Capítulo 57

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Y allí íbamos, ambos dentro de aquel llamativo coche. Las luces pasaban como centellas a través de las ventanillas, era hipnotizante por alguna razón; siempre he tenido esa costumbre de dejarme perder en ese mar de luces veloces haciéndome creer que me fumé algo antes de subir al auto.

Contemplé el perfil de Jimin, quien conducía muy concentrado, con los puños endurecidos en el volante y sus nudillos blanquecinos debido a la fuerza que ejercía. Me moría por preguntar qué coño le pasaba ahora, opté por mantenerme callada para ahorrarme un drama antes de esa fiestecita. Sus voluptuosos labios y nariz respingada creaba un armónico relieve, su piel se notaba increíblemente cuidada y sin imperfecciones, creando pequeños reflejos sobre su lustrosa y blanquecina piel.

Qué envidia.

Relamió sus labios, y yo inconscientemente le imité

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Relamió sus labios, y yo inconscientemente le imité. Desvió su vista a la palanca de cambios para poder ubicarla, y me atrapó viéndole, con mi baba cayéndose a borbotones. Sonrió ladeadamente, posiblemente riendo a sus adentros de lo obvia que estaba siendo, pero ya no importaba a estas alturas. Sinceramente, no me sorprendería que supiera lo obsesionada que estoy con él. Suspiró casi de forma inaudible, dobló en una intersección velozmente.

—Si te soy sincero, ___...-Comenzó a hablar con un tono de voz ronca, como si estuviera recién levantado, combinando aquel gesto con todos sus cabellos despeinados por sus recientes manos nerviosas sacudiéndolo. —No quiero ir.

Sonreí compasivamente. Miré a la ventana. —¿No es tu estilo de vida?

—Ni lo menciones. –Se escuchó sumamente fastidiado. Negó con su cabeza un sinfín de veces, antes de estacionar lentamente el auto en un espacio disponible.

Decidí –inteligentemente- no tocar aquel tema, dado a tratarse de un tópico sensible. Me miró unos segundos, como si estuviera pensando algo para sí mismo. Sacudió sus manos para darse algo de calor, algo escaso en aquel clima de pura niebla y frío.

—Antes de que te bajes.- Me tomó del antebrazo en el momento que me vio tomar la manija de la puerta. —Posiblemente te hagan muchas preguntas.

Le miré expectante. —¿De qué?

Se encogió de hombros esquivando mi mirada. Enderezó su postura, quitó la lave del auto acompañándolo con un suspiró profundo. —No sé. Pero es normal tratándose de un posible 'miembro nuevo' a la familia... ya sabes, eres mi nov...

—Lo sé, lo sé. –Rodé los ojos intentando que no se me notara la gran impotencia que mis gestos desprendían, es decir, no quiero zonas desagradecida, pero no se siente nada bien poder estar con la persona que te gusta solo bajo estas extrañas condiciones. Palmeé amistosamente su hombro, intentando borrar aquel entrecejo malhumorado. —¿Vamos?

Asintió luciendo como un niño regañado. Ambos descendimos del vehículo y considerando que llegábamos algo tarde, fuimos dando amplias zancadas hasta la puerta de entrada de aquella inmensa mansión. Mi respiración comenzaba a volverse cada vez más pesada. Al llegar a la inmensa entrada, rodeada por unas pocas personas aparentemente viejas, me exalté al sentir unos dedos entrelazarse con los míos.

Su aliento caliente erizó mis poros, tragué saliva audiblemente. —Espero que esto no te moleste. – Habló calmadamente, tironeándome gentilmente a través de la puerta. Jimin le dedicó unas miradas educadas a quienes le saludaban a la distancia, mientras con su mano disponible estrechaba la de algunos hombres demasiado intimidantes. Lentamente nos abrimos paso hacia quien identifiqué como su padre, rodeado por otras personas de importante calibre.

Jimin dejó ir mi mano suavemente dejándose abrazar por su padre, palmeándose las espaldas mutuamente. Sonreí aún sabiendo que aquella escena era por pura cortesía, y no por un auténtico lazo estrecho. Los otros dos hombres junto al Sr. Park me observaron luego de saludar al joven recién llegado.

—¿Y ella es...-Un hombre canoso y alargado agudizó su mirada de forma curiosa, acomodando las gafas en el puente de su nariz.

—Mi novia, su nombre es ____.- Sonrió en mi dirección, esta vez nuestras manos, de una forma tan suave que me dio el tiempo a registrar la tersa textura de su mano. Sentí una especie de chispa en aquel momento.

El otro hombre de un cabello rojizo y escaso cogió interés en la conversación. —¿Desde hace cuánto salen?

Fingió pensarlo mirando un punto fijo en la gran sala poblada de personas. — Hace como dos semanas que empezamos a salir.

—Felicitaciones, joven Park. –Los dos hombres hablaron casi al unísono con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambos asentimos tímidamente, yo más que él. Pronto los hombres comenzaron a hablar con él de su futuro, de negocios... y allí perdí por completo el interés. Le hice una seña a Jimin mientras comenzaba a caminar hacia una gran mesa de postres y tentempiés. Miré a mis alrededores, alguien me dio un ligero toquecito en el hombro.

—Señorita, ¿Desea usted algo de beber?- Hizo un breve ademán a la bandeja de plata que llevaba sobre la palma de la mano.

Fruncí mis labios, pensativa. Observé cada trago sobre la bandeja, todos ellos de diversos colores. Asentí. —¿Ese es de frutilla? –Señalé uno que estaba más sobre el borde de la bandeja.

—Sí, es un Daikiri de frutilla.- Asintió educadamente. Lo tomó lentamente para luego apoyarlo sobre aquella mesa frente a la que estaba parada. —Disfrútelo.

Sin más preámbulos, se marchó. Intrigada tomé el vaso de bebida dándole un sorbo. Sentí el vertiginoso líquido bajar por mi garganta, evidenciando por medio de un pasajero escozor la presencia de alcohol.

'Daikiri de frutilla', estúpida... — Pensé como una obviedad en mi cabeza.

ACTUALIZADA------->>>>

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