Capitulo 22:

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Ruben abre la cortina de su habitación, y vuelve a sentarse en su cama. Había pasado un día de desde que Miguel se fue, quizá ya haya llegado a Escocia o tal vez no. Sentía miedo de que sus padres se enteraran que su único hijo era gay, y aún peor, que lo maten por ello. Probablemente podría ir y arreglar todo este embrollo, explicarles que gustar de un hombre no es un pecado y que no es necesario que le quitaran su vida por ello, quizá podría decirles que esto sería su pequeño secreto, que nadie más lo tendría que saber, y que de igual formar se casaría con Mali-Koa porque el pueblo era antes que la familia, ¿no?

Así que se levanta rápidamente, toma una pequeña mochila y la llena de cosas necesarias. Al terminar la cuelga en su hombro y sale de la pieza. Se asegura que todas las puertas estén cerradas y que todo esté en orden, pero mientras camina por el pasillo del primer piso recuerda algo, y camina hacia la cocina y abre uno de los primeros cajones del repostero. Sus dedos se estiran en cada rincón y no encuentra el papel, abre los demás cajones y tampoco no hay señales de la carta.

Su corazón comienza a latir rápidamente, y comienza a buscar por toda la caja. Debajo de los muebles, cojines, el colchón, etc. Y mientras trata de buscar debajo del tapiz su mente hace que se dé cuenta de algo.

— ¡Maldito infeliz!—exclama con furia.

Camina hacia la puerta de la casa, y al abrirla logra ver a un grupo de caballeros bajar de un carruaje. Cierra con fuerza la puerta, y retrocede, gira a los lados, y logra ver la puerta trasera, corre hasta ella y trata de abrirla, pero parece que está con llave. Se queda quieto por segundos, pensando en otra salida. Mira las escaleras, y escucha la puerta principal abrirse seguida de pasos rápidos.

Da un respiro, y sube las escaleras con rapidez. Empuja la puerta de uno de los cuartos principales, y abre las ventanas. Saca su cabeza y logra ver a un par de caballeros conversando con tranquilidad, la altura no era mucha y si se tiraba quizá sólo terminaría con un dolor de tobillo.

Los pasos se escuchan en los pasillos.

—Lo vi cerrar la puerta, lo juro, señor.

—Está bien. —silencio. Ruben saca una pierna, y coloca su mochila sobre su pecho, así quizá, la caída no vaya a ser tan dolora. —Busquen en los cuartos, ¡Ahora!

Y se tira. El golpe no fue tan fuerte, pero si lo necesario como para marearlo un poco. Parece que fue una mala idea, porque a los segundos cayó en una especie de sueño. Los caballeros lo toman de los hombros, y lo llevan al carruaje.

—Llévenlo devuelta a Escocia, y explíquenle a los reyes que intentaba escapar. —dice el Duque, y el guardia que estaba en el caballo asiente.

El carruaje comienza a moverse lejos de la casa, y se pierde entre el pasto creciente. Minutos después llega Miguel, el cual se encuentra con el Duque y un par de caballeros, los cuales inspeccionaban la casa.

—Príncipe Miguel, ¿qué lo trae por aquí?—pregunto el Duque, y este trata de encontrar a Ruben.

— ¿Dónde está Ruben?—pregunta desesperado.

—Se lo acaban de llevar, está de camino a Escocia. —se acerca al pelinegro, y toca su hombro. — ¿Los reyes lo han mandado?

Miguel asiente, casi sin pensarlo, y el Duque se asombra.

—Uhm, sí. —mira a uno de los caballeros, y sonríe.—Me dijeron que lo dejaran libre, que entendían que su hijo estaba pasando por un momento de dificultad, y que luego hablaría con él.

— ¿Cómo es eso posible? El príncipe no puede dejar a su pueblo, él será el próximo rey. —dice un poco molesto.

—Es lo mismo que dije, pero ellos son los reyes y saben lo que hacen.

El Duque llama a uno de los caballeros, y los tres se suben a un carruaje. Van lo más rápido que pueden, quizá Miguel se esté metiendo en muchos problemas, pero con tal de sacar a Ruben de todo este lío, valía la pena.

