Ocho.

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19:48

Deprisa, ¡necesitamos más vendas! –dice Caroline mirando a los demás.

– ¿Dónde puedo encontrar más? –pregunta bloqueado Jake, que hace poco que ha llegado.

– Echaremos un vistazo por la casa... –comenta Kevin subiendo las escaleras de mano. Jake va tras él.

Diane rompe un trozo de la chaquetilla que Connor le ha entregado.

– Ponle esto de momento –dice ofreciéndoselo a Caroline.

Ella envuelve su herida con lo que Diane le acaba de dar.

– Vamos, Christa, aguanta... –la mira compasiva– Necesitamos agua también.

– Cogimos las botellas del campamento –responde rápido Connor–. Las lleva Dave. Iré a buscarlo.

Diane se tumba en el suelo de cuadrados en blanco y negro.

– Diane, ¿qué haces?

– Déjalo, Caroline. No merece la pena. Nada merece la pena ya.

– No digas eso. ¡Christa te necesita!

– No, Caroline, no. No hay nada que podamos hacer por ella.

– Si la mantenemos estable hasta que Dave llegue...

– Dave no va a llegar –le corta en seco–. Si estuviera vivo ya habría venido a ver qué pasa.

– Es imposible que lo haya matado. Lo habríamos visto salir del ascensor...

Caroline le hace un torniquete y la sangre se corta. Diane sigue tumbada en el suelo, mirando el techo.

Kevin rebusca entre los cajones de la cocina. En uno encuentra un rollo de papel.

– Esto vendrá bien...

Entonces oye un ruido seco arriba. Parece una puerta.

– ¿Jake?

Se oye su voz a no muy lejos:

– ¿Qué?

– ¿Has oído eso?

– ¿El qué?

Kevin sale de la cocina y sube las escaleras. Jake le sigue. Connor los ve subir, así que decide seguirlos también.

– ¿Dónde vais? –pregunta, sin obtener ninguna respuesta.

Kevin llega hasta arriba y se pone a mirar las habitaciones de una en una. Jake le copia con las habitaciones al otro lado del pasillo. Connor se apoya en la pared.

– ¿Qué hacéis? –vuelve a intentar, aunque sin éxito.

Kevin sale de una habitación y lo mira. No dice nada, y abre otra puerta. Pero entonces Jake grita.

– ¿Qué demonios...?

Connor se acerca hasta él, y Kevin no tarda en hacerlo. Se encuentran en la habitación en la que minutos antes Dave había cruzado la falsa estantería. Ahora, sobre la mesa de madera, descansa rodeado de sangre un corazón humano. Tiene un corte. Se miran entre ellos.

– Debe de ser de Dave... –comenta Jake con un nudo en la garganta.

– ¡Es imposible! El asesino estaba abajo, en el ascensor y... –Kevin queda repentinamente callado–. Espera, ¿y si hay otra salida?

Connor mira a su alrededor.

– He escuchado un ruido como de una puerta cerrándose. El asesino debe de haber salido por otro sitio en esta habitación y acaba de poner el corazón ahora. Entonces al volverse a meter, he escuchado el ruido –recuerda Kevin.

Triscaidecafobia [LI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora