48. Incertidumbres bajo el sol.

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Canción en multimedia: Hailee Steinfeld - Rock Bottom ft. DNCE

Le doy un mordisco a mi galleta mientras observo por la ventana. Estoy en la sala, sentada en el sofá frente a la ventana, viendo la lluvia caer. Hoy es un día triste y melancólico. Está lloviendo, así que el clima se adapta un poco con mi estado de ánimo. Y son las seis de la mañana de un sábado. Normalmente a esta hora estaría roncando en mi cama, pero estoy inquieta. No sé qué quiere Alex de mí. No sé qué espera de mí. ¿Acaso quiere que le de cariño sin esperar nada a cambio? ¿O de que se trata? Ni siquiera puedo entenderlo bien. Después de lo de anoche, no sé si sentirme feliz o triste por lo sucedido. Él quiere estar conmigo, pero no quiere prometerme nada. Yo no voy a obligarlo, pero se siente mal. O al menos, se siente mal que me lo haya dicho de la manera en la que me lo dijo anoche.

Pero tal vez sean tonterías mías. También estoy asustada porque nunca había tenido la oportunidad de experimentar algo como esto. Sé que no soy novia de Alex, pero la felicidad junto con la incertidumbre hace bellezas en mi interior. Estoy emocionada, pero a la vez no. Tengo unos nervios horribles, tanto que cuando desperté y vi a Alex durmiendo abrazado a mí, casi me da un paro cardiaco.

Termino de masticar mi galleta. Suspiro observando el exterior. Según el pronóstico del clima, hoy haría un bonito sol, pero al parecer se ha equivocado. El clima está frío, ideal para acurrucarse con esa persona especial. Pero yo no puedo hacer eso. No con una pequeña inquietud haciendo cosas en mi cabeza.

—Es muy temprano, ¿no te parece?

Alice aparece a un costado, con ojos somnolientos y envuelta en una bata. Intento dirigirle una sonrisa, pero me sale más como una mueca.

—Si.

Se sienta a mi lado mientras me mira de una manera intimidante, como si fuera un león que se está preparando para atacar a su presa.

—Blair, ¿quieres explicarme qué está pasando entre Alex y tú?

Intento mantener el pensamiento en blanco. No puedo darle respuestas a Alice. No puedo darle respuestas que no tengo.

—No lo sé.

Sus ojos se abren de par en par.

—Eso significa que... ¿Tú sientes algo por...?

Trago grueso y aprieto los puños sobre mi regazo. Debería ser algo bueno. Estar enamorada de Alex debería ser algo bueno, pero ahora mismo me siento como si debiera ser castigada por ello. Pero no puedo mentirle a Alice. No a ella. No a la mujer que daría la vida por el bienestar de su hijo.

—Y-Yo... y-yo... s-si... di-digo... tal vez...

La mirada de Alice se solidifica, como si le acabara de decir el peor de los insultos.

—No puedes. —Su respuesta me impresiona, y el miedo me invade ante la idea de tener a Alice como enemiga—. Ya vi a mi hijo destruido una vez por culpa de las relaciones amorosas. No dejaré que-

—No se preocupe—la interrumpo—. No pienso hacer nada. Sea lo que sea que pase... será porque Alex lo querrá. Yo no pienso tomar la iniciativa. Tengo en claro que Melanie lo destruyó. No voy a obligarlo a nada.

Mantengo la mirada fija sobre las baldosas, detallando cada uno de sus diseños y colores. No quiero ver a Alice a la cara.

—Te he visto algo deprimida últimamente. No quiero pensar en que tus ilusiones muriendo son las que provocan esto. Sabes que terminarás destruida. Esperar algo de Alex es absurdo.

Aprieto la mandíbula.

—Ya lo sé, señora—farfullo por lo bajo—. No me lo repita más. No haré nada. No lastimaré a su hijo. Se lo prometo.

Corazón de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora