Cinco.

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22:54

La sangre recorre el suelo de la cabaña como si de un río rojo se tratara. Todos observan la escena estupefactos. Unos enrabiados; otros entristecidos; otros asustados... Ante ellos está Christa, cubierta de sangre con el hacha aún en la mano, salpicada en rojo también. Y es porque, a su lado, la cabeza de Lilly ha estallado como un globo que se pincha. La bala le ha perforado la frente, lo que ha provocado que el cerebro reviente. Caroline se arrodilla ante el cuerpo ya inerte de la joven.

– ¡Lilly, no!

Sus lágrimas mojan el cuerpo de la chica, uniéndose con la sangre que ya recorre toda su cabeza. Caroline grita con todas sus fuerzas. Aquella mujer era la más dulce que ha visto en su vida; los había animado y se había mantenido serena en todo momento. La consideraba su persona de confianza entre los supervivientes. Y ahora ya no está, mas el recuerdo de lo que un día fue se encuentra entre sus brazos, que la envuelven en un gesto cariñoso.

A no muy lejos de allí, él escucha los gritos de Caroline complacido. Mirando atrás, susurra:

– Cuatro.

Y se pierde entre los árboles.

Connor arrastra el cuerpo de Lilly hasta el lugar dónde están enterrados el resto de pasajeros muertos en el accidente y asesinados por esta persona. Aunque él prefiere llamarle monstruo. La conmoción en el grupo es increíble. Clava la pala en la tierra. Cuando tiene el agujero hecho, mira detenidamente el rostro cubierto de rojo de Lilly. Una lágrima despide silenciosa a la experta de las setas. Connor sonríe al pensar en este apodo improvisado. Luego procede a meterla con cuidado en el hoyo y empezar a sepultar su cuerpo.

– ¿Cómo? ¿Un asesino?

Rachel parece alterada tras las revelaciones de Dave, y con razón.

– Sí, así es. Ya han muerto tres, que sepamos...

– ¿Qué significa ese "que sepamos"? –se incorpora.

– Al poco de llegar, Jake y Greg fueron a dar una vuelta por la isla. Aún no han vuelto...

Dave se da cuenta de que Rachel está temblando.

– ¿Estás bien?

– Sí. Sólo tengo un poco de frío...

Dave la arropa con el trozo de tela con el que hace un rato estaba tapado él.

Christa ayuda a Caroline a limpiar el riachuelo de sangre que ha dejado Lilly. Caroline sigue llorando en silencio.

– ¿Le has visto? –dice de pronto, dejando de llorar.

– No. Estaba preparada por si entraba, y Lilly estaba al fondo de la cabaña... todo pasó tan rápido. Luego me... me quedé paralizada por el miedo.

Caroline sigue frotando las cañas en silencio. Luego, añade:

– Hasta ahora pensaba que éramos su juego. Una manera de divertirse. Pero ahora me doy cuenta de que no es sólo eso. Por delante de la diversión está el orden.

– No te entiendo.

– Christa; el asesino mata muy seguido. Quiere disfrutar, pero no quiere excederse. Tiene límites de tiempo. Pero... ¿cuáles?

Entonces se asoma Diane.

– Chicas, tenemos que hablar. Todos.

Cruzan la lluvia, ahora más débil, y se cubren bajo el trozo de avión. Allí están todos, alrededor del fuego improvisado.

– De acuerdo. Estamos todos aquí para hablar sobre algo –empieza a decir Kevin–. Diane y yo hemos estado hablando sobre una posible... alternativa.

Triscaidecafobia [LI #1]Where stories live. Discover now