Capitulo 8:

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[Si tenían algunas dudas, la historia es narrada en el tiempo de los príncipes, etc. Pero he agregado unas cosas de este tiempo como la tecnología]

Ruben estira sus piernas mientras observa como los pobladores al pasar hacer una reverencia, no era muy común ver a alguien de la realeza estar sentando en las butacas para abortar en un avión, ya que los reyes y sus hijos tienen un jet privado que los transladan de un lugar a otro, y aunque el castaño lo tenía claro quería poder subirse a un avión normal y poder sentirse observado por las personas—de alta economía, ya que los pobladores del centro no tenían demasiado dinero como para viajar—de su rango.

Miguel, por el otro lado, estaba observando los alrededores con una gran sonrisa. En Inglaterra los areopuertos son diferentes a los de Escocia, y las pantallas gigantes que indicaban los vuelos y sus horarios, no estaban ubicadas en un sólo centro donde las personas tendrían que amontonarse para ver a qué hora sale su vuelo, en Inglaterra habían muchas pantallas en cada esquina del lugar. Aunque todo parecía desordenado, antes los ojos del pelinegro parecía tan magnifíco ver tan pocas persona caminar con sus maletas de cuero y sus abrigos de oso polar; se sentía bien poder sentirse como en casa, y aunque no le gustaba la compañía con la que tendría que convivir por unas semanas, se sentía feliz.

—Príncipe Ruben y Príncipe Miguel, sus vuelos están listos—Andrew, un soldado del reino, les indica mientras toma las maletas del castaño y otro soldado las del pelinegro.

—Genial, me estaba aburriendo—el ojiverde se levanta y camina hacia la única puerta que estaba amontonada de gente, y mientras avanzaba las persona se abrían paso dejándolo pasar.

En cambio, Miguel trataba de escurrirse entre los pasajeros sin que lo noten y, aunque su intento fue en vano, algunos no lo reconocieron. Al estar junto a Ruben, la azafata los saludó coordialmente, y los dejó pasar sin más.

Andrew llama a Ruben antes de que este entre por completo al avión, el nombrado se gira y espera una respuesta.

—Tú padre, el rey, les envía esta carta y su esposa, la princesa Mali-Koa, esta con el sobre plateado. En las maletas les he dejado una suma de dinero que será necesaria para que puedan comprar lo que necesitan, etc. Los estamos enviando a Irlanda, el rey de Inglaterra quiere cerciorarse de que su hijo está bien y es por eso que no los han enviado lejos del Reino Unido—el castaño guarda las cartas en su bolsillo, y sin más se adentra al avión donde un Miguel lo espera observando los alrededores de este.

—¿Acaso nunca has viajado en avión?—Ruben se sienta, y coloca sus manos tras su cabeza.

—Bueno, n-no—responde jugando con sus dedos. No estaba preparado para vivir con un 'desconocido' y menos uno como él, tan arrogante y caprichoso—Suele movilisarme en un jet, ya sabes, lo típico—mira hacia la ventana.

El avión todavía no despegaba, pero Miguel estaba maravillado con los prados que se veían de lejos, y aunque parecía que iba a llover, el cielo se veía tan nublado que le recordó a su país natal.

—Sabes, Miguel—el nombrado gira a ver a Ruben, alza una ceja esperando a que continúe—Creo que podremos ser amigos, ya sabes, poder escuchar música juntos o jugar algún partido en el castillo.—mira sus manos tratando de no mirar esos ojos negros del príncipe—Mali quiere que seamos amigos, que nos tratemos bien. Ayer la vi un poco decepcionada antes de volver a dormir, pude escuchar sus sollozos y sólo la abracé. Ella en verdad quiere que tengamos algún lazo de amistad, y no quiero verla triste y tú no quiere verla igual, ¿no es así?—Miguel se alarma al escuchar que su adorada hermana estaba llorando en la madrugada, pero hoy se veía tan radiante y feliz.

