d i e c i o c h o

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¡Estás llorando! ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo llorar?

A veces se me olvidaba que Jongin podía ser todo un sobre protector cuando se lo proponía. Hice mi mayor esfuerzo para no sonar tan roto, para no exagerar, pero yo era el tipo de persona a la que, este tipo de emociones se le notaba incluso en la distancia.

—Mamá me obligo a cuidar a Soo.

Pero, ¿no se supone que te ibas a aislar para ponerte al corriente con tus clases?

—Sí, pero ella simplemente salió de la casa dando órdenes y me dejó al niño —dije, sorbiendo mi nariz—. Soo está especialmente insoportable hoy, estoy tan frustrado y...

Voy saliendo.

Jongin no dijo nada más y simplemente colgó el teléfono, yo quedé allí mirando la llamada finalizada y preguntándome como por milésima vez qué había hecho en el pasado para merecer a alguien que llegó en menos de diez minutos y se encargó de cuidar a mi hermano sin quejarse.

—Ve a estudiar, Soo. Yo me encargaré de mi cuñadito el travieso.

Se me salieron más las lágrimas cuando él pronunció esas palabras tomando a Soogyu en los brazos con mucho afecto. No me dijo nada más, simplemente me sonrió y yo no pude evitar besarlo profundamente porque siempre encontraba una forma de enamorarme más, de hacerme sentir que me había ganado el cielo con su presencia. Viendo el tiempo que habíamos pasado juntos, las circunstancias que atravesamos y todo ese montón de historias vividas, fácilmente podía decir que Jongin era la persona con la que yo quería formar una familia, con la que yo quería envejecer.

Subí a mi habitación más seguro de mí mismo, re organicé mi organigrama y sin perder tiempo me entregué a la primera labor que estaba contemplada, lo hice con una sonrisa satisfactoria porque no era difícil, sólo necesitaba tiempo y concentración, algo que jamás iba a suceder al cuidado de Soogyu. Tecleé escribí y memoricé muchas cosas en un total de tres horas antes de que Jongin me llamara para que le ayudara a preparar la comida de mi hermanito, y para nosotros comer.

—Ordené comida china para nosotros —me dijo, sacando los platos de la alacena mientras yo preparaba la papilla de Soogyu.

Durante un rato, me dediqué a alimentar a mi hermano y cuando llegó nuestra comida, Jongin la colocó sobre los platos, tomando al niño para que se sentara a ver televisión un rato, en lo que nosotros comíamos.

No términé de agradecerle a Jongin por todo lo que estaba haciendo por mí porque él insistió en que «Eres mi pareja, y las parejas se apoyan en momentos difíciles, anda, come más camarón», me cuidaba, me sonreía, me alimentaba y me hacía sentir como si viviera el mejor instante de mi vida, junto a él.

—Sabes, a veces me pregunto ¿dónde estaría yo sin ti? —le dije, tratando de que el sentido de mis palabras pudieran transmitirle todo el afecto y amor que yo sentía por él.

Era mi vida. Después de mi familia, Jongin era todo lo que estaba bien en mi camino, en mi día a día.

—A veces yo me hago la misma pregunta —respondió, con una sonrisa de esas suyas que me volvían loco, tatuada en sus gruesos labios—. Tienes un grano de arroz el en labio.

La primera vez que Jongin me había quitado un grano de arroz del labio, había sido en la biblioteca, un día después de haberme besado mientras yo me debatía entre el mundo del sueño y el real. Ese día, a pesar de su reticencia, de las dudas, de su hostil forma de ser, supe que había algo. Algo sucedía cuando nos mirábamos, cuando nos tocábamos. Cuando me quitó ese arroz con sus dedos, pude sentir que apenas y comenzaba algo grande para los dos. Juntos.

