2.1

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Tyler pasó saliva mientras se miraba directamente al espejo. Su estancia en aquel fatídico lugar se volvería largo y lo último que él quería, era seguir sintiéndose patético ante todo lo que pasaba en su mente sobre su cuerpo. Caminó de un lado a otro sosteniendo su cabeza con ambas manos  intentando no lidiar con aquellos problemas que se habían vuelto rutina desde hace ya varios días. Las nauseas se hacían presentes dentro de su débil estómago dañado, puesto que había desobedecido las reglas básicas de ❛❛ana y mía❜❜ al comer su desayuno entero.

Recordó su peso anterior y 40 kilos eran demasiados sobre su cuerpo; debía acabar con la grasa acumulada, debía acabar con sus voces repetitivas, debía ser sincero consigo mismo y aceptar que estaba muriendo lentamente, sin embargo, mirarse en el espejo le causaba repugnancia y culpabilidad, ni siquiera un maldito vaso con agua como alimento diario lograba causar resultados sobre su visión escasa.

—No, no, no —dijo mientras se paseaba y mordía su labio inferior con gran fuerza.

❛❛40 kilogramos❜❜ ❛❛40 kilogramos❜❜ se repetía constantemente mientras perdía la poca cordura que aún tenía.

Se paró frente al espejo con la mirada gacha jugueteando con sus manos un par de veces, dejando marcas moteadas de un rojo carmesí apenas visible. Trago con dificultad ya que su respiración comenzaba a fallar, sus piernas temblaron y las pupilas de sus ojos castaños se dilataron al hacer contacto contra el espejo.

Alzó su mano derecha con dificultad para acariciar el vidrio imaginando que acariciaba su rostro, cerró sus ojos al instante fantaseando con el tacto remoto de Josh. Recordó meses atrás, sus labios juntos en movimientos sensuales, sus cuerpos juntos y cada una de las sensaciones que con sólo un pequeño roce el teñido le hacía sentir.

Nada era real, todo estaba dentro de su pequeño y dañado subconsciente.

—No —soltó Tyler con la voz quebrada sin abrir sus ojos—. Soy un maldito cerdo, un bastardo maricón —gritó con rabia, abriendo sus ojos lentamente y estrellando su puño contra el vidrio de éste—. No pedí nacer, no pedí ser un jodido saco de grasa, ¡no! —golpeó una vez más el vidrio creando que sus nudillos sangraran con mayor abundancia.

El vidrio estaba esparcido por el suelo tintado de un rojo intenso. Sus nudillos estaban deshechos y la rabia creí aún más en él, golpeando su estómago repetidas veces con fuerza como lo indicaban las páginas para bajar de peso.

Uno, dos, cuatro, cinco. Los golpes aumentaban, las ganas de regurgitar se acercaban con mayor fuerza. Tyler estaba destrozado.

—¡Joven Tyler! —la voz chillánte de aquella mujer sonó tras la puerta—. ¡Abra la puerta de su habitación inmediatamente! —grito.

—Usted puede irse al diablo al igual que su jodido campamento de mierda, lo único que quiero es morir —finalizó dejando escapar sus lágrimas.

—¡Ty! —Madison chilló con melancolía tras la puerta intentando que el castaño recobrase la cordura. Pero era tarde.

—Lo siento mucho, Mad —murmuró con fatiga.

Todo quedó en silencio.

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