—Tienes razón, Ruben. Creo que cuando estemos en Irlanda podremos tener algún tiempo juntos—el ojiverde asiente con una sonrisa, y da un golpe amistoso en el hombro contrario.

—Vale,—se gira con las mejillas sonrojadas, porque por alguna extraña razón sus mejillas decidieron teñirse de un color rojo sólo porque Ruben golpeó su hombro—¡Mira! ¿No es hermoso?—el pelinegro señala su dedo las nubes grisáceas, y gira a ver la reacción del príncipe.

—Sí, claro que lo es—contesta Ruben sin dejar de mirar a Miguel, pero se da cuenta de lo que acaba de hacer y mira hacia la ventana con rapidez.

—¿Por qué me mira..

—¡Hey! ¿Acaso no es un arcoiris?—interrumpe evitando la pregunta.

El viaje duro unas pocas horas, en las cuales ambos decidieron ser los únicos en quedarse despiertos. Se conocieron más, se preguntaron cosas básicas, bromearon, rieron, etc. Ambos príncipes se sentían a gusto junto al otro, ambos sentía que no sería tan malo vivir juntos.

—Entonces, si pudieras comer algo de por vida, ¿qué sería?—Miguel pregunta y no deja de observar los ojos verdes de Ruben, los cuales brillan a cada segundo.

—Pizza—contesta, y recuesta su cabeza en el hombro del pelinegro.

Era de noche, las estrellas brillaban decorando el cielo y dejando que la luna sea sólo un adorno más. Y aunque el avión estaba oscuro, y las luces de emergencias tintileaban, ambos príncipes podían verse sin necesidad de la luz.

—Miguel—el castaño levanta su mirada, y los ojos negros del nombrado lo observando expectante—¿Alguna vez te has enamorado de alguien?—pregunta sintiéndose pequeño en aquel espacio.

—Uhm,—se toma unos largos segundos para pensar.—no, nunca en mi vida he estado enamorado de alguien. Supongo que mis padres nunca se han puesto a pensar en mi futuro, y no me han conseguido a una princesa por ser el menor—alza sus hombros sin restarle importancia.

—Oh, ¿entonces se fijan más en tu hermana que a ti?—el pelinegro asiente algo cansado, sus ojos empezaban a cerrarse, pero no quería dormirse, él sólo quería seguir admirando esos hermosos ojos verdes, que ahora, le parecía interanste observar.—Supongo que a todos los príncipes les toca vivir esto, no entiendo como nuestros padres tienen que fijarse más en nuestras hermana, y yo siendo el mayor.. No lo entiendo, Miguel. ¿Acaso podrías explicármelo?—Ruben dice todo con molestia, y resentimiento. Él amaba a su hermana, la quería. Pero odiaba la sensación de rechazo que sus padres mostraban cada vez que ponían su atención en Darly.

—No sé cómo podría explicarte aquello, Ruben. Supongo que es por algo que tus padres o nuestros padres no nos hacen caso, es por algo que mi madre decidió traernos, a mí y a mi hermana, a este país. Supongo que es por algo que al principio no nos hayamos caido bien. Supongo, también, que este viaje ha de ser por algo.—mira hacia la ventana perdiéndose en las nubes, y suspira—Todo es por algo, Ruben. Por algo te enamoras, por algo te casa, por algo tienes hijos.. Por algo somos de la realeza y no simples hijos de unos campesinos. Por algo estamos aquí, tú y yo ambos conversando sobre nuestros problemas,—Ruben lo admira con atención. Cada palabra que emanaba de sus labios tenían un gran sentido, y algo en él hizo un 'click'.

—Entonces, es por algo que te conocí Miguel—el ojiverde toma la mano del nombrado y este gira a verlo con una sonrisa.

—Eso es porque ese 'algo' no quiere que mi hermana esté triste porque nosotros no nos llevemos bien, ese 'algo' quiere que seamos amigos.

O quizá más que eso. 






[He publicado una nueva historia, se llama: Metro Station. La pueden encontrar en mi perfil. Lamento el spam.]

  


Give Me Love|| RubelangelWhere stories live. Discover now