54. Deudas del pasado.

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Canción en multimedia: Beautiful Pain - Eminem ft. Sia


«Y fue entonces cuando comenzó mi infierno».

Después de escribir esa última línea, guardo el documento. ¡Por fin! ¡Terminé el capítulo treinta! Aunque odio hacerle esto a Leah, pero... bueno, supongo que sin el sufrimiento la novela no tendría gracia. Mis lectores han estado muy interesados con mi nueva novela, y quiero subir este capítulo cuanto antes. Les prometí que lo subiría hoy, y yo cumplo con mis promesas.

Abro el explorador para subir el capítulo, pero la página no carga. Actualizo la página una y otra vez, pero no funciona. ¡No hay internet! Sin duda la desgracia me persigue. ¡Oh, seres mágicos del internet! ¿Por qué me castigan?

— ¡Argh! —me quejo, ofuscada. Y fuera de eso estoy en mis días, ¡genial! — ¡Alex!

Me acerco a la cama y lo agito. Ha estado acostado desde hace un par de horas, leyendo un libro.

— ¿Qué pasa? ¡No interrumpas! Estoy en algo importante.

Bufo, y me cruzo de brazos. Le echo una mirada al libro que está leyendo, y me aguanto las ganas de reír. Sí, claro, un asunto muy importante. Y examinando la cantidad de hojas que ha leído, parece estar cerca al final. Oh sí, en el momento de la declaración. Quien diría que a Alex le gustaban esas cosas.

— ¿Por qué no hay internet? ¿Dónde está el modem en esta casa?

— ¿Sabes hace cuanto no uso el internet? Ni siquiera sé si el modem siga en el mismo lugar—responde sin quitar la mirada de su libro—. El internet se cae a veces. Si te urge usarlo, tendrás que buscar una sala de internet o algo así.

Suspiro, derrotada. Me llevo una mano a la frente.

—Genial, ahora tendré que salir. —Podría venir conmigo. Eso lo haría menos tedioso— ¿Vienes conmigo?

Alex deja el libro a un lado y hace un sonido de aburrimiento.

—Por favor no. He quedado molido después de mis ejercicios de hoy en el gimnasio. Me duelen los músculos.

Yo también estoy molida, pero me callo el comentario. Miro por la ventana. Algunas gotas de agua comienzan a estrellarse contra la ventana. Desde hace un par de días el clima ha decaído. Es raro que en Los Ángeles llueva. Por otro lado, ya estamos a finales de noviembre, así que no debe ser extraño que el clima se haya enfriado. Supongo. No soy una experta en el clima de Los Ángeles.

—Bien. ¿Quieres que te traiga algo?

Me mira con media sonrisa perspicaz.

—Pues... tengo ganas de una chocolatina o algo así. Y que sea rápido, esclava.

Me rio con ironía. Tiene suerte de que esté enamorada de él, porque si no ya lo habría agarrado y lo habría tirado por la ventana de una manera muy violenta.

—Muy gracioso—farfullo.

Cojo algo de ropa y me dirijo el baño. Me cambio, y cuando vuelvo a salir, Alex tiene el libro sobre la cara, con las manos a los costados. Vaya, pero qué perezoso. Debería ser como yo, que hago actividades provechosas en un clima como este. Ay... ¿en qué estoy pensando? Si no tuviera nada que hacer estaría igual que él. Guardo la memoria USB y algo de dinero en mi bolsillo. Realmente no quiero salir con este clima. Preferiría quedarme aquí y acurrucarme bajo las cobijas, pero les hice una promesa a mis lectores, y la verdad quiero subir el capítulo hoy. Muchas cosas emocionantes pasarán, y ya quiero leer los comentarios.

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora