. 

- Hola nena.- trato de sonreír y me sale una mueca que ella evita mirar dándome paso. 

Al pasar por su lado me inclino para darle un beso que esquiva cerrando la puerta y tomando mi maleta para conducirme hacia la que es mi habitación o la de invitados. 

- Ted despierta un poco tarde porque es sábado, pero no más de las...- empieza a decir pero la interrumpo. 

- Las diez. Lo sé.- Ana suspira y deja la maleta en la habitación para luego irse, pero se lo impido, se que no debo, pero necesito sentir que no estamos tan mal realmente. - Ana...- Finalmente me mira con sus ojos azules y veo la lucha interna en sus ojos por decir lo que tiene en mente. 

-No Christian, no más.- entonces sale de la habitación cerrando la puerta con suavidad, y me quedo apenas siendo alumbrado por la luz de la mesa de noche. Hay más que una simple puerta entre nosotros, es un muro enorme construido por Ana y con justa razón. 

¿Que quiere decir con eso? Para mi está claro, está cansada de estar escondida por mi culpa, por nuestro desliz que no ha sido revelado a tiempo, cuando las personas que se verían afectadas no hubieran sido tan lastimadas de revelar nuestro error ahora. 

Me resigno a asearme y acostarme con la esperanza de que los sueños me den las palabras que decirle, la fuerza para estar estos día a su lado y no perder la cabeza, y por último, las energías suficientes para que mi hijo no me derribe con sus miles de ideas y manías. Casi pude decir que no dormí nada, la ansiedad y los nervios hicieron que quede con las sábanas enredadas en mis piernas y mirando el techo esperando que salga el sol o que suene el teléfono con la hora acordada. 

Un poco de ruido me distrajo de mis pensamientos y al mirar por la ventana me di cuenta de que seguramente sería Ana despertando y preparándose para lo que sea que fuese que tuviera que hacer hoy, mi idea era estar todo el día con Theodore.

Escucho pasos rápidos que me erizan la piel y se que mi pequeño debe de ir a despertar a su madre. Espero pegado a la puerta para escuchar y finalmente siento el grito triunfal y la risa más hermosa que he podido oír en toda mi vida.

Lo Inevitable #PremiosObsesiónGrey2018Où les histoires vivent. Découvrez maintenant