Prólogo.

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23:37

Otra turbulencia más corona el viaje de cuatro horas que lleva Caroline en el avión. Apenas queda una hora para llegar a su destino. Nunca le ha gustado viajar en avión. Mira melancólica la luna a través de la ventanilla. Se concentra en su revista, pero una repentina turbulencia se la arrebata de las manos y se desliza por el pasillo entre los asientos.

– ¡Por Dios!

Se desabrocha el cinturón y se pone en pie, dispuesta a recogerla. Entonces se encuentra con que la atractiva azafata pelirroja que le había ofrecido agua minutos antes la lleva en la mano.

– No se preocupe, señorita. Ya se la llevo yo.

La azafata avanza hasta su asiento y se la entrega en mano.

– Muchas gracias.

Dice Caroline mientras se abrocha el cinturón de nuevo.

– La revista tiene patas, ¿eh?

Caroline, sobresaltada, mira a su derecha. Un hombre en el asiento paralelo al suyo la mira con dulzura.

– No es eso. El avión tiene muchas turbulencias, diría yo...

El hombre se ríe.

– Soy Connor. Encantado.

– Caroline, igualmente.

Otra turbulencia más. Caroline cierra los ojos, conteniendo su creciente malestar.

– Viajar en avión no es lo tuyo, ¿me equivoco Caroline?

Ella intenta mostrar su mejor sonrisa. De pronto, el grito de una mujer resuena en los oídos de todos los pasajeros. Parece provenir de la cabina del piloto. Entonces la azafata pelirroja toma el micrófono.

– Señores pasajeros, no se preocupen. Hay problemas con nuestro piloto, pero pronto serán solucionados. Mantengan la calma y asegúrense de que tienen el cinturón bien abroch...

La azafata enmudece cuando el avión sufre una nueva sacudida. De pronto, un trozo del avión sale volando dejando un agujero enorme en la pared y un par de pasajeros caen al mar. Caroline se agarra fuerte a los reposabrazos de su sillón mientras contempla como su revista y otros papeles salen volando. El avión se da la vuelta en el aire. Todos gritan. El caos se ha apoderado del vehículo. Un ala del avión arde en llamas y se pierde por el cielo, mientras el avión sigue cayendo en picado. El suelo comienza a quebrarse, de forma que empiezan a verse los hierros que forman la estructura del avión. Algunas partes siguen ardiendo, mientras que algunos pasajeros siguen cayendo al mar. Caroline entreabre los ojos y su mirada se cruza con la de Connor, que aprieta la mano con fuerza. Algunos pasajeros se arrastran como pueden hasta los paracaídas. Muchos caen. Otros se quedan en el intento de ponérselo. Otros se lo ponen y saltan. Y muchos otros siguen sentados en sus asientos, esperando su negro destino. Caroline cierra los ojos completamente. Y después un gran estruendo y una gran sacudida.

Y al despertar, un gran dolor. Caroline mira a su alrededor. Se encuentra en lo que queda del avión; destrozado, en llamas. Entonces mira su brazo izquierdo. De ahí proviene el dolor. Su antebrazo ha sido atravesado por un hierro.

– ¡Aaah! –grita ella al percatarse del problema–. ¡Ayuda!

Intenta moverse, pero sin éxito. Entonces, con su brazo derecho, se desabrocha el cinturón de seguridad. La frente le sangra, además de algunos arañazos en la cara y en los brazos. Su camisa blanca ahora está manchada de sangre y barro. Ha comenzado a llover. La luna brilla en el cielo. Contiene la respiración y, con cuidado pero sin detenerse, se quita el hierro del brazo. Grita de dolor. Se levanta despacio, presionando su herida. Mira a su alrededor: muerte, caos y destrucción. Entonces ve un cuerpo arrastrándose a no muy lejos de donde está ella. Se acerca con rapidez. Identifica a Connor.

Triscaidecafobia [LI #1]Where stories live. Discover now