No tardan mucho en llegar, y el británico se baja sin pensarlo dos veces. La mayoría de personas en el aeropuerto eran de una clase muy alta, y es por eso que sólo había pequeño grupos caminando alrededor, y así se le hacía más fácil reconocer a Ruben.

No tardó mucho en verlo, estaba sentado en una de las sillas, con su mochila colgada en los hombros y grupo de soldados alrededor de él, tratando de que no escape.

— ¡Oigan!—exclama Miguel, llamando la atención de todos los presentes, incluida la de Ruben.

El castaño se levanta de su asiento, y camina hacia él con el puño alzado, a punto de golpearlo con fuerza. Los caballeros le habían dicho el por qué lo llevaban de vuelta a su país. Miguel había tramado un plan para que lo mataran, ¡ese idiota!

—R-Ruben, ¿qué-qué ha..—antes de que pudiera decir otra palabra, Ruben lo golpeó justo en la nariz.

Miguel se balanceó en su lugar, y si no fuera por el Duque, quizá hubiera caído al suelo con fuerza. Gotas de sangre caen el suelo, y cuando levanta la mirada, Ruben está tomado de los brazos por los caballeros.

—Suéltenlo.

—P-Pero, príncipe Miguel..

— ¡Suéltenlo, ya!

Ruben toma su mochila y la cuelga en sus hombros. Miró su mano y tenía pequeños rastros de sangre en sus nudillos, los cuales estaban un poco hinchados.

— ¿Qué diablos se supone que haces aquí? ¿No deberías estar en Escocia, diciéndole a todo el mundo que soy g...

—No, Ruben. —Miguel dice de repente. —He venido porque tus padres quieren que te lleve a un lugar lejos.

— ¿Lejos?

—Sí. —mira al Duque, y le hace una señal, diciéndole que es hora de irse.

—Vámonos, Ruben.

—Yo no iré a ningún lugar, contigo. —dice molesto.

—Ruben. —ambos se miran, y el castaño entiende esa mirada.

Ambos salen del aeropuerto, y comienzan a caminar lejos. Migue quería decir un montón de cosas, pedirle disculpas y hacerle saber que todo lo que pasaba era su culpa, y quizá el que terminaría en la horca sea él. Pero no podía, el orgullo lo tenía atrapado.

Pero, debía intentarlo.

—Wao, sí que golpeas con fuerza. —dice Miguel mientras trata de deshacerse de la sangre en su rostro. Y recibe un golpe en el hombro por parte de Ruben, lo cual lo asombra ambos.

—Yo...yo.., sabes olvídalo.

—Lo sie..

—Guárdatelo.

Mira de reojo a Ruben, y suspira.

—Te dejaré en un lugar que te servirá de refugio por unos meses, nadie sabrá de tu paradero. —el ojiverde para el paso, y lo observa.

— ¿De qué hablas? Juro que no estoy entiendo nada de lo que dices.

—Tus padres no me han dicho nada, he venido por mi cuenta. Sé que cometí un error en decir todas esas cosas, pero en verdad me sentí muy afligido al saber que me utilizaste por varias noches, y aquello me molesto, así que decidí tomar mi venganza. —da una pausa, y ambos se miran a los ojos. —Encontré tu carta, ya sabes, la que escondiste en uno de los cajones de la cocina, y decidí que con eso tomaría mi revancha. Se la di a tus padres, se pusieron tristes al principio, pero luego se dieron cuenta que lo que hiciste era un falta de respeto y el Duque dijo que tu castigo sería la pena de muerte, ¿patético, no? Y lo más patético es que todo es mi culpa, y es allí donde entro. —Ruben sigue escuchando, aún sin entender porque Miguel está aquí. —Volví a aquí y le mentí al Duque y a los caballeros que tus padres me habían dicho que te llevara a otro lugar, y eso es lo que voy a hacer. Lo bueno es que nadie conoce el lugar.

— ¿A dónde me llevarás?

—Me gustaba jugar a las escondidas con Mali-Koa allí, sé que te encantará.

—Pero, ¿qué hay con Mali? Ella sabe el lugar.

—Es mi hermana, nunca me delataría. —dice mirando hacia las colinas, y luego a Ruben. —Eso espero.  

Give Me Love|| RubelangelWhere stories live. Discover now