"¿Cómo ha ido tu día?" Abrí la boca, pero lo único que hice fue inhalar y exhalar. 

"Bien. ¿Cómo ha ido el tuyo?" Terminó de guardar un gran pedazo de queso, movió uno de los taburetes, se sentó, apoyó los codos en la superficie de mármol, su barbilla entre sus manos, y me ojeó como diciendo "Sé lo que te sucede". 

"A mí no me engañas, Camilita." Tocó la punta de mi nariz con su dedo y la arrugué con una sonrisa de lado. "¿Problemas con las chicas?" Tragué saliva y negué, aunque un segundo después asentí porque por más que yo veía a Lauren de otra manera, ella igualmente era parte de nuestro grupo. 

"Sí y no." Alzó una ceja y rió. 

"¿Sí y no?" Me ruboricé porque ya de por sí hablar con mi madre de la persona que me gusta es algo incómodo. 

"En parte sí, pero a la vez no-Ugh, no lo sé." Sus carcajadas aumentaron y apretó levemente una de mis mejillas. 

"Está bien mi amor. ¿Problemas con Lauren?" El rosado de mi rostro se profundizó y murmuré un 'Sí'. "Lo sabía. ¿Qué sucede con ella?" Desvié mis ojos a otro lado y tomé aire antes de hablar.

"Digamos q-que... Alguien malo ha expuesto un secreto que para ella es bastante vergonzoso, algo que no puede cambiar... Ahora todo el colegio lo sabe y ell-lla no asiste a clases desde ese día." Mordí mi labio inferior para evitar el tartamudeo. 

"Entiendo..." No estaba asombrada por la tranquilidad con la que llevaba el tema, ya que mi madre siempre ha sido una mujer de paz y risitas. "¿Y tú tienes algo en contra de ese secreto supuestamente vergonzoso?" La miré a los ojos y pude ver cómo analizaba mis movimientos, cada uno de ellos. 

"No." Negué con la cabeza mientras jugaba con mis dedos. "Es decir, es algo... no tan regular, pero no es malo." Afirmé y mi madre tomó mis manos, envolviendo las suyas encima.

"¿Y por qué no se lo dices? Estoy segura de que eso la animaría, saber que tú la apoyas y que la..." Una sonrisita especialmente juguetona se formó en su rostro. "La quieres." 

"Ella no contesta mis textos." Respondí cabizbaja cuando soltó mis manos, no sin antes acariciar el dorso con su pulgar. 

"Pues entonces ve a buscarla." Me encontré con su siempreviva sonrisa y esos brillantes ojos. 

"Las chicas dijeron que deberíamos darle tiempo-"

"Ella no necesita tiempo, cariño. Necesita a alguien que la apoye y le diga que todo está y estará bien." Fruncí el ceño y separé mis labios, pero mi madre tenía razón, y quizás así al fin le daría buen uso a ese estúpidamente costoso auto que mi padre me había regalado. "Ve, tráela aquí a cenar si quieres." Sonreí y di un beso en su mejilla. 

"Gracias, mami. Eres la mejor." Hizo un falso gesto de soberbia con la mano y reí ante sus payasadas. 

No me costó demasiado tomarle la mano a la conducción, lo único que debía tener en cuenta eran las reglas adicionales para los menores de dieciocho años, que eran tan solo para evitar que adolescentes alcoholizados condujeran por las calles a cualquier hora o situaciones similares. 

El vecindario de Lauren no era de los más agradables, pero tampoco estaba tan mal. Creí que nadie sabría la dirección de la casa, pero para mi sorpresa, Stefanie sí la sabía. Resulta que hasta había ido una vez, para realizar un trabajo, claro está. 

Basta, Camilita. Stefanie es una buena chica y Lauren ha dicho que te quiere a ti. 

Rodé los ojos a mis propios pensamientos y al llegar a una calle bastante más... Estéticamente atractiva, estacioné y crucé hacia la vereda de en frente. Todas las casas eran muy semejantes y de colores un poco apagados para mi gusto. Chequeé el papel con el número de la propiedad y me di cuenta de que sólo debían ser dos casas de donde me encontraba parada. Caminé esos veinte metros y luego hasta la puerta, que tenía una de esas antepuertas para que no se colasen los insectos dentro. Toqué el botón del timbre y apenas lo hice oí un grito dentro. 

Sweet Hell (Camren G!P)Where stories live. Discover now