Jongin no me quitó el grano de arroz con los dedos, lo hizo con sus labios, aprovechó la entrega de Soogyu al televisor para levantarse y dejarse caer entre mis piernas, allí en la cocina. Los momentos intensos de mi chico no tenían horarios, no estaban cronometrados, no pasaban en el momento en el que todos lo esperaban, simplemente sucedía cuando debía suceder. Cuando esos momentos llegaban, Jongin se dejaba caer como una suave pluma en mis brazos, me besaba el cuello, me acariciaba con sus dedos y se entregaba a mi boca de una manera que no podía describir.

Era un enigma, y aún cuando yo no tenía todas las repuestas, me perdía en sus besos, en sus susurros, en los murmullos de su boca, y de sus anhelos.

¿Ya mencioné cuánto lo amo?

—Jongin... —susurré.

—Tienes que estudiar, lo sé, es solo que...

Yo lo entendía, yo sabía qué quemaba por su piel, las ganas intensas de ser uno solo, de probar lo íntimo, de probarnos a nosotros. Sin embargo yo tenía más trabajo qué hacer, y Soo, por más que yo quisiera, no se iba a cuidar solo.

Jongin me dejó ir con un beso y la promesa de que iba a limpiar todo lo que se había ensuciado, le dije que no era necesario, pero cómo la ven, Jongin era terco de apellido, nombre y sobrenombre. Por lo que terminé siendo empujado a mi habitación, mientras él me hacía la promesa de que se iba a divertir con su cuñado, cosa que yo no dudaba porque Jongin tenía cierta destreza con los niños, a lo mejor era por la cantidad exagerada de primos que tenía y que a veces le tocaba cuidar.

Durante las próximas horas me dediqué enteramente a estudiar como había prometido, más relajado, almorzado, y con mi novio abajo cuidado a mi hermano. Me esforcé para que todo saliera tal cual lo había planeado. Estaba a mitad de semana, tenía sólo este día debido a la Reunión con el Profesorado, en el que las clases se vieron canceladas por un día mientras los profesores dialogaban, esta era mi oportunidad para ponerme al corriente, y gracias a Jongin todo había salido bien.

A las ocho y quince, salí de mi habitación buscando a mis dos hombrecitos, pero lo que encontré fue a Soogyu dormidito en su cuna y a Jongin en el sofá pequeño que había en su habitación, igual dormido. No pude evitar dejar escapar un suspiro porque Jongin dormido era tan hermoso como el Jongin despierto, el Jongin sonriente, el Jongin que me follaba (o el que se dejaba follar). Lo observé un rato, pero luego lo llamé porque sabía que el sofá era muy incómodo.

—Bebé... —Jongin no despertó en el primer llamado, tuve que decir al menos tres Bebés más para que abriera los ojos y me viera un poco desorientado—. Si quieres puedes tomar un baño, debes estar muy cansado, mañana tiene clases también.

Jongin se levantó del sofá, revisó a Soogyu una vez más antes de que ambos saliéramos de su habitación, dejando que por fin, el pequeño monstrito durmiese tranquilo.

—Mañana tengo la primera hora libre —me dijo, echándose sobre mi cama—. Quería dormir contigo hoy..., ¿puedo?

Cuando me hacía esas peticiones usando ese tono de voz tan suave no había forma de que yo pudiera decir que no. No lo había.

Asentí a su petición, y le busqué ropa que pudiera usar para dormir cómodamente, ropa que en realidad era suya, misma que yo usaba en las noches, para dormir.

Juntos nos dimos un baño, nos acariciamos con el agua caliente mojando nuestros cuerpos, nos besamos, y cuando salimos del baño, nos acurrucamos en mi cama no sin antes echarle pestillo a mi habitación, no quería que mi mamá irrumpiera y explotara la burbuja con Jongin, y estaba seguro que mi hermano no se despertaría a media noche, era necio pero no para tanto.

En los brazos de mi moreno, dormido y haciendo soniditos adorables, llegué a la resolución de que una de las razones por las que lo amaba tanto era por su apoyo incondicional.

🐧🐧🐧

Ya no queda nada de fic!!

Se va para no alarmar a las masas 😅

Razones Por Las Que En Serio Te Amo → KaiSoo/Top!SooWhere stories live. Discover now