Diez.

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21:04

Frente al ascensor; Caroline, Connor y Jake habían escuchado todos los golpes, gritos y lágrimas que habían sucedido. Al principio habían identificado esa voz como la de Kevin y habían respirado aliviados, entendiendo que había matado al asesino. Luego un grito desesperado diciendo "Diane", lo cual confirmaba que estaba muerta. Luego un golpe seco.

Ahora, totalmente en silencio, escuchan cualquier posible prueba de que Kevin sigue con vida. En lugar de eso, Caroline puede escuchar:

– Te creías fuerte, te creías listo –aquí murmura algo que Caroline entiende como una risa–. ¡No eres nada!

Con un nudo en la garganta, mira a los otros dos. Ellos también han estado escuchando. Kevin ha muerto.

– Ya ni siquiera respeta los márgenes de tiempo. Nos está exterminando... –comenta Connor.

– Quizás tiene prisa... –entonces se le ocurre algo–. ¿A qué estamos hoy?

– Creo que a... doce –dice Connor pensándolo mucho.

– Creo que quiere acabar el trece, sí, tal y como ha insinuado Jake –se arranca a hablar Caroline, con la mirada perdida en un punto–. Pensemos; trece supervivientes, la bomba en el número trece...

– Son pocas coincidencias, chicos. Tan sólo tres –comenta Connor.

Un golpe los sobresalta. Luego algo arrastrándose sobre la madera.

– Tenemos que ir a por él antes de que nos vuelva a pillar por sorpresa... –dice Jake, con el martillo que había pertenecido a Kevin en la mano.

– El ascensor no va. Tendremos que cruzar esa puerta de madera –le responde Connor–. Creo que hay otra salida. Sólo hay que encontrarla.

Toman aire y Caroline aprieta la manivela de la puerta, que se abre con un leve chirrido. El primero en entrar es Connor, con el fusil en posición de disparo. Le sigue Jake y por último Caroline. La sala está muy oscura; por suerte, Connor lleva la linterna. Se la pasa a Jake, que no está usando las dos manos. Frente a ellos hay cuatro puertas de madera más.

– ¿Ahora qué? –pregunta Jake.

– Hay que elegir una de las cuatro. Bajo ningún concepto debemos separarnos... –se apresura a decir Caroline.

– Sí. Y lo vamos a hacer –replica Connor en tono firme–. La posibilidad de acertar la salida si vamos juntos es muy baja. Si nos dividimos, al menos tendremos un setenta y cinco por ciento de probabilidades de que uno de nosotros alcanza la salida.

– Setenta y cinco sigue siendo poco. No quiero arriesgarme –vuelve Caroline, intentando convencerlos.

– Setenta y cinco es poco, sí. Pero aún así es más que veinticinco –Connor no parece estar dispuesto a rendirse–. Si vosotros queréis ir juntos, adelante. Yo elegiré otro camino distinto.

Caroline y Jake intercambian una mirada. De nuevo se oyen ruidos.

– Solo tenemos una linterna... –Caroline no va a permitir que Connor se vaya solo–. ¡Debemos permanecer juntos!

– La linterna puedes quedártela tú.

Connor, decidido, abre una de las puertas y se adentra en la densa oscuridad que hay al otro lado de ésta. Jake le da la linterna a Caroline y se adentra en otra de las puertas. Caroline, con una tremenda punzada en el estómago, se adentra en otra distinta con la linterna en una mano y el hacha en otra. Sabe que algo malo va a ocurrir.

El negro se desvanece y empieza a ver borroso. Muy borroso. Vuelve a cerrar los ojos. Intenta abrirlos, pero la luz es muy escasa. Le duele mucho el brazo. Mira su brazo y se encuentra carne sólo hasta el codo; el resto no está. Christa echa a llorar, desconsolada. Permanece así durante al menos cinco minutos. Pasado este tiempo, distingue algo en el suelo. Coge fuerzas y se mueve de rodillas hasta el objeto oscuro. Al tenerlo en su mano lo distingue como una pistola. Sin dudarlo un instante, se asegura de que está cargada.

Triscaidecafobia [LI #1]Where stories live. Discover now