Capítulo 26

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—Sh....-Susurró el chico abriéndose paso cuidadosamente escaleras abajo. Le seguí sin pista alguna acerca de a dónde nos dirigíamos. Tambaleé casi llegando al último escalón, cogió mi antebrazo con algo de fuerza. —Intenta no molestar a Hana, ¿Bien?

Le miré. Tragué saliva.

Era intimidante tener ese semblante tan serio a tan escaza distancia.

Asentí nerviosa.

Extrañé su mano en el momento que dejó ir mi brazo para abrir la puerta principal. Contemplé su silueta fornida abrir la puerta, señaló con su cabeza el exterior de la casa indicando que saliéramos. Cogió algo detrás del paragüero y lo colocó debajo de su brazo sin siquiera dejarme verlo.

La intemperie de la noche estaba bastante agradable, aunque algo fresca. Atravesamos el jardín delantero a paso rápido y en segundos ya nos encontrábamos por atravesar el portón.

—Ten.-Me tendió un skate descolocándome por completo.

Arqueé mi ceja ganándome una sonrisita ladina de su parte. Él tomo el otro que llevaba dejándolo caer sonoramente en el pavimento de la calle. —¿Por qué...

—Es solo pasar el rato.-Declaró encogiéndose de hombros.- Súbete al skate, ___.

Miré aquella tabla con ruedas con desconfianza en su estado más puro. Dejé caer el skate a la calle, me subí tambaleante a la tabla.

Pude sentir la risa risueña de Park Ji-diota, quién volvió a colocar su patineta debajo del brazo. —Deja solo un pie sobre la patineta.-Se acercó a mi cuerpo, su mano derecha se envolvió en mi cintura, y casi eso me cuesta la estabilidad.

Esquivé su mirada. —Pensé que saldríamos a caminar.

Sonrió ignorando mi comentario. —Sube el otro pie.- Pidió mientras comenzaba a empujarme junto a él a través de la calle solitaria. Aceleró el ritmo.

—¿Qué te dijo tu padre cuando le dijiste lo de las llaves?- Interrumpió el silencio, solamente se escuchaba el rodar continuo de las ruedas.


—Me llamó irresponsable...-Rememoré a grandes rasgos lo conversado momentos antes.- Y que no vendría a casa hoy, y ahí apareciste tú.

—Rescatándote.-Recalcó pedantemente. Rodé los ojos.

—¿Y tus padres?- Atravesamos una avenida con escasas luces.

Sus dedos se tensaron unos momentos sobre mi blusa, dándome a entender que había dicho algo que no debía. Apoyé el pie en la calle deteniendo la patineta, me giré extrañada para encontrarme con un semblante oscurecido por las sombras. Su mirada cayó sobre el horizonte estrellado por unos segundos.

—¿Jimin?- Murmuré sin atreverme a tocarle, dejó ir su agarre sobre mí para hundir las manos en los bolsillos delanteros de su jean.- ¿Pasa algo....?

Se encogió de hombros. —No realmente.

"No realmente"

Park Jimin, ¿Eres una chica? Pensé que solo las mujeres hablaban ese extraño lenguaje en el que se dice algo aunque sea lo contrario.

Su rostro contraído daba a entender que no se sentiría para nada cómodo conmigo hablando de alguna circunstancia en particular.

—Park...-Resoplé en el momento que sus ojos comenzaron a vagar por arbustos cercanos.- Puede que yo no te caiga de lo mejor...-Me gané su atención, le miré fijamente.- Pero si de algo puedes estar seguro, es que yo no contaré lo que sea que estés pensando ahora mismo a nadie.

Desvió su mirada incómodo, no luciendo convencido en lo absoluto.

Me harté; tomé la patineta y empujé a Jimin al cordón de la acera haciéndole sentar a la fuerza y dejándome caer junto a él. Me miró alarmado, inclinando su cuerpo hacia atrás.

—Cuéntame...-Susurré con un deje de preocupación auténtica.

Es decir, estamos hablando de un chico que por primera vez en su vida –frente a mí- se ve tan desorientado y distraído. Alguien que suele ser impresionantemente engreído y con complejos de superioridad, tiene un aura de derrota.

¿Qué te pasa Park?

—No hay nada que contar.-Sentenció estirando las piernas; me senté como indio girándome a verle.

—Tus padres casi nunca están.-Me comenzaba a meter en asuntos que realmente no me incumbían.

—Son personas ocupadas.


—Y por lo tanto no suelen verse demasiado, ¿Me equivoco?

—¿A dónde quieres llegar?

—Al origen de tu comportamiento raro.

Se dedicó a observar los chicles pegados en la acera como si fueran lo más interesante del mundo. —No tiene un origen...

—Supongo que debe ser una bola de cosas, ¿No?- Traté de ganarme su atención.- Cosas que con el tiempo se van acumulando más y más, hasta que llegue el punto en el que esa bola pese más de lo que tú puedes levantar.

Su manzana de Adán bajó lentamente, su mandíbula estaba tensa, no dejaba de tragar saliva.

—____, no intentes ser mi psicóloga personal.

—Hana también sale perjudicada en todo ello.- Insistí; demonios, yo era más insoportable que él.

Apretó sus puños.

Oops.

Se giró a verme, si las miradas mataran mi cadáver ya estaría encadenado en una catacumba.

—Escucha.-Escupió con rabia, pareciendo contenerse lo más que podía.- Entiendo que yo te haya ofendido antes, que te haya llamado perra, que te haya insultado, que hayamos discutido demasiado...-Habló roncamente.- Pero si quieres vengarte de algo en particular, deja a Hana fuera y hazlo conmigo.

Me endurecí.

What.

Esto no es la primera vez que pasa.

¿Qué demonios le pasa?

—¿Por qué piensas que podría hacerle algo a tu hermanita?- Mi indignación salió a lucirse.- ¿Por qué piensas que le haría daño?

—¿Por qué no lo harías?

Se escucharon bocinazos lejanos, incluso los grillos de la noche se sentían más. Mis orejas palpitaban de coraje, pero al mismo tiempo mi estómago tenía la sensación de estar cuesta abajo en una montaña rusa.

Y ahora es cuando me doy cuenta que Park Jimin.... Es más raro de lo que pensaba.

Había algo más que este muchacho no me contaba, y no le culpo.

seguida.............-------->>>>>

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