Capitulo 19:

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Lo primero que hace Miguel es desempacar sus cosas, y aquello le tomará mucho tiempo. Y es por eso que Ruben lo está ayudando. La pieza está en silencio, sólo se escucha el sonido de las prendas siendo sacadas de las maletas, y sus respiraciones.

Miguel puede sentir la mirada de Ruben en cada acción que realiza, y tiene la sensación de mirarlo y decirle que pare, pero sabrá que hará las cosas más incómodas, y sólo se concentra en desabotonar sus camisas y tratar de colocarlas en orden en el ropero.

— ¿Enserio... enserio pensaba irte?—Ruben pregunta algo tímido, y el pelinegro levanta la mirada casi al instante.

—Sí, Ruben. —murmura, y se apoya sobre una de las valijas.—¿Enserio... enserio te gusto?—deja de mirar las maletas, y su mirada se posa en esos ojos verdes que se fundieron en vergüenza al escuchar la respuesta.

El castaño deja una de las casacas de Miguel, y deja escapar el aire que acumulaba en sus pulmones. No sabe que respondes, la pregunta es directa y eso lo hace estremecer de pies a cabeza.

—Sí, bueno.. sí, si me gustas.—murmura, toma aire y sale corriendo de la pieza del británico a pasos rápidos.

Miguel se queda desconcertado, ¿lo habrá asustado con la pregunta o sólo eran nervios de admitir sus sentimientos? Deja de sujetar las maletas y camina hacia la puerta, la cual Ruben dejó abierta, y trata de adivinar donde se metió el escocés. Escucha ruidos en la cocina, y baja las escaleras algo preocupado.

Ruben toma la jarra de limonada, y busca con la mirada la repisa de platos. Hace ruido al tomar uno de los vasos del estante, se da la vuelta y se sirve el jugo; no pasan segundos y Miguel se encuentra en el mismo espacio que él. Tenía el rostro pálido, parecía uno de los vampiros que su hermana siempre describe.

— ¿Por qué saliste corriendo?—pregunta el ojinegro mientras camina hacia una de las sillas cercanas de la mesa.

—No sé, Miguel. —hace una pausa mientras finge pensar,—Será porque admití mis sentimientos hacia la persona que me gusta... Uhm, no, no sé, Miguel.

El nombrado ríe sarcásticamente, y fija su mirada en la silueta de Ruben. ¡Era imposible! Un chico como el ojiverde, sintiéndose atraído hacia un chico como él. Todo es raro, en primer lugar porque Ruben demostró ser una persona cerrada, sin corazón y sin sentimientos; segundo lugar, es un chico y dos chicos no pueden estar juntos, es algo prohibido, algo que desanimará a todos.

—Bien, no es necesario que te molestes. —dice el pelinegro mientras mueve sus manos, dándole énfasis a la oración.—Sólo te vi salir del cuarto, y pensé que algo te había molestado.

—Como si te importara.

—Si no me hubiera importado, ¿por qué diablos bajé, eh?—Miguel se levanta de la silla con impaciencia corriendo en sus venas.

Ruben rueda los ojos, y toma un sorbo de su vaso de limonada.

— ¡Seguro querías buscarme y burlarte por la vergüenza que sentí al decirte que me gustabas!—exclama el castaño furioso.

— ¿Por qué iba a burlarme, Ruben? ¡¿Por qué?!—avanza unos cinco pasos, y algunos metros los separan a ambos. —No es mi culpa que seas tan paranoico.

—¡No soy paranoico!

—Como quieras.

—Bien, eres un idiota, ¿sabías eso?—sus dedos aprietan con fuerza el vaso, y puede sentir el cristal rechinar contra sus uñas.

—Siempre me lo dices, ¿cómo no iba a saberlo?—Miguel suelta una carcajada, y se acerca más a Ruben. —Al menos a mí no me gusta otro hombre. ¿Qué me ves, eh? Tengo un pene al igual que tú, ¿acaso te gusta, eh? Debería darte vergüenza todo esto, y ¿quieres saber por qué me quedé aquí? ¡Porque das pena! Además, no iba a ser capaz de romperle el corazón a mi hermana, al menos sé que no te merece...

— ¡Cállate!—Ruben exclama con la voz rota, y coloca con fuerza el vaso sobre la mesa. El líquido sale volando junto a los restos del vaso, Miguel retrocede. —Vale, ¿qué quieres que haga? No elegí esta vida, no elegí ser un príncipe o hijo de uno de los reyes más codiciados del mundo. Juro que quiero ser alguien normal, ¿y por qué soy cerrado? ¡Porque nadie me entiende, joder! Qué me gusta tener mis sentimientos para mí, y si me gustas.. Pues vete a tomar por culo, porque no soy de enamorarme.

Miguel no deja de observar las rayas de sangre en la mano de Ruben, este se había cortado al colocar el vaso con fuerza sobre la mesa. Las lágrimas caían por sus mejillas, las palabras del británico habían dolido. No era común que la gente le grite en su rostro, uno porque nunca salía hacia las afueras y sólo se enteraba, por mediante de las discusiones de sus padres, lo que el pueblo pensaba sobre él.

—Ruben..y-yo, juro que no quería.. Lo, lo lamen...

—Escucha, si tanto querías irte hazlo. —camina hacia el fregadero, y lo abre. La sangre se escurre, y puede sentir la herida arder.—Sabes, creo que lo mejor para todos es que te regreses a Escocia, le cuentes a todos que me gustas, que probablemente sea gay, y que te besé; espero que cuenten eso como un engaño, porque estoy muy segura que tu hermana no va a dejarme ir.

Miguel sólo suspira, y vuelve a sentarse en la silla.

—Será mejor que empieces a empacar...—sale de la cocina, y cruza miradas con Miguel. —otra vez.




Give Me Love|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora