Capítulo 6: First Fight

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Capítulo 6: First fight

Se equivocaba, estaba tan malditamente equivocada con la idea de que las prácticas en el estudio de Lilia fuesen un buen comienzo. De hecho, quizás aquella era una de las peores decisiones que había tomado, porque le traería repercusiones más tarde. Apenas llegó al estudio se fijó que había una cámara de video que apuntaba a una esquina del lugar, consultó a la seria mujer de qué se trataba, y obtuvo la respuesta que menos esperaba.

"Te voy a grabar y enviar tu canción a un experto. Si Yuri va a ganar, tiene que ser con música de calidad." Le respondió con frialdad y profesionalismo, el rubio observó sorprendido a su instructora darle aquella respuesta a la jovencita, pero no dijo absolutamente nada.

"¿Desde cuándo mi música está en cuestionamiento?" se defendió, no había ganado las medallas que tenía porque era una aficionada, sino porque llevaba años practicando. Toda sonrisa o ánimo matutino se desvanecieron en un instante.

"Desde que hay un concurso que ganar con ella, señorita Hazuki" respondió con soberbia observándola hacia abajo, Lilly gruñó y se cruzó de brazos, se sentía vulnerada y pasada a llevar. "Se la enviaré a un amigo, Maxim Vengerov, supongo que has oído de él."

El corazón de Lilly casi se detuvo y la sorpresa que le había tomado escuchar ese nombre fue notoria. Maxim Vengerov era uno de los mejores violinistas rusos de la época, y quien en su última presentación como jurado, le había puesto la evaluación más baja entre todos los evaluadores. La sangre le hirvió, quería negarse, pero era poco profesional de su parte considerando la trayectoria del hombre. Volvió sus ojos a la bailarina con aires victoriosos, luego los desvió hacia Yuri esperando que dijese algo para ayudarla, pero estaba callado haciendo sus estiramientos.

"Está bien." Aceptó finalmente siendo incapaz de dirigirle la mirada, no estaba totalmente de acuerdo en poner la obra que había creado a disposición de otras personas porque sabía cuán competitivo era el medio. Sentía su orgullo a flor de piel, si no hubiese sido por la calificación de aquel sujeto el oro hubiese sido de ellos. "¿Puedo practicar aunque sea unas horas?" preguntó con notable enojo, Lilia asintió en silencio señalándole que podía ir a la sala que se encontraba contigua.

Lilly salió prácticamente pateando la puerta y cargando sus pertenencias, estaba enojada y sentida, mucho más al considerar que Yuri no había dicho nada. Entró al estudio del lado y se sentó junto al gran ventanal que daba una hermosa postal de la ciudad, los recuerdos de su última presentación vinieron inmediatamente a su cabeza, la audiencia aplaudiendo, los focos reflectando a su cuerpo y la sensación de haber interpretado a la perfección la canción. Sin embargo, todo se vino abajo cuando fueron comunicados los resultados finales, un dúo de británicos había ganado por unos cuantos puntos, quitándoles el primer puesto.

Se había mostrado tranquila ante el cómputo, había sonreído todo el momento y quitado importancia al hecho, todo para no hacer sentir peor a su mejor amigo, quien no ocultaba su decepción. Se recordaba una y otra vez que ella había optado la vida de una adolescente normal, y no de conservatorio, pero sabía que la respuesta de sus resultados estaba frente a sus narices. Por primera vez en todas las competencias que habían ingresado notaba que le faltaba práctica y compromiso, era la primera vez que sentía frustración por aquellas calificaciones, las que le habían arrebatado el oro y había hecho fallar a una de las personas que más quería en el mundo.  

En esa ocasión, tras las pocas palabras que había intercambiado con Lilia se sentía exactamente igual, frustrada, porque nuevamente le estaban recalcando sus deficiencias y poniendo a prueba su talento. ¿Acaso había sido un pecado querer una vida normal? Era segunda vez en un meses que se hacía esa pregunta. Ella estaba allí, en Rusia jugando a ser amiga de un patinador de hielo, mientras que Haruki en New York perfeccionándose. Un vacío se instauró en su pecho, sus ojos se inundaron de lágrimas, que no le importó derramar en soledad, dejando caer su frente sobre el cristal. La respuesta era obvia en aquel momento.

Don't you dare  (Yuri Plisetsky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora