Capítulo 30. [Editado]

277 50 6
                                    

Cuando desperté no sabía qué hora era, donde estaba. Pero supongo que pasaron muchas horas, días tal vez. Di vueltas en la cama muy inquieta. Hacía una oscuridad infinita y pensé que él ya no vendría. Toda esperanza estaba extinta como la vela que se fue consumiendo lentamente con mi soledad.

Era muy consciente de todo lo que pasaba, de lo que hice y de lo que estaba por hacer. Es doloroso, pero tenía que aceptarlo.

Los fuertes golpes en mi cuerpo no ardían tanto como los recordaba, solo sentía pequeñas punzadas en mis piernas y una pequeña parte de mi abdomen. Mis párpados comenzaban a pesarme ligeramente mientras mi espalda se arquea por el ardor. Un grito desgarrador recorre por la habitación, pequeñas gotas de sangre comienzan a caer por mis labios.

Siento un enorme nudo en la garganta, deseos de vomitar y un gran dolor de cabeza. En frente mío hay una ventana y pequeñas gotas que resbalan como lágrimas. Tal vez llovió y eso se lo agradezco al cielo porque sé que no estoy sola con este lamento. Observo mis brazos: Marcas de golpes y restos de sangre, me duele el solamente ver mi cuerpo desecho.

—¿Estás bien?—pregunta Aarón, corriendo hacia mí con una mueca de preocupación.

No produzco ninguna señal que explique que lo estoy o no, sólo me retuerzo entre las sábanas y la enorme sensación de la muerte y la vida unidas.

>>¡Estás botando sangre!—grita sonoramente sobresaltándome al instante.

Era cierto, mis ropas ya estaban inundadas de aquel color rojizo y estremecedor. El hombre que anteriormente me observaba desde la penumbra de la puerta, ahora se acerca para sostener mi rostro y no dejarme caer contra el piso, pues mi cuerpo no tiene control de sí mismo en este momento.

—¡Quiero irme!—suspiré gritos y mis labios comenzaron a temblar.

Parece que no le importa lo que le digo y sale de la habitación, sin más, dejándome sola de nuevo. Cuanto odio estar en esta situación: postrada en una cama junto a todos estos malditos dolores.

Giro mi rostro nuevamente soltando un suave quejido y pequeñas gotas que siguen manchando mi ropa.

—Sólo saca toda la sangre en este recipiente.—dice volviendo, sólo me limité a verlo sin parpadear. Se acerca a mí, deteniéndose con una pequeña bacinica en manos. Toma mi rostro y lo posa en un ángulo recto al objeto, acariciando mi espalda para que así pueda vomitar todo el dolor que llevo por dentro.

Supuse que esta vez no se trata de esperar o intentar algo por alguien, al contrario, hacerlo sería lo más estúpido.

—Cálmate…— me alienta el hombre que tengo a mis espaldas.

Más y más sangre sale de mi interior, por los conductos de mi boca hacia la bacinica. Odio cuando la gente te transmite lastima; aquellas palmaditas me daban a entender aquello.

—¡Suéltame!—digo fastidiada entrecerrando los ojos, tratando de levantarme. Doy un último suspiro limpiando mis labios y viendo como aquel liquido rojo queda entre ellos.

—¿Dónde te irás, Alex?—indaga sacándome de mis casillas—. Estás débil, podrías morir.—se interpone en mi camino.

—¿Te importa?—respondo en un tono grosero, incorporándome sobre mi cuerpo. Estaba consciente de estar mal, de que podría morir, pero no me importaba. Tiro las cobijas que estan encima mi cuerpo, enderezo mi cuerpo tambaleándome encima el suelo.

—¡No entiendes que te haces daño!—pronuncia tomándome de los hombros, intentando recostarme encima la cama. No lo hago, pongo resistencia. Debía salir de aquí.

Behind The Mask© (Michael Jackson) [Editando]Where stories live. Discover now